miércoles, 23 de mayo de 2012
Vía Flaminia. Solo un nombre
La salida se organizó por culpa del helado. Kevin, de 19, luego de leer el blog, me dice: "tenes que ir a Vía Flaminia". Le contesté "vamos el fin de semana con tu auto. Decile a tu hermano y vamos con el abuelo-es decir, mi papá-". Así, fue, comimos en ese lugar que queda justo frente a la famosa heladería de zona norte. Aquella que hacen los cucuruchos bañados más grandes de todos.
El almuerzo, fue tal como dije en la foto anterior, un momento feliz. La vida va pasando para todos, nos encontramos los cuatro mucho más grandes que la última vez que fuimos. La conversación fue girando por temas que hablan adultos y nuevos adultos. Cada uno decía cuán grande estaba y cuántos años cumplía. La próxima salida volverá a ser a un bodegón. La promesa ya fue tomada.
En esta oportunidad los roles fueron cambiando. Mi sobrino de 19 nos llevó en auto, el de 15 que ya sale de noche estaba cansado, yo pagué el almuerzo y mi viejo el postre.
Al llegar a la heladería, por supuesto sin hambre, digo: mientras voy a lavarme las manos, pidánme el famoso cucurucho bañado.
Al volver me entero que la cuenta fueron 165 pesos. 3 bañados y uno sin bañar. Me indigné. El precio de la fama cuesta. Esperaba, en consecuencia, el mejor cucurucho que podría existir.
Al momento de elegir los gustos, veo que una de las heladeras donde se depositan los potes está vacía por lo que significa que hay mucho gustos menos.
Me pido dulce de leche granizado y chocolate blanco. Me lo dan bañado. Otros piden chocolate amargo y frutos rojos, otros banana spit y chocolate blanco y así sigue la lista.
Todos al probarlo, decimos cuán malo es el helado. Cuán malo es el chocolate que lo baña. Cómo había bajado la calidad desde la última vez que lo probamos. Cómo se derrite, afirmábamos. Toda la mesa se ensucia. No lo puedo creer, gritábamos silenciosamente. Cómo puede ser que tanta gente venga a comerlo.
El dulce de leche sin gusto, el chocolate blanco una mentira blanca.
Todos los gustos para el olvido. No hay uno que pase el filtro de 4 personas a las que les gusta comer helado.
Fue un momento que quedará en mi memoria, fue un momento en donde la adultez nuevamente se hizo presente, un momento importante, aquellos por los que vale la pena.
Sinceramente, un momento para la memoria, un helado de pésima calidad y carísimo para el olvido.
miércoles, 4 de abril de 2012
La revolución heladera viene del Sur: Rapa Nui

Días complicados, movidos, movilizantes, el estrés fue el compañero constante, el helado su constante remedio. Ayer, luego de rendir un examen difícil, muy difícil, caminamos por la calle, tomando una, cambiando por otra, volviendo atrás para no caminar de más. De repente, me agarra hambre, solo había comido una tarta en todo el día y eran las 18.40.
Paso por una pastelería que tiene mucha pinta, me tiento pero recuerdo que no me gustan mucho las facturas, sigo caminando esperando encontrar algo que me tiente. Y como esas cosas que pasan en las películas románticas nos chocamos con un local nuevo, grande y lindo, un poco “barilochense”, un poco porteño. Veo a un chico sirviendo helados-caigo en que es una heladería-, vea el aspecto de la heladería y me digo: no puede ser muy malo, nuevamente, me auto persuado, es el remedio para mi hambre, mi mal humor, mi dolor de cabeza y todo.
Laura me desasna y me dice que Rapa Nui, nombre del local, es una casa de chocolates famosa en el sur, sino una de las más importantes. Qué felicidad pienso, aunque sabía que chocolate negro no iba a pedir.
Tengo dos señoras mayores pidiendo cuartos para llevar, no se ponen de acuerdo cuál era el gusto que disfrutaba la hija de una de ellas. Tardan una eternidad. En general no apuro a las personas que piden helado porque no me gusta que lo hagan conmigo. Pero mi cabeza empieza decir algo, mi cabeza piensa: mi sobrino está esperando que lo vayamos a buscar al cumpleaños. No puedo tardar tanto! Se van con su helado y empieza la deliberación robusta con Lau sobre los gustos que íbamos a pedir. Dos de ellos son titulares, dos decidimos probar para no molestar demasiado.
La atención del chico que no tarda dos minutos en decir que él también es de Bariloche, voz a la que se suma la cajera que está a pocos metros diciendo: “acá todos somos de Bariloche”. No sé si es verdad, no sé si es que la empresa, por ser de esa zona, los obliga a ponerse la camiseta local, en fin, simplemente sonrío.
El listado de sabores es impresionante. Tiene variedad, con nombres extraños pero bien explicados en la pizarra. Hay cinco o seis variedades de dulce de leche que tientan, más de chocolates, otros tantos de frutas del sur, cremas para todos los gustos.
Pedimos dulce de leche casero con leche de cabra. El heladero, como buen informante, nos dice: es suave, eh! Más suave que los comunes. Igual lo pedimos.
Pedimos chocolate blanco Rapanui, que contiene pedacitos de crocante de chocolate negro, otros blancos y dulce de frambuesa casera. Probamos el tiramisú, probamos Raspberry.
Nos vamos caminando, probamos el chocolate blanco. No tardamos en decir, “no puede ser más rico”. Lejos el mejor que probé a la fecha, es impresionante, es manteca, es dulzura, el leche, es placer en estado puro.
El dulce de leche con leche de cabra, es tal como nos adelantó, es suave, cremoso en su justa medida pero pasa desapercibido junto a los otros dos gustos que lo invaden. Laura, muy acertada me dice: es parecido al dulce de leche de Duo, la heladería que probamos por la avenida Santa Fé. Claro, le digo, es que tiene gusto al dulce de leche de heladería antigua. Igual lo recomiendo, eh! No vayan a creer que no!
El tercer gusto el Raspberry, es increíble, es fuerte, es colorido, es violeta-mi color feminista – preferido. Es intenso, es refrescante.
El cuarto no es caro, comparado con los precios de hoy en día, $ 24 pesos de puro sabor, pura felicidad empaquetada.
Una recomendación, si van a pedir un cuarto para tomar caminando, pidan unas cucharitas de repuesto, lo hice ni bien la agarré, su fragilidad amenazaba mi felicidad, estuvo a punto de romperse.
Contacto: http://www.chocolatesrapanui.com.ar/
sábado, 10 de marzo de 2012
Chungo, un tradicional

Es una heladería con larga historia, es una heladería conocida, es raro encontrar a alguien que nunca la haya probado. Chungo, en los últimos años creció y cambió su imagen, la modernizo, lo mismo que hizo con sus gustos.
El domingo pasado luego de ir a comer carne a una parrilla y no poder hacerlo por una confusión del mozo (trajo un chorizo cortado mariposa cuando le pedimos un chorizo y un bife de chorizo mariposa), nos fuimos a chungo que era una cuenta pendiente y además quedaba a solo dos pasos de la parrilla.
Al entrar lo vemos a Kevin Johansen, Laura dice que al hablar tiene una voz que conquista, leyendo Tiempo Argentino (algo así como el P12 de cuarta categoría). Entramos y pedimos, ella uno chico, yo un vaso grande.
Miro la cartelera y no tienen aquellos que hace unos meses había probado y que, luego, me gustaron. Dulce de leche granizado, canela y la crema de nueces pecan, no tienen. Entiendo el faltante de los últimos, pero del dulce granizado, no. Incomprensible! Entonces, yo pido chocolate blanco y Dulce Cucuruccino (que describen así: Suave dulce de leche combinado con queso crema, dulce de leche natural y trocitos de cookies de chocolate). Lau pide Sambayón con con almendras y arándanos.
Pruebo el chocolate blanco, me gusta, sigo comiendo, me sigue gustando, sigo y empieza a molestar la pesadez, pero gusta. El otro gusto, esa especia de mezcla de chocotorta fue una equivocación total, es extremadamente dulce, empalaga, no es recomendable.
El sambayón, un gusto que comenzó a gustarme a fuerza de probarlo, rico. No me mató pero rico, las almendras son bañadas, para mi ese gusto no va con bañadas sino con caramelizadas o simplemente almendras, pero bue.
Los arándanos, buenos, me gustaron, un poco dulce y artificial comparado con otras heladerías de primera calidad pero bueno.
Bueno, si están cerca y no hay otra opción, vayan sino elúdanla, pues es realmente caro. El Kilo: 90 pesos.
Contacto: chungo.com.ar
martes, 20 de septiembre de 2011
El Piave y Cariló

Durante gran parte de mi vida fui fanático de River. Solía ir a la cancha dos veces por semana. Me ponía la camiseta, las canilleras, el short de ese equipo cada vez que jugaba un partido. La heladería que comentaré hoy me retrotrae a un amigo y a esa época. Durante la infancia solía ir a la cancha con Mariano, durante la adolescencia con Cotto. Sobre éste último versa la historia.
Comíamos en su casa, pedíamos helado, tomábamos cerveza y todo lo que se anteponía ante nosotros. Todo a costas de sus padres que generosamente nos invitaban.
Cuando de helado se trataba, se abría una discusión que se resolvía rápido. Dónde pedir era la cuestión. Nosotros dos pedíamos en Freddo y su hermana mayor a Pîave.
Ahora no miro fútbol, si River gana o pierde me es casi indiferente. Si por casualidad me encuentro con un partido en la televisión hago lo posible por mantener mi atención. No suelo lograrlo. Salvo que juegue la selección o Messi.
El sábado estuve en Cariló invitado por la Familia Wainer. La excusa: el cumpleaños de Alicia. Un fin de semana muy lindo en familia, rica comida, playa, fútbol y Anita.(Nota Cariló es un mundo raro, decididamente no me gusta mucho. Pura escenografía pretenciosa).
Luego de comer unas milanesas exquisitas, salimos a caminar. Mi objetivo era claro: comer helado. La oferta existente en esa ciudad se compone de Freddo, La Abuela Goye y Piave. Los dos primeros ya los comenté, entonces elegí el último.
Pedí un cuarto de kilo, me salí de la dieta porque tenía muchísimas ganas de comer helado. Después de dejar pasar a dos personas para ver el cártel correcta y completamente, elegí tres gustos. El heladero no era muy amable así que no pude tardar mucho en mi elección.
El dulce de leche es una fija, no se puede comparar sin él. Recuerden el Big DD. Elegí dulce de leche granizado. Agregué, frutilla con durazno y chocolate blanco con dulce de leche.
Me fui a caminar con la familia y a las pocas cuadras concluí que este helado debía ser castigado. Por empalagoso, por cremoso en exceso, por la atención.
Ahora solo queda el recuerdo de mi adolescencia. El helado no lo vuelvo a comer.
- Valor del Kilo: 80
- Relación precio calidad: 3/10
- Ambiente: 6/10
- Atención (ansiedad del heladero por servir): 8/10 (se resta del total)
- Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente): 9/10
- Dulce de Leche: 4/10
- Variedad de sabores: 7/10
- Consistencia (si se derrite al servirlo): 8/10 (se resta del total)
- Cremosidad: 7/10 (se resta del total)
- Resistencia de la cuchara: 06/10
- Nivel de regreso: 3/10
- prolijidad higiénica (J indicator): 6/10
TOTAL: 44 – 23: 21 pts.
lunes, 6 de junio de 2011
Amigos, Abuela Goye y Cariló

Siempre recordé Pinamar como una Ciudad Helado. Es la primera vez que fui en invierno, nunca antes. Había ido un par de veces, siempre en verano. Por eso, y obviamente porque esto lo escribo acá, tiene que ver con ese manjar que se llama Helado.
Será que en Pinamar probé Munchis? Será que ahí estuve con mis sobrinos en unas vacaciones y era la excusa perfecta para charlar con ellos mientras comíamos helado? No sé, pero ese es mi recuerdo.
Dos amigos entrañables (hace mucho que no usaba esta palabra. Creo que me gusta mucho como suena y el concepto) se casan. Con otros dos amigos-de la misma calaña- decidimos irnos de despedida de soltero a la costa. Pinamar, por esas cosas de los tiempos compartidos, fue el destino.
Volvamos al helado. El segundo día, en la Ciudad costeña estaba todo cerrado, decidimos porque uno no conocía ir a Cariló. Nuevamente al llegar, sabía lo que quería, recordaba el local de la Abuela Goye, donde estaba y qué pedir.
Nadie se bajó del auto, el frío era intenso. Me acerqué al local, entré y el olor a chocolate invitaba a comer, pero el helado no tiene competencia.
Pedí un cuarto, chocolate blanco Abuela Goye, dulce de leche con almendras bañadas en chocolate y boysenberry, una cruza de mora con frambuesa.
Todos y cada uno de ellos, de primera calidad. El dulce de leche, fue el culpable de que con HB queramos ir a Cariló todo el tiempo.
Vuelvo al auto, me subí y empezó a girar el helado, los que se casaban fueron los compañeros de la aventura. Dos placeres muy grandes, helado de primera calidad y el hard core de viaje como cuando éramos adolescentes.
Hoy de nuevo al trabajo, muchos kilos de más, felicidad y mucha comida. Con la esperanza de repetir y de llevar a Manuel (será ese nombre?) a comer helado.
domingo, 24 de abril de 2011
Freddo

Empecemos por una de las cadenas históricas, tal vez, el helado que tomo más cotidianamente: Freddo.