martes, 31 de mayo de 2011

Belgrano....una vez más


Siempre odié Belgrano, su cantidad de gente insoportable, su tránsito, etc. la única de las pocas excusas que me pone contento de Belgrano, siempre fue la casa de mis sobrinos y mi hermana.

La verdad, nunca ando por ahí, pero dado que nuevamente voy a comentar otra heladería de esa zona pareceré habitúe de esas calles.

Hoy, fui al médico, no había almorzado, corrían las 6 de la tarde y pensé en un sándwich, pero pasé por una heladería y decidí que iba a merendar y almorzar, helado. Fui a la caja y pedí un cucurucho, nunca hago eso, no me gusta, siento que es un estado gris, ni un vaso ni un cuarto, me quedo con ganas o me sobra. Pagué, luego fui a los gustos, volví y le pedí agregar un peso para llegar a un cuarto.

Usé la táctica de siempre, para sacarme al vendedor de encima, le pedí un gusto para probar. Eso me da unos minutos para ver la pantalla sin tener los ojos del ansioso venderos encima de mi frente. Me cuesta no mirarlo y sentir que estoy desperdiciando su tiempo. Siento que dice: flaco, nunca comiste helado que tenes que ver una hora los gustos!?.

El flaco que me atendió un copado, me corrigió un gusto porque me dijo que no era muy rico (manzana al caramelo) y me aconsejó, luego de mi pregunta, el bombón irlandés. A eso le agregué, dulce de leche con Almendra bañadas en chocolate y Maracuya.

El dulce de leche, uno más del montón. Nada especial. El maracuyá, me encantaba que en ese color naranja, se le veían las semillas, que al morderlas se largaba el sabor maracuyeño.

El gusto estrella: el bombón….consistía en chocolate (de las pocas veces en mi vida que me pedí ese gusto), granizado con chocolate blanco y negro, licor baylis y dulce de leche natural.

Dos hermosas sonrisas finales: al terminar el helado, me encontré con un bloque de chocolate blanco gigante. Una felicidad pura.

La otra, una mesa detrás de mí, dos viejitos típicos de Belgrano. La mujer le dice al varón, “sabes como se llama el vendedor de helado? Fidel, como Fidel Castro, es socialista”.

Terminé el helado, me fui caminando unas cuadras con la sonrisa en la mano.


El Colonial: http://www.colonialweb.com.ar/

lunes, 23 de mayo de 2011

Corrientes, la Provincia

Acá estoy, viaje de trabajo. Destino corrientes. Luego del viaje en avión, un mini descando, comida en un carrito de la costanera. Como en los viejos tiempos que iba con Fer. Comí, y caminé. Después me dieron ganas de comer helado. A mi compañera de viaje, les expliqué que tenía ganas de comer helado, no sin antes explicarle que tenía un blog.
Fuimos a una que había visto de reojo, Fragolina. Entramos y luego de observar el tiempo necesario para que la elección no sea azarosa, elegí dos gustos: Dulce Taragüi y -Dulce de leche granizado.
El Primero de estos gustos, excelente, queso con mamón, No podía creer lo que tenía en mi boca. Mejo que muchos gustos de las mejores heladerías. Dulce como el queso mascarpone, pedazos de mamón por todos lados. Felicidad completa.
Acá estoy, el blog siempre en mi cabeza.

jueves, 19 de mayo de 2011

Liniers y la Realidad

Hace como cuatro años que estoy con Laurita. Obviamente mi amor por el helado fue paralelo a estos momentos. Desde que la conocí, como helado muchas veces por semana. Cerca de su casa de soltera hay una heladería de la cual me hice casi socio y que pronto comentaré.Bueno, muchas de esas muchas veces que la invité a comer helado, me sucedía algo que para mí era normal, común para un ansioso, conocido por todo el universo del mundo “heladeril”: se me congelaba el cerebro y mi grito llegaba hasta los cielos. Un dolor que dura diez o veinte segundos pero que sentís que es eterno.Siempre, cada una de las veces, que disfrutaba del helado, L, me decía que era un exagerado, que ese dolor no existía, que era un psicosomático, que neurosis, que no sé cuántas cosas, todo mientras se reía. No pude convencerla de la existencia de esa consecuencia del mix ansiedad-helado, aunque en un determinado momento agarré en mi casa el libro de Liniers y me encontré con la verdad. A Macanudo le sucedía y en consecuencia, no era un invento mío.Corrí, se lo mostré a Laurita. Desde ese momento, me sigue sucediendo, obvio, pero por lo menos no cree que soy un neurótico.

lunes, 16 de mayo de 2011

Barriales: Caballito se presenta



Pronto hablaré del dolor de cabeza que produce comer helado, el famoso y conocido congelamiento de cerebro al que los ansiosos nos exponemos….ahora sigo con las barriales. Hoy Caballito.



Cena en lo de unos amigos, excusa perfecta para llevar helado de la heladería más famosa de esa zona de caballito: Fiorenza.


Según relata su página Web, la fábrica fue fundada en 1970, lo que significa que en la actualidad tiene más de 30 años. Toda una historia.


Comimos mi comida preferida: milanesa con puré y un plato de ensalada mixta. Una cena perfecta. Después de esa comilona, empezó el ahora ritual. Abrir el pote, comer una cucharada de cada gusto, todo antes que el resto se sirva. El motivo poder probar los gustos antes que se mezclen.


Otra vez, el pedido telefónico duró muchísimo tiempo. El heladero se impaciento, me puse neurótico y simplemente atiné a decirle, porque me faltaba el cuarto gusto, que me mandará el chocolate que él quisiera. Así fue: pedimos Dulce de Leche Cabsha, Frambuesa, Mascapone y Chocolate Suizo (con trocitos de chocolate y dulce repostero).


Sinceramente sorprendió: la última vez que lo había comido, no me había gustado.


El dulce de leche tiene absolutamente el mismo gusto que la golosina. La frambuesa era mala, estaba cristalizada, gusto proveniente de una botella de saborizante y el color radiante.


Por su lado, el Mascaropone no era nada especial, no encontrabas frutos rojos en el medio ni tampoco el gusto italiano del queso sino una simple crema.


El Chocolate suizo, tenía gusto a chocolatada (LW dixit) y venía con mucho dulce, aunque por suerte no tanto porque detesto esas heladerías que te sirven algún sabor con dulce repostero pero que comes más dulce de leche que el gusto que pediste. Me da ganas de decirle a quién me sirvió: acaso pedí dulce de leche repostero? Aunque nunca lo hice porque mi culpa pequeño burguesa me lo impide.


Ante el grito, “eh, es mucho un kilo para cuatro personas! Pedí menos”, pedí un kilo. El resultado: pote vacio.


Dirección: Diaz Velez 5316, tel. 4982-9892

miércoles, 11 de mayo de 2011

Historias Mínimas II

Cesar Aira y "Como me hice monja":

"Nos habíamos mudado a Rosario. Mis primeros seis años los habíamos pasado, papá, mamá y yo, en un pueblo de la provincia de Buenos Aires del que no guardo memoria alguna y al que no he vuelto después: Coronel Pringles. La gran ciudad (era lo que parecía Rosario, viniendo de donde veníamos) nos produjo una sensación inmensa. Mi padre no demoró más que un par de días en cumplir una promesa que me había hecho: llevarme a tomar un helado. Sería el primero para mí, pues en Pringles no existían. Él, que en su juventud había conocido ciudades, me había hecho más de una vez el elogio de esa golosina, que recordaba deliciosa y festiva aunque no atinaba a explicar su encanto con palabras. Me lo había descripto, muy correctamente, como algo inimaginable para el no iniciado, y eso había bastado para que el helado echara raíces en mi mente infantil y creciera en ella hasta tomar las dimensiones de un mito".

Recomiendo el libro. Gracias M. Cahn por el préstamo!

lunes, 9 de mayo de 2011

Siguiendo con las Barriales: Atenas



Mis cuñados insistentemente me decían, a la vuelta de casa hay una heladería barrial que es la mejor de todas. Su nombre: Atenas. Yo pensé que los adjetivos eran fruto de la exageración genética. Entonces, ya hace un tiempo pasé, frené, entré.
En esa oportunidad pedí los gustos que ellos (en especial MW) me recomendó: mascarpone, crema de higos y un dulce de leche. Estaba con muchas expectativas y no falló. Los tres gustos eran excelentes.
Ayer, cena en lo de mis padres junto a mis sobrinos. Pedí nuevamente un kilo y medio. La conversación telefónica con el Sr. que me atendió duró más o menos 15 minutos. Le pregunté insoportablemente todos los gustos que tenía. Le rogué que me mande los más típicos del lugar. Error: pensé en mi carrera heladística pero no en el público comensal.
Luego de esos minutos en los que el heladero solo quería cortar la conversación: pedí medio kilo de Dulce Oriental (con frutos rojos, chocolate y una base de sésamo). En el kilo: tiramisú, chocolate con frutos rojos, crema Ipanema (banana con maracuyá) y Naranja con frutillas.
Ante el enojo de mis compañeros/as de cena, probé todos previamente a que nos lancemos a comer. La opinión sobre ellos, unánime.
El dulce Oriental es por ahora el mejor dulce de leche que probé.
El chocolate con frutos rojos, rico, normal.
Los demás: todos flojos.


Nota de color: todas las semanas la heladería crea gustos nuevos, previo a lanzarlo, lo hace probar en el local.


Dirección: Ciudad de la Paz y Monroe. Barrio de Belgrano

Tel: 4788-6458

martes, 3 de mayo de 2011

Helados Via Maggiore




Allá por el 2000, trabajaba en un estudio jurídico, me tomaba el 124 para ir a cursar a la facultad. La parada estaba en Córdoba y Callao. Frente a ésta, una heladería, parada casi obligada: Helados Via Maggiore. Una heladería que según dice el folleto y su cartel, data de 1981.
Hoy pasé nuevamente, entré, la puerta estaba cerrada. Abro, una chica, que seguramente no habrá atendido a mucho en el día frío de la fecha, saltó y con su simpatía me preguntó que quería. Dije un cuarto, tres sabores.
Le pregunté, cuál es el gusto que vos recomendarías, el que pensas que es distinto a los demás lugares, me dijo: dulce de leche con algo, Arándanos y Crema turca (crema de nueza con nueces e higos). Obviamente pedí esos gustos. costo: 22 pesos.
Abrí la puerta, salí, caminé y empecé a comer.
El dulce de leche, no me gustó. Arándanos, rico. La crema turca, excelente.

El lugar, una heladería que es un mix entre histórico y barrial. El aspecto responde a esa mezcla.
La atención, excelente. Recordé que en las épocas de estudiante, previo a la facultad, me dejaban probar los gustos sin apurar mi elección.