lunes, 9 de diciembre de 2013

El helado y los prejuicios

Si me sentera a escribir sobre los helados Daniel, no puedo dejar de escribir sobre los prejuicios. Me debería sentar a escribir sobre la zona norte, sobre mis chistes, sobre las perlas, sobre el running, sobre los autos, sobre el Uni y la Pana. Me debería sentar a escribir sobre la diversión y por sobre todo, sobre ciertas personas que hoy son importantes en mi vida pero que no las quise para nada por propiedad transitiva y cada charla inicial estuvo marcada por prejuicios o juicios prematuros.
Me sentaría a hablar sobre tres personas que se ríen de mi neurosis. Una me llama Woody, otras dos leyeron Zeno y veían el personaje en mi. Una de las últimas, con sus amigas, me denomina Little Woody.

Hace pocos en un cena atípica comimos en mi departamento. Les cociné, felices de recibirlas. A las tres personas que no tenía motivos para querer, ni ser amigos. Los prejuicios eran los que se apoderaban de cada charla hasta conocernos. Uno pensaba una cosa, otras otra.
Con el tiempo, nos fuimos conociendo hasta comprarme los cafés que me gustaban para invitarme a merendar. Se reían conmigo, de mi y yo de ellas. Nos reímos. Armaron un equipo que por momentos me invitaba a pasear.
El helado Daniel, deja de desear, es literalmente feo.  No como estas tres personas. Si hablamos de los gustos de la heladería son artificiales. Salvo la crema americana, diría una de ellas, la misma que me atacaría sobre mi rol de catador de helado y mi autoridad sobre ello. Otra me defendería por ser lectora del blog, otra se reiría de la pelea tonta.
Se reían, como siempre, de mi vida woolyanesca, pensarían que soy un loco, que me gustan los helados demasiado, que soy exagerado, que soy un persona. Yo les diría, y Boston????? a cada una de ellas.
En fin, contra todos los pronósticos, comieron helado en mi depto. Las recibí, nos reímos, tomamos y nos reímos más.
En fin, de verdad, a estas tres que prejuzgue, que me prejuzgaron, las invitaría un helado de freddo en mi casa muchas veces

lunes, 25 de noviembre de 2013

Y un día volví al Blog: NYC vs. Argentina

Casi un mes sin escribir en el blog. Sr/Sra Lectora/a no piense que mi cuerpo se despidió del helado. La boca se le haga un lado y si lo piensa y no lo dice, los pensamientos que se hagan a un lado.

Empiezo por el final, como todo ansioso en recuperación. Lo hago pero me doy cuenta, es un avance!

En NYC tomé helados por todos los lados. Siguiendo la recomendación de Gargarella, Grom, logró posicionarse  segunda, detrás de Cones. La heladería perfecta en NYC. Cuando las ganas de dulce de leche  se presentan es un refugio para el alma (qué frase de Victor Hugo, no?).
Luego tomé en otros lado, siempre probando helados mientras que caminaba. Otras veces comíamos twist o snicker helado con mi amiga querida Flor Sotelo, en el Deli cercano.
Comimos en Williamsburg, ese espacio donde "los niños/as bien" son los nuevos jipis. Ese espacio donde la moda es colorida y uno que se viste en el mismo local palermitano hace 10 años, ve los colores como un pajuerano. Donde los marcos de los anteojos, son la moda y uno que ve bien querría ver mal para usarlos porque lo hacen moderno e intelectual, al mismo tiempo. Posmoderno, tal vez. Pero prefiero, no ser posmo, la verdad. No me sale, me encantaría, tal vez, pero no me sale.

Hace un mes llegué a Argentina por diversas cosas. Desde mi desembarco tomé helados todos los días.  Al llegar, comí sand de miga en el auto de mi hna que me fue a buscar al aeropuerto. Deseo que se le cumple a cualquier hermano menos que llega luego de no verse por dos meses.  El primer día fue en una heladería que pasé por callao y córdoba y que me gusta. Luego Persicco, Cadore, el dios Freddo y hoy Rapa Nui!
NYC es una hermosura, un encuentro con la multiplicidad, con la cultura, con el individualismo, con el egoismo en el subte, con la comida étnica pero sin duda no es la ciudad del helado. Si en argentina hubiera una estatua de la libertad, le ponría el helado en la mano. Un cucurucho de freddo para que todo aquel que quiera habitar el suelo argentino, pueda tener derecho a ser feliz!
En fin, NYC tendrá lo suyo (mucho!) pero el helado argentino es un abrazo tranquilizador donde calmar las angustias, donde reírse. Es la felicidad hecha postre!

martes, 17 de septiembre de 2013

Redención, pido, por favor

En un capítulo de los Simpsons hay un dios de los supermercados. Si existiera uno, en general, y de los helados, en particular, le pido perdón. He pecado. Comí Yogurt Helado. 


jueves, 12 de septiembre de 2013

Helado mata choripan

Me despierto, me voy al muelle a leer. El muelle en el cual ya conozco a los pescadores y nos miramos y movemos la cabeza, para decirnos hola. No estoy concentrado. Me duele la espalda. Vuelve a mi casa a escribir. No me concentro. Veo el pronóstico y dice que va a llover. Digo: me voy antes que llueva, luego voy a estar encerrado y, no voy a poder caminar, mis mínimas 40 cuadras diarias. 
Me tomo el subte, recuerdo que estaba la fiesta de Saint Gennaro, en Little Italy. Pienso en la comida italiana y sobre todo en el helado. Me bajo en la estación correspondiente. Empieza a llover muchísimo. Recuerdo mi teoría sobre los paraguas. Una estúpida teoría moral, con argumentos deontológicos y utilitaristas que hace que me moje cada vez que llueve. Creo que el paraguas es la expresión máxima del individualismo en los días de lluvia. Hay gente que se moja y uno camina así, como si nada. Me molesta que me golpeen con los paraguas, creo no poder dejar de golpear. En cuanto a los utilitarios, es la típica cosa que pierdo cada vez que tengo uno (sí, tuve y supongo tendré). Por otro lado, un poco me gusta mojarme y caminar cuando llueve. Me divierte ir encontrando lugares donde reposar cuando de un golpe cae mucha agua. En fín...camino hacia ese barrio y por suerte deja de llover. Empiezo por el principio de la feria, donde veo que venden unos choripanes gigantes con cebolla, morrones, etc. pero me digo que antes tengo que ver toda la feria para ver con qué me tiento. Recorro y veo helados italianos. Resaltan en todos el pistacho. Llego al final, y recuerdo que tanto el helado como el choripan que más me gustaron son los del inicio. Vuelvo...camino, sabiendo que es imposible que no me sienta mal cuando termine de comer eso. Que tendré que comprar el helado para balancear la grasa picante que comería. Y así fue....comí el choripan de un zarpaso, llamé a fer, mi amigo, y le dije que estaría orgulloso de todo lo que estaba comiendo (como muy poco y él muchooo). Termino de comer, rápido, y pienso que necesito el helado cuanto antes. Que si pasan más de cinco minutos, sería cierto que ese choripan estuvo en mis manos. Voy por el helado, Pido el mediano, cuatro bochas. Cuatro gustos distintos. Sandía, Crema Siciliana, otra crema que decía especialidad y pistaccho. El primero era el que estaba arriba. Lo pruebo, voy al tacho de basura y descarto ese gusto. Era ho-rri-ble. Sigo con los demás, todos tienen el mismo gusto. Igual camino feliz, con el helado en la mano, ya no llovía y me divertía estar ahí, comiendo helado. Veo muchos argentinos, caminando.  El pistacho, sin lugar, el mejor. Tal vez porque tenía otro color y era el único que podía diferenciar.
En fin....no hay helado como el argentino. Hablando de eso....voy a Cones-heladería de un argentino- seguido. Me reconoce, me pregunta por el blog, luego de que le comente sobre el-. El dulce de leche es mágico. Los quinotos al whisky, son buenos pero no lo pido porque te cobran dos dólares más porque están hechos con Johnnie Walker etiqueta negra. Me indigna, pero no le digo nada porque cada vez que voy charlamos y quiero ser su amigo!
En fin...seguí caminando 40 cuadras para volver al blog....seguiremos... 

jueves, 22 de agosto de 2013

Il laboratorio y el helado. La búsqueda....

Soy un ser sociable. De eso no tengo dudas (por suerte dejo una certeza a mi relación conflictiva conmigo mismo). Los sábados juego al fútbol con amigos hace quince años, los miércoles como con otros en el mismo restaurante hace 5 años (antes era otro), me junto con Ari a probar y recorrer barras de la ciudad (también a comer rico), tengo amigos en el trabajo que se convirtieron en casi hermanos y que con algunos, incluso hablamos a la distancia y nos preocupamos por el otro mutuamente. Con otro grupo antes comía jueves por medio en una parrillita barata. Luego nos encontramos a charlar, sin frecuencia. Sin embargo, por estos días, paso muchísimo tiempo en soledad. Me despierto, agarro la compu y me pongo con la tesis, camino como una hora y media por día. Me siento a leer un libro que tenía pendiente hace dos años. Veo gente de todo el mundo en forma constante, sea que son turistas, que son residentes...pienso, pienso, no paro de pensar en aquello en las cosas que me convocan constantemente.
Camino por la calle, mucho, como dije, hace calor. Busco un refugio, no lo encuentro. Ese espacio donde repito "es la felicidad hecha postre". No lo encuentro, sigo, sé que está Cones pero no anduve cerca y cuando lo estuve tenía una caja grande entre los brazos dado que acababa de comprar mi cafetera. Recordé el capítulo de Seinfeld donde Kramer lleva el aire acondicionado en el estacionamiento y me reí solo. Es algo que hago habitualmente.
Ayer dos horas de caminata, mucho calor, no iba a ningún lado, simplemente caminaba porque el sol no me dejó leer el último de Dworkin y no tenía la concentración o voluntad suficiente para ir a leer a un bar. Otra cosa que se me complica es encontrar bares con Wifi. Es algo que me llamó tanto la atención como la incapacidad de las personas a saludarse en espacios comunes como el ascensor.
Ayer, Katz, me quedé con gusto a poco y pedí otro. No entiendo por qué aún pero pedí otro, solo había comido medio hot pastrami. Nunca como mucho y cuando lo hago sé que me voy a sentir mal al instante que termino. Tal vez buscaba eso, me pregunté. No creo, me respondí. Luego, nos paramos y salimos. La grasa de todo hot pastrami debe ser agotada con algo que lo contradiga (no es la palabra correcta pero gusta como suena). Salimos y frente estaba lo que acá se hizo famoso. El local del Laboratorio del Gelato. Cola para comprar. Resolvemos esperar porque yo no podía dormir sin el helado. Así de simple. Decidí entre el insomnio y la espera. Luego de probar (Turkish fig: higos) pedí lo obligado Dulce de Leche y chocolate blanco. Laura, Cucumber (pepino) y mango. El higo que probé era excelente pero no pude pedirlo. Mi porteñidad me reclamó que pida DDL, aunque asumía que iba a ser feo. El chocolate blanco era bueno. No la rompía pero era bueno. El dulce de leche, malo, malo. Mi pregunta, la pensé solo, fue por qué lo hacen. Que no lo hagan o que lo hagan bien. No tenía gusto a tal.
El cucumber, bueno, el mango, mejor.
Es una heladería que le podría ir bien en Palermo o lugares así porque tiene gustos raros. Acá está bien que haya cola. No era tan malo.
Sigo buscando, sigo buscando, dentro de todas las cosas....un helado que me haga decir "la felicidad hecha pote o postre" dependiendo de si pedí un cuarto....mientras tanto sigo buscando......

sábado, 17 de agosto de 2013

El primero de algunos cuantos....

No hablaré de las despedidas, no, ya lloré muchísimo y no pienso hablar de ellas. Al decir esto, me doy cuenta que estoy hablando y me dan ganas de llorar. No pensaré, estoy pensando. La pucha....
No soy una persona que se caracteriza por la belleza personal. Mi aspecto es de turco argentino, más bien las personas a las que les puedo llegar a parecer más o menos lindo (pienso menos que más) ven ese profile. Bueno, la policía de USAno piensa lo mismo. Me mandaron a la pieza de los extranjeros a los que hay que hacerles algunas preguntitas más. Estábamos nerviosos pero nada que no se maneje. Decía: no hay nada por lo cual me puedan rebotar. Si es tal la discrecionalidad, ya está, todo está dicho y nada puedo agregar. Obviamente pasamos.
Ayer el primer día, caminamos muchísimo. 7 horas de caminata. Proyecto de correr y manejar mi cabeza mejor. Siempre pensé y pude corroborarlo en el pasado que correr no es apto para neuróticos o para mí que soy uno de ellos. Mi cabeza no me deja tranquilo. Ayer compré zapatillas para ir al Central Park. Esa excusa me permitirá comer más helado porque lo haré sin culpa (no sé si alguna vez tuve tal culpa pero no importa). Luego de mil horas de caminar, me puse de mal humor. Necesitaba helado y acá no hay una heladería cada cuadra como en mi hermoso país. Pasamos por Bell & Jerry y sin confianza entré. No es el tipo de helado que me gusta, sin lugar a dudas. Pero hice algo que no creo que alguna vez un gringo ha hecho. Le dije, luego de elegir dos scoop (bochas), la tercera le dije lo que vos quieras. Se me quedó mirando....El helado mejor de lo que pensé, peor de lo que cualquier heladería argentina puede dar. Cremoso al estilo de acá.
Hasta ahora el mejor helado lo trajo el highline. La Neoyorkina, así se llama, vende palitos artesanales. Laura pidió uno de cucumber and limon (pepino y limón) y yo uno de pineapple y jalapeño (muy rico y picante).
El último lo super recomiendo. Es una sensación extraña, entre dulce y picante. Caminar al sol y ver los miles de lugares para comer, mientras que palito en mano, vas pensando en las mil cosas que tu cabeza juega al mismo tiempo que cambiar la cara cuando lo dulce pasa a picante.

miércoles, 31 de julio de 2013

Mi pequeña guerra contra la infancia



Me llevan en auto. Me cuentan que el fin de semana, en una reunión grupal, recordaron mi blog porque una habitante de Colegiales come helado en Lado B y yo había escrito algo sobre esa cadena. Me cuentan que una de las comensales, llamémosla “M”, eligió pedir crema americana y vainilla. Me rio pero no explicó los motivos. Solo critico esos gustos.

Me bajo del auto, decido tomar un helado porque estaba cerca de Persicco. Tengo muchos motivos para escribir. No decido cuál es el correcto entre todos. Todos son válidos. No tengo que decidir, pienso. No se que haría Luis-mi analista-, en este caso, ya lo sabré cuando se ejecute el plan de “la venganza de la conciencia”, sobre el cual alguna vez escribiré.

Compro el helado. Decido los gustos. Dulce de leche granizado y frutilla ídem. Mucha decisión, pienso. Decido agarrar el teléfono y escribir. Acá si tuve que elegir pues iba a caminar pero como quería hacer la crónica, me tomé el colectivo. Subo me peleo con el conductor porque no esperó a una persona discapacitada. Me siento porque el papanata me importa menos que escribir.

Pude elegir sabores. Claro que no elegí americana y mucho menos vainilla. Recuerdo a “M” y decididamente seria una discusión fuerte o robusta la que mantendría si delante mio pidiera esos gustos. Mi primer pregunta seria: “M”, resolviste el dolor de pasar de la etapa de la infancia? Me río solo!

“Claro”, que hay miles de preguntas que son necesarias responder y analizar: Qué, cómo, por qué, y cuándo. Seguro que la anterior es una de las más importantes, así como es necesario superar la idea de que los padres-masculino- son los mejores asadores. Escuché a muchas mujeres repetir eso. El Edipo y la porteñidad.

Pienso, entonces, que hay tantísimas preguntas importantes que responder. Para eso, voy al Gran Luisito. Sin embargo, la que se me ocurre ahora y que no entiendo, es cómo un heladero acepta enviar crema y vainilla sin antes preguntar si hay un infante entre los comensales. Me rio solo en el colectivo, veo que mi enemigo conductor me mira por el espejo, enojado.

Quisiera conocer a “M” y decirle que no pida más esos gustos, que en análisis se supera el temor al crecimiento y los cierres de las etapas, quisiera invitar a cada una de ellas con un helado de dulce de leche o sambayón. La adultez tiene sus costos. El heladero- como el analista- también son responsables de hacernos un empujoncito e invitarnos a crecer. Heladero, haga los suyo, por favor, cuando una persona adulta pida esos gustos.

A la noche tomo tragos con Mariano, le comentó mi idea sobre los gustos y la infancia. Me recuerda que si bien está intentando probar otros gustos en Jauja e innovar, siempre que quiere disfrutar mucho del helado- o de la infancia le dije yo- pide chocolate y americana. Recuerdo que lo pide hace 31 años.

domingo, 16 de junio de 2013

el Helado y el padre

Toda mi vida detesté el día del padre. En verdad no sé si toda mi vida o los últimos largos tiempos. Más allá del margen temporal, lapso o retrospectiva, no me gusta este día. Me imagino que un día un personaje extraño se levantó y dijo hay que hacer un día del padre y así pasó. Es un día que encima en algunos casos lástima, por ausencias, por peleas, por encuentros que no se quieren. Imagino a quienes quieren ser padres y no pueden, soñando con festejar; a quienes sus padres no los acompañan, pensando en los festejos y a otros, dividiéndose y terminando el domingo agotados. Imagino todo eso.
Pero ya que estamos, hablo del helado y el padre. Ya que estamos.
Todos los miércoles jugaba River o veía Poliladrón (eran excluyentes porque por esos tiempos Canal 13 tenía ambas cosas en su monopolio). En el mismo momento en que me ponía a ver el partido (vale destacar que River jugaba de visitante porque sino hubiese estado en la cancha) o una hora antes, para ser más precisos, llamaba a Freddo y pedía helado. Previamente, intentaba convencer a alguien de mi familia, especialmente a mi padre para pedir helado. Si lo lograba, lo pagaba el sino lo encaraba yo con los vueltos que nunca devolvía. Siempre pedía lo mismo, Chocolate amargo y limón. Nunca le pregunté pero no sé si de adulto eligió esos sabores o si siempre fue un adulto en materia heladeril.
Cuando nadie quería yo pedía medio kilo y me lo comía solo. Por esos tiempos, la juventud me permitía ese gusto. Actualmente, si pido medio kilo para mi solo, repito los gustos en ambos cuartos solo para no tentarme con probar los que no estaban en el primero que comí.
Otra historias de padres e hijos. Cuando el blog comenzó, hace dos años, el primer lugar al que fui en busca fue Scannapieco. Aquella que quedaba sobre la Avenida Córdoba y en la cuál te daban cucharitas de madera. Era una lindo local con mucha madera en las paredes, mostrador, bancos antigüos. En fin una heladería típica.
Di vueltas pero no la encontraba, hasta que le pregunté a una empleada de un local que yo creía lindante, si sabía que había pasado. Me contestó que hace seis meses que se habían ido y que yacía una placa en "esa" pared donde indicaba que ahí mismo había funcionado la mentada heladería. Pucha, dije, llegué tarde.
Hace dos semanas me enteré que abrieron en Palermo. Sobre Niceto Vega y Dorrego. Hace tres días fui. Compré medio kilo, dividido en 6 gustos distintos para probar. Le pregunté al cajero si eran los mismos dueños, a lo que me contestó que eran los hijos que seguían con la empresa del padre.
Al entrar a la página se puede comprobar. Indica que son los sucesores de Emilio Scannapieco.
Jodido, nombrarse así. Cuánto peso! En fín....el diván es la solución. Hoy, en el día del padre, los imagino brindando con cucuruchos
Sobre los gustos, pedí: dulce de leche granizado, otro con granitos de café bañados en chocolate, pera, crema armenia, chocolate blanco y Pistacho (un gusto que se impuso en los últimos meses).
Ninguno me rompió la cabeza. La pera estaba cristalizada y los demás no eran gran cosa. El pistacho y el dulce de leche con café, tal vez los mejores. El chocolate blanco el peor.
Bueno, en fin dejo la computadora y me voy a bañar porque el día del padre comienza.

Contacto: http://www.heladosscannapieco.com.ar/

martes, 14 de mayo de 2013

Crónicas compartidas: Ceci C. y Diego M en Cuba


Hola Dami, te cuento nuestra experiencia con el helado socialista! Te tiro un par de datos que no se si se daban en la época en la que vos estuviste.
La verdad es que en el 2013, son pocas las cosas que los extranjeros, y menos los que se ajustan a las costumbres y ritos estrictamente turísticos, pueden experimentar en carne propia del socialismo cubano. Con las nuevas políticas de apertura la isla se ha ido comercializando, las casas particulares son cada vez más parecidas a un bed and breakfast, los taxis modernos conviven con los buicks destartalados, y hasta puede uno encontrarse algún incipiente local de adidas en alguna que otra calle de la Habana.
El comercio si bien está permitido se enfrenta con la duplicidad de monedas. Mientras los cubanos utilizan pesos nacionales, los extranjeros usan pesos convertibles (CUC) que valen 20 veces mas q los nacionales. Y así como para los cubanos es difícil consumir cosas que se pagan en cuc porque les resultan carísimas son pocas las cosas que los extranjeros pueden consumir en pesos nacionales. Una de ellas es la comida al paso: una pizzeta por ej cuesta 10 pesos nacionales o sea 0.50 dolares o pesos convertibles (CUC). La otra es el helado, pero no cualquier helado.




En el barrio del Vedado, en la Habana, está la "soderia" Coppelia recreatur que sigue los designios de la arquitectura socialista y no se anda con pequeñeses: es todo un parque heladero, en el que no faltan bustos de heroes revolucionarios como Martí o Celia  Sanchez y citas que los recuerdan. En el medio está la confitería, muy estilo “Los Supersonicos” (o “the jetsons” para los hippsters) con tres barras con varias banquetas alineadas, donde se sirve el helado por gustos, en cada barra un gusto o dos, que son los disponibles del día. Los heladeros y heladeras lo sirven, si uno quiere, con un par de galletitas, un cocktel de frutas (que no es otra cosa que una ensalada de frutas) y un sirope de caramelo, todo eso en una bandejita ovalada de plástico con una cuchara de aluminio y un vaso de agua. Una escalera caracol lleva a un primer piso donde hay mesas y sillas y se sirven algunos otros postres con helado y frutas, pero no vimos demasiada concurrencia cuando subimos a curiosear. Alrededor de la confitería hay carpas con mesas y sillas donde se puede pagar en CUC y te traen el helado a la mesa. Pero la barra te llama, ahí hacen cola los cubanos y si algo es garantía de calidad en un lugar extraño, son los locales esperando su turno.
El primer dia que fuimos solo teníamos 4 pesos en moneda nacional y cuando peguntamos cuanto salia cada bola, oh sorpresa! 1 peso nacional. Debo confesar que me tomó un rato hacer el calculo, me parecía absurdo que 10 bolas de helado cuesten lo mismo que una pizza... Nos tomamos dos bolas cada uno, de los gustos naranjapiña y mantecado por la módica suma de 0,17 dls/cuc (el segundo dia volvimos con mas pesos nacionales, Diego pidió cinco bolas y la heladera automaticamente lo recorrió con la vista para chequear donde las iba a meter, o quizás fue ofensiva la cantidad de helado que pretendía consumir, nos quedará la duda y por supuesto mi regaño rompeovos ante la diferencia abismal entre la cantidad que comían nuestros compañeros de barra y el argento glotón). Suponemos que el helado está subsidiado, por eso es tan barato, las cosas dulces y las golosinas no abundan en la Habana, por no decir que son casi inexistentes, mas allá de algunas tortas o bollos que se ven en las pocas panaderías que hay en la ciudad, o quizás  siguiendo lo que seguramente sea tu razonamiento, el helado es una necesidad básica y elemental, que al igual que la salud, la educación y la vivienda, el gobierno cubano se ha encargado de asegurar porque si hay algo que no puede negarse es que en Cuba, todos tienen acceso al helado.
Si me preguntas por su sabor, etc.. q puedo decirte? imaginate un lugar en q la gastronomía es ante todo, una.forna de satisfacer las necesidades nutricionales de la población, donde se come lo q hay disponible y en temporada... en ese escenario, uno come el helado que hay y le parece genial y no se anda con rodeos burgueses, como mucho elige entre dos o tres que hay ese día y que nunca superan el chocolate, el mantecado (una suerte de vainilla) la fresa o la naranjapinia. En el hotel capitalista para extranjeros en el que paramos en el cayo había un gusto que no vimos en otro lado, la guayaba, muy rico por cierto, pero venia sin revolución.

 


viernes, 10 de mayo de 2013

el lugar conocido y mi tentación por el helado orgánico

Estudio Inglés con una excelente profesora, docente y persona hace mucho tiempo. Como siempre tengo los locales donde consumo, dónde tomo el café, donde un sandwichito de miga, etc. Hay un espacio donde siempre tomo un café. Hubieron momentos de tostadas, otros de scons, otros de sandwich tostado y algunos de carrot cake. Sí, Carrot Cake. Un día lo pedí e instantáneamente le pregunté vía wupp a Mariano T, quien me conoce desde los dos años, "en qué momento me convertí en alguien que se tienta con una carrot cake". Me reí solo y seguí comiendo. Bueno, este principio que uno podría presuponer que no guarda relación con el helado, muestra un atisbo de la misma. Ayer, tuve un día de mal humor por cosas de trabajo, luego sabía que la cura sería el helado (un día tengo que hablar sobre las personas que me ven mal y me mandan a comer helado. Me caen bien!). Terminé la clase y empecé a recorrer la zona. Iba en busca de un helado orgánico que leí en alguna de esas revistas snob que leemos aquellos que nos gusta comer rico y tomar mejor (algún día tengo que hablar del club del drink que tenemos con Ari p). Recordé la carrot cake y mi tentación, actualizada, por el helado orgánico en Guardiola.
Entré, pensé que era el día para sentarse a tomar un rico café y tostado. La hora era la indicada. Pedí un vaso chico y luego, pensé, y pedí un cuarto de kilo. Quería comer mucho helado. 
Pocos gustos muestra su cartelera. Algunos clásicos y otros innovadores, palermitanos y naturales. Fui por estos últimos, claro. 
Pedí té verde con jengibre el cual me pareció simplemente magnífico, por su dulzura, picor y frescura. Por lo innovador, por su espontaneidad, por su naturalidad
Pedí dulce de leche granizado. el que tenía un excelente y natural sabor. El que era un poquito más dulce de lo que me gusta pero que cumplía su función perfectamente.
Pedí crema americana con miel y nueces pecan. Simplemente perfecta.
Probé, solo para probar, el chocolate blanco. Excelente pero menos rico que otros lugares.
Finalmente, salí caminando, me subí a un taxi (algún día tendría que hablar del mundo taxi y mi vicio por ellos) y me fui a casa. Comiendo feliz, mejorando el día.    

sábado, 20 de abril de 2013

Veikko, las cañitas y la espera

Ayer fue viernes. El día anterior jueves. Con eso no digo nada, claro, sino una mero relato cronológico de la semana. Esto cambia si digo que el jueves comenzó lo que con Ari p. denominamos el club del drink. Nuestra despedida, hasta julio. Jueves por medio, visitas a los mejores bares de la ciudad a hacer la noche de determinado alcohol. El pasado jueves comenzó en Dill and Drink. Noche de Gin. Barra, conversaciones con el barman, propuestas de tragos y charlas entre nosotros sobre cosas no importantes y sobre las importantes. No sabría decir cuáles son cuáles. A ese encuentro fui cargado de conversaciones previas. Discusiones de casos de trabajo con personas que respeto. Mi cabeza no dejó de funcionar ni tan solo un minuto sobre todo lo que el jueves me dio. Silencios y apuros.
Ayer fue un día raro. Me invitaron a la circuncisión de quien es mi ahijado. Tuve que participar activamente. Es decir, agarrar al bebé por una milésima de segundo y decir una frase que si hoy recuerdo me hace reír. Me hicieron nombrar a dios. Yo por dentro pensé, dale, posta? Tengo que decirlo? Pero si no existe, pensé! Pero si lo dije. Era mucho menos importante la palabra que el momento ese para los padres. Luego, como consecuencia de pactos justos y respetuosos, salí despavorido hacia una habitación. Luego, todo el día, quedé cedado. Un día donde extrañamente no sentí la sensación de ansiedad que marca el ritmo de mis latidos y mucho más de mis pensamientos e impulsos.
Luego por esas cosas de subirse a los autos para que te lleven y conversaciones que llevaron, terminé en las cañitas. Bajé y caminé a una heladería cuyo nombre es Veikko. En el corazón de Las Cañitas. Ese barrio menemista y militar, poco deseable de pasar un rato, por lo menos para el que escribe. Recorrí con la pasividad que reinaba las calles y pensaba, qué feos bares. Menos mal que son las 5 de la tarde porque sino encima los vería repletos de personas.
Entré a Veikko, leyendo La Extraña de Marai. No me pude concentrar mucho. Comía helado de un cuarto. No sé comer y leer al mismo tiempo, como tampoco sé mirar la televisión y comer, menos una película. Pedí un cuarto porque estaba con ganas de comer helado, porque como una acción afirmativa no comía hace mucho y necesitaba tener más de ese placer en mi sangre.
Pedí dulce de leche granizado, pistacho y mango con algo que no recuerdo. El momento fue feliz. Ayer estaba feliz, melancólico, pensativo, nostálgico. Movilizado, corto de palabras pero con muchos pensamientos que compartir. Necesidad de hablar pero con inmovilidad labial.
El dulce de leche, peca de dulce. Empalagoso, blando en consistencia. El granizado es rico. buen chocolate.
El pistacho, el mejor de los tres. Tiene pedacitos de esa fruta seca que mi familia como todo clan semita come sin parar en los encuentros. Donde se camina comiendo eso, depositando los caparazones en sus manos, mientras comen con la otra.
El mango, normal.
El lugar tiene una gran variedad de gustos que por más que no sea de los mejores lugares, merecen son probados.
La atención, muy buena. Luego, ahora si con libro en la mano me tomé un café Lavazza, muy rico y bien hecho.
Empezó.....

Contacto:  http://www.veikko.com.ar/

jueves, 18 de abril de 2013

El halado en mi vida. Dos años y una retrospectiva

Dos años. El blog comenzó hace dos años.  En el primer post conté que mi amor por el helado seguro se remontaba a mi compañerismo con mi abuela, i abuelo y tía. Que esos jueves de la vida infante eran felices, instantes cotidianos, rutinarios que marcaron y marcarán el espacio virtual en este caso y corporal a lo largo de mis casi treinta y tres años.
Luego, el blog fue participe de mis antes y después de análisis. De esos espacios que son valorados y necesarios para mi. Hoy puedo contar, y esto merece que coma un kilo de helado, que mi analista me dijo que no podremos hacer terapia vía skype. Yo le contesté que no podía vivir sin ese espacio. Qué cómo iba a hacer! me enojé con el mundo. Herramientas y espacios que son necesarios. Me dijeron, en clave heladil, que a partir de ahora y por dos años sería diabetico y que no podré comer helado.
Luego, el blog recogió mis fanatismos, mis diferentes y extremos. Conoció a mis amigos, familiares, hijos de ellos. Mis viajes, mi casa, mi familia. Nuestros proyectos. Mis temores, mi neurosis y mi amor constante por el helado. A Laura, mi compañera.
A partir de ahora, algunas cosas del blog cambiarán. Tendremos comentaristas viajeros que se han propuesto y yo escribiré a partir de julio desde NYC!
Como todo proceso de un neurótico como el que escribe estará acompañando por la melancolía, por tres meses de despidida y por dos años de añoranza.
El Helado, bendito helado, compañero y amo de mi escritura.

sábado, 13 de abril de 2013

el helado y vos internacional: Marian y Sol desde Florencia


el Helado y vos: Magu, Sofi y Mica.


De estas nenas conozco historias (increíbles) cotidianas. Ahora las vemos comiendo helados.

Es helado de Rústica, en Donato Álvarez frente a la plaza Irlanda. Rico, magu y Sofi  tienen un gusto algo extraño para niñas pero son fanáticas del mousse de limón combinado con dulce de leche o chocolate. Mica va con la frutilla al agua. Pero el plus de este lugar, no sé si se llega a apreciar en las fotos, es que tienen unos cucuruchos de colores que las fascinan! Por lo general compro para llevar y se los armo en casa, así que lo que ves de fondo es mi patio




sábado, 6 de abril de 2013

Por cosas como estas, tengo el blog


Comentario recibido: "Idiota, los helados MASSERA no son mas de la familia desde 1995. Ademas ellos no tienen nada que ver con el genocida. Informate y despues opiná INFELIZ".
sigo comiendo, mientras me rio porque alguien me tome en serio!

post por el que se enojó el amigo/a: http://heladoargentino.blogspot.com.ar/2012/07/massera-como-su-nombre.html

miércoles, 27 de marzo de 2013

Todo es culpa del Diván

Días movidos, movilizantes, de recuentos, de encuentros, de despedidas, de descuento, de esperanzas, días, días que pasan y se quedan esperando, días que pasan y dejan marcas que no serán de nacimiento pero dejan huellas. Días de sueño y sueños, de despertar y pensar. Todo es culpa del diván.
Ayer, una reunión a la que se suponía que vaya con los tapones de punta, donde tenía la posibilidad de expresar mi descontento con el macrismo y su política social. No lo hice, me encontré en la misma posición que hace un año, tratando de conversar. Me fui riendo con Albertina, otro personaje. Ella esperaba que le diera el lugar para pegar, yo sin darme cuenta respondí sin ese espacio. Armonía, la que no encuentra mi pié.
El colectivo me llevo para la zona de análisis, esperaba llegar al analista y pensar en mi tendinitis, en mis nervios, en mi dolor de estómago, en mi gastritis, en fin, pensar en mi neurosis.
Le pregunto al colectivero si va por Las Heras, me dice que va por Santa Fé. Le digo, no importa, llevame. Pienso que bajaré en Agüero y caminaré hasta Plums, agarraré mi libro que se llama  "La Muerte del Padre" de Karl Ove Knausgård (muy bueno y pesado).  Plan perfecto. Esperar con libro y helado para ingresar a análisis. Pasa la hora y entro. Me acuesto y todo comienza. Todo es culpa del diván, que las palabras salgan de mi boca, que las esperanzas se hagan carne, que los temores sean el acompañamiento. Que y miles de que. Salir caminando por la calle y pensar en cosas que me cuesta decir, en cosas que me hacen feliz.  Cosas, más cosas, todo culpa del diván. 

lunes, 25 de marzo de 2013

La pretensión hecha local y helado. Masse

 Día de corridas, de llegan a Nuñez para el cumple de Anita, de miles de personas que hacían el mismo recorrido para ver a Messi. Llegue y al poco tiempo hice el recorrido contrario. Subte y auto de Pame para que nos lleve al recital de Andy. Mariano nos esperaba ahí. Los cuatro veríamos la presentación del disco y luego a tomar algo a la Modelo, bar típico de La Plata.
El recital estuvo interesante. Andy, el primo de lau y ahora mi primo (claro!), arriba del escenario la rompe, es seductor, te interpela y tiene una puesta en escena muy buena. Salimos, luego de camparis y gins para la modelo. Milanesa napolitana con puré, pedí. Para compartir. Los demás, pescado, ensalada y papa rejilla. La milanesa se depositó en el la mesa sin pedir permiso, pensé que no la terminaríamos, que con Pame no lograríamos ver el fondo de la fuente clásica de metal. Pedí cerveza, cosa que últimamente no hago y arranqué. No podía parar, sentía que me hablaba, que necesitaba volver a atacarla, cortaba pedacitos chiquitos y los llevaba a mi plato. Así con puntos suspensivos....en el medio escuché el clásico, disfruta y luego no te quejes. Lau, me interpelaba. No lo logré, disfruté y me quejé. El dolor de panza, el para qué me atraqué, para qué como tanto si después me siento mal. Pedí que vayamos a una heladería, hay miles en la ciudad de la diagonales. Una que no conociera. Necesitaba bajar la comida, sentía que el colesterol explotaba en mi cuerpo.
Decidimos ir a la Boulangerie que pusieron nueva, aquella que vende helados, también. Entramos y pedimos. Un vaso mediano, solicité. Muy buena onda de la persona que me servía porque le dije que quería probar y me daba sin problemas.
Pedí dulce de leche granizado y frutos del bosque. Sobre los gustos solo puedo decir que dejé el helado por completo. Lo probé y me dije, es malísimo.
No vayan, menos teniendo Plums, Thionis y otras que aún no probé tan cerca.

Contacto: http://www.masseweb.com.ar/

jueves, 21 de marzo de 2013

Heladería Florencia y mis contradicciones

 Me levantó, me duele el pié, puteo por tener un esguince sin hacer deporte, un esguince que de alguna manera está reflejando mi locura, mi ansiedad. Ansío que sean las 6 de la tarde para ir a análisis. Temo confundir el horario nuevamente, el martes una hora tarde, cara de nada cuando me doy cuenta, me pregunto, qué me pasó, me pregunto. Nuevo horario. El día de análisis, el nuevo día, me levanto de mal humor, no quiero ir a trabajar, pienso que lo único que quiero en el día es ser catador de helados, ni abogado, ni aplicante de doctorado, ni compañero de trabajo, ni jefe, quiero comer helado y caminar por la calle, mirando a mis alrededores. Pienso en mis contradicciones, pienso que ayer comenté que nunca quiero comer galletitas, que no es una tentación para mí, bajo al kiosko y me compro unas sonrisas.
Llega el horario del almuerzo, dejo que todos se vayan a comer y vuelvan. Salgo a caminar, a buscar sandiwhitos de miga, no consigo o, sinceramente, ni busco. Me siento en el bar el británico en silencio, solo, pido un árabe de jamón y queso y un café doble. Miro por la ventana, melancólico, neurótico, veo la heladería que siempre encuentro cerrada con las persianas altas, pienso que no debería porque el almuerzo había sido abundante y no tenía espacio para el helado. Nuevamente, cruzo la calle y compro. Otra contradicción más. Pido un vaso chico, me corrijo, pido uno mediano. Pido dulce de leche granizado, pido probar ricota con miel, le digo al vendedor entrado en años que es rico, me contesta que sí (me divierte su respuesta, me rio por dentro), pido frutilla al agua. Me voy caminando, pruebo la fruta y me digo, que quien me había recomendado esa heladería estuvo oportuno, sigo caminando por la calle y sigo con el dulce de leche granizado. Pienso que es un manjar. Pienso en que voy a extrañar el dulce de leche. Sigo caminando por la calle y tiro la cuchara, cosa que nunca hago, me obligo a comer el vaso, cosa que nunca hago, porque el vaso tenía casi todo el dulce servido. Como todo el helado, vuelvo al trabajo de mejor humor. Veo gente que vale la pena laburando contenta, me pongo contento. El día mejora. Yo sigo queriendo ser heladero.

Contacto: Heladería Florencia, Esquina de Parque Lezama

lunes, 18 de marzo de 2013

Lado Bueno. No tan pero bueno


Una cena postergada, encuentro divertido, repleto de vino, de buena pasta, de charlas, promesa de invitar el helado, propuesta de probar todos juntos una heladería que me había recomendado y que no había ido con el propósito de catar, no en mi carácter de sommelier. El lado Bueno.
La cena comenzó con charlas sobre NYC-tema obvio por estos días en términos individuales- pero más obvios en términos colectivos. Dos de los otros tres comensales vivieron en NYC por muchos años haciendo un doctorado. Igual, debo decir, que el tema no fue el único ni el más importante sino la higiene- o la falta de tal de algunos/as-, y por sobre todo el Gran Hermano de Juan. Sus historias de iras, su auto, su velero. Risas a borbotones, historias que no se pueden creer si no fuera que hay dos protagonistas que la confirman.
Luego de la comida y pedir un kilo y tres cuartos, divididos en ocho gustos, se abren los potes y como siempre, me corresponde servir. Antes, sin duda, pruebo todos. Luego, sirvo y yo como de los potes. Double Dip, al mejor estilo George Constanza. Le digo a Juan, me entiende. Compartimos Seinfeld.
Discutimos sobre los indicadores del helado, mejor dicho sobre cuál es el gusto que debe servir como medida de comparación. Algunos dicen Sambayón, yo les contesto que el INDEC no puede medir por caviar sino con un gusto colectivo. Dulce de Leche es masivo, uno lo puede recomendar y el resto lo probará. El sambayón es complicado hacer, dicen, por eso solo los buenos helados lo consiguen. Dulce de Leche, es el gusto argentino, por eso, debe ser el indicador.
Igual, teníamos los dos gustos, así que cada uno hizo lo suyo. El dulce de leche, era de lo más flojo de los ocho gustos que pedimos. Tanto el granizado como el normal. El sambayón, no soy catador, pero no era malo, según los expertos, no era el mejor.
El mascapone no estaba mal, buenos frutos rojos. Buena crema. La frambuesa frutal, buena, y fresca. El melón, bueno, gusto fidedigno de la fruta. La tarta de manzana, pedida a última hora y con un grito a la vendedora, fue sin duda el mejor. El mouse de limón, normal.
Esta heladería es famosa, tanto en Colegiales como en Villa del Parque, muchas personas me la recomendaron. Está bien, no es para tirar helado al techo e ir buscándolo con la boca abierta.

Contacto:  http://www.heladosladobueno.com.ar/ 

miércoles, 13 de marzo de 2013

Viene Voyeurista el asunto



Primer post sin helado. Se trata de gente comiendo helado y observada por mi.
Camino por la calle en una semana extraña. Café con amiga donde me río mucho y charlo de la vida misma, del año pasado, de los anteriores y del actual. La gran Gisela, en todo su esplendor.
Me deja en nueve de julio y con el talón dolorido, donde me apoyo duele, al mejor estilo Woody, empiezo el paseo hasta encontrarme a tomar algo con Mariano.
Pocas cuadras después veo 4 gringas comiendo helado en la puerta de Freddo. Se ríen y hablan. Algunas tienen cuartos en sus manos, otra un vaso bañado. Registro una nota mental: si yo fuera de vacaciones a Argentina, pensaría que es un mundo perfecto. Los mejores helados. Vuelvo a caminar....
Sigo y recuerdo que en julio me voy, que pronto seré ese extranjero en tierras prestadas. Que el helado argentino será un placer melancólico. Que Cones y su dulce de leche será mi lugar en el mundo en NYC.
Que por dos años no tendré los cafés espontáneos como los del día de la fecha, que extrañaré la complejidad de mi vida, las contradicciones y las angustias, que mi trabajo, recuerdo que son sólo dos años, respiro, que es un sueño, recuerdo un poco las cosas que me sacan el sueño, me pongo triste, voy a extrañar, el helado.

viernes, 8 de marzo de 2013

Manuel y el helado



Manu, el Gran Manu, el hermoso manu, el simpático, el pica pica, el inquieto, el nene al que voy a la casa especialmente para jugar con el, la rutina bañarlo mientras charlamos con el padre. La madre me ofrece comida cada dos segundos, a la que siempre digo que no pero luego como por no decir más que no.
Manu, el primer varoncito, el que ahora va a tener un primo con el que jugar, con el que ir a Don Zoilo a comer asado con la mano y robarles comida a sus amigos. En fin como lo hacen sus padres!
Acá, Manu comiendo helado!



martes, 19 de febrero de 2013

River y el Helado. Breve post.

Sí, como podrán observar en el blog, soy fanático del helado. Condición que no se agota en el postre helado, soy fanático y punto. Me gusta algo y me gusta mucho! Pienso en un asunto y pienso mucho....así es la cosa.
Durante mucho tiempo en mi vida fui fanático de River. Hace como 6 o 7 años que el futbol me aburre. Cuando digo futbol no hablo ni de mundiales ni de Barcelona que juega al fútbol. Hablo de ese deporte en el cual muchachos corren atrás. Si hay una buena película, la prefiero.
Sin embargo, solía ir a la cancha de local y de visitante, entraba gratis por la caradurez turca de ir pidiendo entradas a los dirigentes. He llegado a pintarme el pelo de rojo y blanco, prometer ayuno si River le ganaba a Juventus. Ahora, solo recuerdo la angustía de la B y la felicidad de cuando volvió a la A. Pero en el medio y en el post todo me da lo mismo.
Hoy Ceci C., que suelo verla junto a Diego M cuando un amigo en común nos convoca y con los cuales pasamos muy buenos momentos, me mandó un mail con este link
http://foros.riverplate.com/general/167851-cuales-son-mejores-gustos-de-helado.html
Fanáticos de River, que decididamente, no tienen nada que hacer en la vida, hablando de helados.
Termino de escribir esta frase y caigo que tengo un blog de helados y que alguien en un post de un blog estará escribiendo el link de este blog, diciendo que alguien sin nada que hacer en la vida escribe de helados.
El link, lo recomiendo, extremadamente bizarro. Más cuando alguien que se llama Rompotodo recomiendo Crema del Cielo.
  

lunes, 18 de febrero de 2013

El helado y ella: Lupita, la reina del grupo

El año pasado llegó al mundo Lupita y en poco tiempo se convirtió en la reina del grupo. La que todas/os queremos tener en los brazos.
Desde que nació se comporta mejor que sus padres y tios/as en las reuniones. Nunca llora, va de mano en mano, mientras los demás gritamos como desaforados. Mientras jugamos a la heladocracia, mientras tomamos fernet o campari con el padre. Duerme en un country y entra a la pile a refrescarse.
Encima del carácter hermoso que tiene es hermosa, como podrán ver claramente en la foto.
Su primera palabra no la sabemos, pero sí que en un tiempo más le dirá a su primito: "Ya te dije que no Iván, no molestes"


viernes, 15 de febrero de 2013

Cuarto Post: Salta y el final

Llegamos a Salta tan solo por un día, a pasar la tarde, a comprar los regalos para la oficina y salir al otro día para Buenos Aires. Es conclusión de este blog que a dios lo creo el hombre y que su producto y nombre es Google. Así, ingresé a las santas escrituras desde mi teléfono móvil y busqué la mejor heladería de Salta. Los resultados fueron dos, Rosmari y Fili. Almorzaba Tamales y empanadas, le pregunté al mozo sobre cuál es la mejor. Me dijo que Rosmari. Me indicó el camino.
Nos fuimos a dormir una siesta, el calor no aceptaba a los transeúntes. A la tarde, fuimos a Rosmari.
El local se nota que se ubica en una capital. Es grande, lujoso. Muy parecido a los que muestran las calles de Buenos Aires. Entró, aire acondicionado abrazador. Pido un cuarto de mango, crema salteña (Cayote y nuez) y blanco Rosmari.
Todos los helados eran muy dulces, no sabrosos, artificiales. No lo quería terminar, pero lo hice. Recordaba a Miranda. Recordaba los sabores excelentes. Recordaba que hace 11 días no estaba en nuestra casa. Recordaba que el helado me sirve para escribir sin pensar. Para lanzar palabras al viento y que terminen en una pantalla con fondo negro y motivos de helado.
Buenos Aires nos espera....

pd. fotos, próximamente.

miércoles, 13 de febrero de 2013

Tercer Post: el artista talibán del helado. La mejor

Uf, escribir este post, es complicado, como al entrevistado espontáneo de la heladería Miranda, se llenan los ojos de lagrimas al redactar.
En el post anterior conté que fuimos reiteradas veces  a Miranda pero estaba cerrada. El Inventor del helado del vino se hizo esperar. Bien valió la pena.

Entramos, luego de comprar vino para la cena. La heladería es muy chiquita en un local de grandes dimensiones. La parte no ocupada, es blanca, con cuadros colgados, originales, paisajes, modernos y demás.La vidriera muestra gigantografías de guías para turistas que la recomiendan.
Somos los únicos clientes del momento. Un chico, nos atiende. Podemos probar sin problemas, charlar con gusto. El se presta, es simpático y se nota sensible. Pensamos en pedir helado para compartir. Dos cuartos para cuatro. Miro los gusto y recuerdo que dos personas en la calle, al ser preguntadas por la mejor heladerías de Cafayate, me marcaron Miranda. Grito con la plata en la mano que pediré un cuarto para mi, que ellos hagan lo que quiera. Laura me repite, Ari y Flor comparten.
Pruebo dulce de leche. Me da una cucharada, con paciencia y dedicación. Lo saboreo y grito: es exquisito. Le digo que lo pidan, que lo prueben. Se nota sincero, se nota rico, se nota casero y artesanal. Todos terminan eligiendo ese sabor, obvio, luego de probarlo y no poder entender el elixir que se nos presentaba.
Luego, probé el Torrontes, una cepa característica de la zona y que el inventor del helado del vino, la hizo postre. El sabor es ácido, es el vino frío, es la sensación de tomar helado de vino. Es sabor puro. No lo elijo porque pruebo el Cabernet. Qué decir, si el otro era ello y no lo seleccioné. Este es una mezcla perfecta entre dos placeres, el vino y el helado.
Luego, iba por una fruta y nos recomendó probar la Tuna. Un fruto del cactus. Nunca la había probado. Acepté la invitación. Fresco, sabroso, extraño. Lo elegí y me senté a esperar que los demás hagan lo suyo.
Eligieron, sandía, mango, flan con dulce de leche y torrontes.
Nos sentamos afuera, en la calle, viendo y entendiendo porque nos dijeron que era la mejor heladería del pueblo. Se confundieron rotundamente, es, tal vez, la mejor del país. Sin duda, como todo el blog, esta opinión está marcada/influenciada por la historia y por la emoción subjetiva, pero acá va la justificación....
Los sabores de los helados son perfectos. Representan con sinceridad y emoción los gustos que el cartel anuncia y uno elije. Tienen dulzura, acidez y frescura. Algo raro se nota en él. Las chicas, me obligan a hablar con el heladero (hijo de Miranda o Miranda Jr.) y comentarle del blog. Me resisto, lo hacen por mi.
Al estar sentados, comiendo el helado, le digo: el año pasado probé más de 60 heladerías y el tuyo, es sin duda el mejor. Y ahí, nos comenta que su padre quien fue un artista se instaló en Cafayate, en busca de una ciudad chiquita y tranquilo. 1500 habitantes y ahora 16.000
Agrega que el helado no lleva ningún tipo de aditivo, conservante ni colorante. Que el dulce de leche es freso porque lo hizo al mediodía. Que su helado no dura más de una semana, porque no tiene nada que lo obligue a durar. Le preguntamos por qué no usa nada. Nos contesta que su padre fue contratado por la heladería Blue Bell de Tucuman para hacer cuadros y pintar motivos en los locales. Que en esa tarea, además les pidió, aprender a hacer helado. Que en ese momento, concluyó que eso no era helado, que era un conjunto de una pasta con frutas o sabores. Que no podía llamarse helado a ello. Un talibán de lo artesanal. Decidió junto a su esposa, abrir una heladería en Cafayate. Una verdadera heladería artesanal. Decidió utilizar el local que había construido para exponer sus obras de arte. Dos años de investigar la mejor forma de hacer helado sin usar productos mágicos. Como una obra de arte, tuvo su expresión.
El local de grandes dimensiones que ahora está vació fue pintado, con motivos de cuadros famosos pero con la presencia del helado. Una heladería grande, moderna y de avanzada para Cafayate. Los gustos fueron aceptados, pero al local no entraba nadie. El padre concluyó, nos cuenta su hijo, que el local resultaba muy lujoso para la pequeña ciudad. Se lo habrán dicho. Decidió cerrarla y abrir una chiquita a dos cuadras. Estuvo un tiempito ahí pero volvió al local original de su propiedad. Vació el ala izquiera y solo ocupó-al igual que ahora- una pequeñísima proporción del espacio. Ahora la gente entra y la elige como la mejor de la ciudad.
Le preguntamos porque tienen pocos gustos. Nos contesta que si el padre no lograba el color y sabor original no los vendía. Que la vainilla, gusto elegido por los pequeños por su color, requiere de muchísimas yemas de huevo y que eso no es sano. Decidió no venderlo.
A la pregunta: "¿Por qué no dulce de leche granizado?", nos contesta que el padre una vez le dijo "qué es eso de ponerle chocolate al dulce de leche". Al "¿Por qué no chocolate blanco?", le vino "porque no es sano. Es pura manteca, nada que ver con el cacao que hacemos". Ahora les traigo nuestro chocolate para que lo prueben agregó. Lo probamos y no podemos entender cómo logra que no sea empalagoso y representante del cacao. No soy un conocedor de ese gusto, el resto dice que es excelente..
Luego, las chicas enamoradas de la historia, quieren seguir comprando helados para probar. Elijen banana (con N) con dulce de leche. Lo traen y gritamos al probar, qué no puede ser tannn rico. El se ríe de orgullo familiar y ahora es tan también personal. Familiar por su padre, personal porque es artista y ahora tuvo que volver a hacer helado a su ciudad natal.
Las chicas sensibilizadas con la historia quieren seguir comprando, ya no importa si tenemos que ir a cenar, si no queremos más helado, quieren gastar solo para apoyar a la heladería, y para hacerle la contra a Grido que se instaló justo enfrente.

Esta heladería habla de una postura respecto al helado, de una responsabilidad sobre lo que se vende y consumen los habitantes. Habla, también, de un artista y su hijo artista. De un heladero y su mismo hijo, heladero. De aprender el oficio, de proponer un helado, de sabores sinceros. Habla de ello, y también y por sobre todo, del MEJOR HELADO DEL PAÍS.

pd. fotos, próximamente




Segundo Post: Desde Iruya hasta Cafayate!

Si fuese el horóscopo, diría algo así.....
El 2012, fue! dejo sus marcas, sus felicidades y sus profundas tristezas....
El 2013, comienzo de vacaciones, de renovación, de proyectos, de conquistas y reconquistas....

Como no soy un horoscopero, digo esto.....

Una cena en nuestra casa, dos invitados de lujo, Flor y Ari. Laura y ellos, Sushi, yo pastel de papá. Como suele pasar cada vez que nos juntamos con ellos terminamos regados de vinos, tragos y demás. Luego de una charla, de contar los planes de las vacaciones- casi inexistentes por esos tiempos- y de lo que pensamos hacer antes de julio (un antes y un después), surge la idea de irnos juntos al norte argentino a recorrer tranquilos los paisajes. Conversación que como muchas, pensé que quedaban en la nada, pero en esta oportunidad no fue así. A los pocos días y sin el efecto etílico, confirmamos las voluntades y empezamos a planear. Nos juntamos a pensar en el recorrido, a charlar las ganas y demás, pero no surge efecto, otra vez terminamos de la misma manera, y nos obligamos a que la próxima será un poco más serio el encuentro y que planearemos. Luego de intentos fallidos, acordamos, sacamos los pasajes y hoteles.
30 de enero, 20 hs. sale el avión hacia Salta. No nos animamos, llevamos Oportos en consecuencia. Dormimos en Salta, luego vamos a Humahuaca, donde paramos en un hotel magnifico (Huacalera). Así, vamos a Iruya. Durante tres días no encuentro helado para comprar, me empiezo a sentir desamparado. En un tarde nos tomamos en la botella de Oporto dulce en su reemplazo. Como en el viaje de egresados, todas las noches me duermo borracho, feliz de lo que estaba pasando. Charlas con Whisky, charlar con vino, charlar con Oporto, con Campari y con Gin. Nostalgia, emoción. Sinceridad. Nos conocemos hace años, muchos, conversaciones no faltaron en nuestras vidas, pero seguimos conversando con el mismo interés. Nos relatamos recorridos, como si fuera la primera vez que los escuchamos.
Me digo que los próximos días será el momento en que podré comer helado, que podré probar algún gusto típico. Llegamos a Purmamarca, hotel de ensueño. Al otro día, luego del Salar, vamos a Tilcara, donde por ser un destino turístico estoy seguro que encontraré helado. Entro a La Heladería, nombre pretencioso por el artículo en mayúscula. Sé que no me va a gustar pero tengo el deseo y la obligación de probar en cada lugar en que mi cuerpo camine sus calles. Pido dos vasos chicos, uno para mí y otro para Ari. Le digo, Dulce de Leche y Cayote con nuez. Ari, pide almendrado y Oreo. Los míos no tenían sabor, sin gusto a dulce de leche ni a cayote. El almendrado el mejor, el de oreo, nada que decir.
No me pongo triste, simplemente porque me pongo contento de tener helado en mi boca, de caminar con un helado por el norte. Purmamarca, me digo, me esperará con uno mejor.
Al otro día a la tarde, luego del mirador del cerro de los 7 colores, vamos a la heladería, pido un cuarto para compartir. Elijo, Crema con Cayote y nuez, dulce de leche y crema con miel de caña. La sensación al comerlo es arenosa, de exceso de azúcar, no lo puedo terminar, lo ofrezco para el que quiera. A los demás, un poco les gusta.
Purmamarca, no me dejó un helado placentero, pero sí un viaje inolvidable, en aquella oportunidad y en esta. Una noche de nostalgia, de salir corriendo al bar del hotel a invitar a mi amigo con un whisky y contarle que como soy feliz en este momento, me animo a emocionarme y temer.
Cafayate, ocho horas de manejo. Gabi W me dice que tengo que conseguir la heladería que vende helado de vino. Como un dios que se presenta en el camino de un feligrés, antes de arribar a las cabañas, pasamos por la heladería que inventó ese gusto de helado. Todos los vemos, nos emocionamos con ir. Las cabañas son lo que imaginamos, lo que teníamos deseo. Dos casitas chicas, nada de lujo pero con parrilla para hacer- o jugar con- fuego. Salimos en busca de la carne, de vino de la zona y de la heladería para merendar. La encontramos cerrada, vuelve a las 18.30. Seguimos de compras, paso por otra que se llama Il Caballino. Compro helado, dos bochas. Pido Malbec y cayote con nuez. El cayote no es malo pero tampoco rico, el malbec lo tiro. Es incomible.
Al otro día, luego del desayuno y previo a alquilar las bicis, paso por le heladería, dice cerrado, vuelvo 13.30. A la tarde, luego del almuerzo, nos decimos será el momento. Tarde de bodegas, de un frase maradoniana del flaco que trabaja en un bodega que hace el vino Las Nubes y que recomiendo mucho, frase que rezaba “en Uruguay plantan Malbec y le sale un juguito”, tarde de Tambo, de queso de cabra, nos vamos a la heladería. Abierta. Entramos.....y se viene el tercer post. El final del post, dirá algo así...(frase de Ari) “dejénlo tranquilo, ponete un blog y ponelo primero, si queres”....
El norte, últimas vacaciones antes de julio, el resultado de una cena, de un año plagado de sensaciones, el comienzo y promesa del 2013, en el que diré...no estuve en el momento que naciste pero.....

pd. las fotos, próximamente!

lunes, 11 de febrero de 2013

Primero de tres post: el anti imperialismo artesanal.



 No empezaré por el principio, tampoco por el final sino por el medio de las vacaciones y los helados. Será el post más corto pero no por ello menos sentido. Si te gusta el helado y queres que sobrevivan las heladerías artesanales DECILE QUE NO a GRIDO.
Como pasa en Cafayate y en otros lados, se implanta en una ciudad con sus helados  de plástico y sus precios de plastilina y rompe la dinámica heladero-consumidor.
No lo probé ni lo voy a probar, sus vidrieras me demuestran lo que venden.

martes, 29 de enero de 2013

Mi infancia en la Playa, el jueguito y el helado

En Argentina hay un vídeo histórico: Diego A. Maradona, haciendo jueguito diciendo "algún día quiero jugar un mundial". En mi vida sería "al final del día, quiero comer un helado". La historia que sigue sostiene esta frase....

Padres comerciantes beneficiados y perjudicados por los vaivenes de la realidad política económica argentina. Todos los veranos-salvo contadas excepciones - mis vacaciones transcurrían en las playas esteñas. Punta del Este, específicamente. Partíamos los primeros días de febrero y nos quedábamos has los primeros de marzo. Privilegios de la burguesía que mis padres solían permitirse. Ahí me esperaban, siempre, mis dos grandes amigos de la infancia, Mariano y Cesar y otros amigos de la familia. Luego en la adolescencia, muchos de los amigos que actualmente conservo.
Por esas épocas, como hasta el día de hoy, quería comer helado todos los días. Era feliz cuando con tonada uruguaya se escuchaba a los 4 vientos "sandwich, palito, bombón, helado, Snack, helados". Yo le pedía a mis padres que me compraran, que por favor, que necesitaba comer helado, que deseaba, que nunca le pedía nada, que y miles de que....
Mi padre para sacarme de encima, me desafiaba, me entretenía visto bajo la mejor luz. Me proponía: "hace jueguito con la pelota y si llegas a X número te lo compro".
Así, yo pasaba toda la tarde descalzo y con una pelota de tenis, intentando conquistar mi helado. Cual Romeo y Julieta, me acercaba a la ventana donde lo veía, escuchaba pero no podía alcanzar. Mi precaria situación económica-inexistente, claro- nos separaba. Toda la tarde intentando, primero, llegar a 20 jueguitos, luego a 30, y así todos los veranos. El último, fue "hacé 100 y te compro".
El helado, en mi vida, todo lo logra. Soy un jugador rústico, defensor de naturaleza, cuerpo y cabeza. Pero absolutamente habilidoso para hacer jueguito con todo tipo de pelotas, de golf, tenis, papel, etc.
Esta historia, la sigo contando cada vez que alguien se asombra cuando hago jueguito en algún lugar sin mis zapatillas, siempre saca una sonrisa y, por supuesto, a mi melancolía.
Cada vez que vuelvo a Uruguay, intento conseguir el Sandiwich helado de Snack, pero no se cansan de decirme que esa marca no existe más. Me contento con el Conaprole. Es mi infancia, son mis recuerdos y es la melancolía que nunca está ausente.

lunes, 28 de enero de 2013

Fotos Heledería Tito.Río Gallegos


Desde la heladería Tito de Río Gallegos, me enviaron las fotos del nuevo local reformado. 
Por eso, a partir de ahora, la heladería que quiera enviarme sus nuevas noticias, lanzamientos o demás, puede hacerlo y los subiré.. 




lunes, 21 de enero de 2013

Flor Sotelo y el día en que el Melona llegó a su vida

Vero Carmona en Italia.



Dice: "Siguiendo las nuevas noticias de facebook aca va mi foto comiendo helado en Sicilia, para ser mas precisa comiendo una deliciosa brioche rellena de helado de pistacho y de baci, si, como los bombones de chocolate y avellanas, muuuy rico!"