miércoles, 13 de febrero de 2013

Segundo Post: Desde Iruya hasta Cafayate!

Si fuese el horóscopo, diría algo así.....
El 2012, fue! dejo sus marcas, sus felicidades y sus profundas tristezas....
El 2013, comienzo de vacaciones, de renovación, de proyectos, de conquistas y reconquistas....

Como no soy un horoscopero, digo esto.....

Una cena en nuestra casa, dos invitados de lujo, Flor y Ari. Laura y ellos, Sushi, yo pastel de papá. Como suele pasar cada vez que nos juntamos con ellos terminamos regados de vinos, tragos y demás. Luego de una charla, de contar los planes de las vacaciones- casi inexistentes por esos tiempos- y de lo que pensamos hacer antes de julio (un antes y un después), surge la idea de irnos juntos al norte argentino a recorrer tranquilos los paisajes. Conversación que como muchas, pensé que quedaban en la nada, pero en esta oportunidad no fue así. A los pocos días y sin el efecto etílico, confirmamos las voluntades y empezamos a planear. Nos juntamos a pensar en el recorrido, a charlar las ganas y demás, pero no surge efecto, otra vez terminamos de la misma manera, y nos obligamos a que la próxima será un poco más serio el encuentro y que planearemos. Luego de intentos fallidos, acordamos, sacamos los pasajes y hoteles.
30 de enero, 20 hs. sale el avión hacia Salta. No nos animamos, llevamos Oportos en consecuencia. Dormimos en Salta, luego vamos a Humahuaca, donde paramos en un hotel magnifico (Huacalera). Así, vamos a Iruya. Durante tres días no encuentro helado para comprar, me empiezo a sentir desamparado. En un tarde nos tomamos en la botella de Oporto dulce en su reemplazo. Como en el viaje de egresados, todas las noches me duermo borracho, feliz de lo que estaba pasando. Charlas con Whisky, charlar con vino, charlar con Oporto, con Campari y con Gin. Nostalgia, emoción. Sinceridad. Nos conocemos hace años, muchos, conversaciones no faltaron en nuestras vidas, pero seguimos conversando con el mismo interés. Nos relatamos recorridos, como si fuera la primera vez que los escuchamos.
Me digo que los próximos días será el momento en que podré comer helado, que podré probar algún gusto típico. Llegamos a Purmamarca, hotel de ensueño. Al otro día, luego del Salar, vamos a Tilcara, donde por ser un destino turístico estoy seguro que encontraré helado. Entro a La Heladería, nombre pretencioso por el artículo en mayúscula. Sé que no me va a gustar pero tengo el deseo y la obligación de probar en cada lugar en que mi cuerpo camine sus calles. Pido dos vasos chicos, uno para mí y otro para Ari. Le digo, Dulce de Leche y Cayote con nuez. Ari, pide almendrado y Oreo. Los míos no tenían sabor, sin gusto a dulce de leche ni a cayote. El almendrado el mejor, el de oreo, nada que decir.
No me pongo triste, simplemente porque me pongo contento de tener helado en mi boca, de caminar con un helado por el norte. Purmamarca, me digo, me esperará con uno mejor.
Al otro día a la tarde, luego del mirador del cerro de los 7 colores, vamos a la heladería, pido un cuarto para compartir. Elijo, Crema con Cayote y nuez, dulce de leche y crema con miel de caña. La sensación al comerlo es arenosa, de exceso de azúcar, no lo puedo terminar, lo ofrezco para el que quiera. A los demás, un poco les gusta.
Purmamarca, no me dejó un helado placentero, pero sí un viaje inolvidable, en aquella oportunidad y en esta. Una noche de nostalgia, de salir corriendo al bar del hotel a invitar a mi amigo con un whisky y contarle que como soy feliz en este momento, me animo a emocionarme y temer.
Cafayate, ocho horas de manejo. Gabi W me dice que tengo que conseguir la heladería que vende helado de vino. Como un dios que se presenta en el camino de un feligrés, antes de arribar a las cabañas, pasamos por la heladería que inventó ese gusto de helado. Todos los vemos, nos emocionamos con ir. Las cabañas son lo que imaginamos, lo que teníamos deseo. Dos casitas chicas, nada de lujo pero con parrilla para hacer- o jugar con- fuego. Salimos en busca de la carne, de vino de la zona y de la heladería para merendar. La encontramos cerrada, vuelve a las 18.30. Seguimos de compras, paso por otra que se llama Il Caballino. Compro helado, dos bochas. Pido Malbec y cayote con nuez. El cayote no es malo pero tampoco rico, el malbec lo tiro. Es incomible.
Al otro día, luego del desayuno y previo a alquilar las bicis, paso por le heladería, dice cerrado, vuelvo 13.30. A la tarde, luego del almuerzo, nos decimos será el momento. Tarde de bodegas, de un frase maradoniana del flaco que trabaja en un bodega que hace el vino Las Nubes y que recomiendo mucho, frase que rezaba “en Uruguay plantan Malbec y le sale un juguito”, tarde de Tambo, de queso de cabra, nos vamos a la heladería. Abierta. Entramos.....y se viene el tercer post. El final del post, dirá algo así...(frase de Ari) “dejénlo tranquilo, ponete un blog y ponelo primero, si queres”....
El norte, últimas vacaciones antes de julio, el resultado de una cena, de un año plagado de sensaciones, el comienzo y promesa del 2013, en el que diré...no estuve en el momento que naciste pero.....

pd. las fotos, próximamente!

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