sábado, 27 de agosto de 2011

Cadore. Un clásico


Era chico, Cadoro la heladería platense era un sueño, un lugar que se trasladaba a Buenos Aires de la mano de mi amigo Mariano. Era grande, caminaba solo por la avenida Corrientes y vi la heladería Cardore. Al principio pensé que se trataba de una franquicia de la otrora heladería. Me emocioné, llamé al nieto del dueño de la primera y me respondió con una aclaración obvia y evidente, había una diferencia de una vocal: la de allá era Cadoro y la de acá, Cadore.

Sobre la porteña hablaremos hoy. En el primer post me recomendaban que vaya a Cadore a degustar su famoso dulce de leche, el más rico de Argentina y del mundo, según los concursos internacionales. Fede, que lo conoció de la mano de Martínez, era el instigador. Yo siempre le respondía que para mi estaba inflado y que solo era famoso por su antigüedad, por su ubicación y por el snobismo.

Hacer trámites en el centro para mí significa comer una pizza en la barra de Guerrin. Esta vez opté por el resto uruguayo la Pasiva, para más luego ir a Cadore. Como era un día gélido, en el local no había consumidores, solo empleados distrayéndose con la TV. Entré pedí un vaso mediano y miré el cartel de gustos. En ese momento, no tuve muchas opciones de probar ni preguntar porque tenía los ojos de mi interlocutor clavados. Ante la imposibilidad pedí dos gustos que podía comparar: dulce de leche granizado y Mascarpone. Salí y me até la bufanda para no resfriarme. Caminé hasta mi reunión pautada con mi helado en la mano. El frio y el helado callejero son una combinación mágica. Siento felicidad, incluso más que cuando hace calor.

Tenían razón, el dulce de leche es magnífico, es sabroso, tiene consistencia y saber al postre argentino. No es el mejor del mundo, sin duda, pero es más rico que cómo lo recordaba.

El mascapone, uno más. No era un buen digno compañero del dulce de leche. Era muy parecido a una crema americana pero con frutos rojos. No se sentía la pesadez del queso, la amargura dulce del mascapone, ni los frutos sacados de un árbol.

Seguí caminando y mental y virtualmente puntué a Cadore:


  1. Valor del Kilo: $ 68
  2. Relación precio calidad: 7/10
  3. Ambiente: 6/10
  4. Atención (ansiedad del heladero por servir): 10/10 (se resta del total)
  5. Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente): 9/10
  6. Dulce de Leche: 8/10
  7. Variedad de sabores: 6/10
  8. Consistencia (si se derrite al servirlo): 5/10 (se resta del total)
  9. Cremosidad: 7/10 (se resta del total)
  10. Resistencia de la cuchara: 10/10
  11. Nivel de regreso: 6/10
  12. Prolijidad higiénica (J´s indicator): 10
cuenta: 62 puntos - 22:

TOTAL: 40final

contacto:

http://www.heladeriacadore.com.ar


6 comentarios:

  1. Esta está en mi barrio también! Me dieron ganas de volver a probar ese DDL...

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  2. es una buena opción para tu barrio. Mejor si es el postre de La Pasiva.

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  3. Chee, debería hacer un repaso exhaustivo pero... para cuando una heladería del viejo barrio del Sr. Big DD?? Yo también quiero que mi barrio aparexca en el blog! jajaja

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  4. mi humilde opinión es que las mejores heladerías siempre estuvieron en belgrano...

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  5. LR, prometo pronto recorrer mi viejo y querido barrio.
    B, su opinión es muy poco fundada! algún día más adelante veremos el corte territorial

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  6. Jajaj siii, lo de belgrano es CUAL-QUIE-RA. En esta no te banco B, aunque la explicación sobre la cremosidad reprodujo tal cual mis pensamientos.
    Big DD, te propongo empezar por la heladería de la esquina esa que tan buena te parecía (aunque imagino que más por una cuestión emocional que de calidad) Como sea, hay que explorarla, vayamos a la de Mansilla y Pueyrredón!

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