viernes, 9 de mayo de 2014

Los jueves, un amigo y Saramago

Por estos días, una amiga, Marian Cahn, me mandó una frase de Saramago. La copio a continuación....


(...) Si antes de cada acción pudiésemos prever todas sus consecuencias, nos pusiésemos a pensar en ellas seriamente, primero en las consecuencias inmediatas, después, las probables, más tarde las posibles, luego las imaginables, no llegaríamos siquiera a movernos de donde el primer pensamiento nos hubiera hecho detenernos. Los buenos y los malos resultados de nuestros dichos y obras se van distribuyendo, se supone que de forma bastante equilibrada y uniforme, por todos los días del futuro, incluyendo aquellos, infinitos, en los que ya no estaremos aquí para poder comprobarlo, para congratularnos o para pedir perdón, hay quien dice que eso es la inmortalidad de la que tanto se habla (...)

Sin embargo, si alguien piensa que me pondré profundo y escribiré sobre las reflexiones que me lleva este párrafo, las profundas, angustiantes, contradictorias y enojosas reflexiones, se equivoca. Escribiré sobre los jueves, sobre el club del drink, sobre un amigo (Ari P) y sobre el helado.
Los jueves desde hace un año, jueves de por medio tengo un encuentro. Antes era ir a las barras de la Ciudad, probando bebidas, charlando, experimentando tragos y marcas. Luego, estos jueves se transformaron, pasaron a ser asados en mi terraza, Zacapa de por medio, mucha charla, morcilla dulce, chorizo, alguna carne marinada a la parrilla y ensaladas. Mucha charla, risa, de la nada, de todo. De los que nos rodean, de nosotros y de la inmortalidad del cangrejo.
Con Ari, siempre pedríamos helado cuando adolescentes venía a dormir todos los sábados a mi casa porque el vivía en San Isidro, pero salíamos por capital. Era como un hijo más. Incluso mis padres lo admiraban porque se levantaba a las 8,30 para ir a su casa y almorzar con su flia. Eso me costó caro a mi. En fin...vuelvo, en esos días, donde el celular no existía y Freddo cerraba sus puertas y pedidos a las 12, solíamos llamar desde un teléfono público, hacíamos el pedido y nos íbamos para mi casa, llegábamos, teníamos unos minutos y el heladero tocaba el timbre. Lo comíamos mientras jugábamos al PC Futbol. Ahora esos jueves de asado van seguidos de helado. Pero en este caso, no pedimos. Vamos caminando a Rapa Nui, a unas cuadras de donde vivo. Ayer, yo estaba en mi curso de literatura en inglés al cual mi Gran profesora y amiga me invitó a participar. Ari estaba en mi casa haciendo el asado. El encuentro estaba justificado así. Hace un par de días, luego de mensajes raros, no decían nada, no había complicidad, no había nada raro, que circulamos con el personaje del cual hablo, le mandó un mail que decía: te pasa algo? me dice no, me lo niega. Por qué me pregunta? Le contesto. No sé, tus mensajes son raros, algo te pasa. Me dice no me pasa nada malo, ni nada bueno, simplemente, algo. Quedamos en cenar y charlar sobre todo lo que dije antes. Ayer el asado. Terminamos, tomando Zacapa y antes whisky, y demás cosas....y pensamos en Rapa Nui. Nos dio fiaca, pero si pensamos en no movernos porque se haría tarde, por qué....no nos moveríamos y nos quedaríamos en donde estábamos. Nos movimos. De ahí la frase de Saramago. Los caminos siempre son largos. El camino a la heladería, siempre van acompañados de risas, de desorientación, siempre parecen más largas las cuadras. Siempre pensamos que son más cuadras que las que son. Las vueltas, muchos más cortas. Sin embargo, siempre nos animamos a empezar a caminar. No es que hay que ser un valiente, pero muchas veces cuesta. (nota mental: Ya no sé si estoy hablando del helado, pero bueno!!).
Llegamos a la heladería y pedimos tres cuartos. No había una persona más, sino que me compré dos. Uno para mi y otro para mi, pero para después. Para tener. Estaba indeciso. Pedí, Dulce de Leche mil hojas, chocolate blando con frambuesa y banana split. Gusto que en mi vida pedí pero que pensé en él por estos días, aunque no sé por qué. Ari, no recuerdo que pidió pero sé que sambayón, seguro.
El helado de Rapa Nui es perfecto. El dulce de leche, es increíble. Cremoso en su justa medida, sabroso, el chocolate amargo que acompaña perfecto la dulzura. El Chocolate blanco, mantecoso, la frambuesa ácida. La banana split, empalagosa que cumple su objetivo.
El sambayón, me gustó. No suelo pedirlo. Pero esta semana en la que me gustó el pescado, me gustó el sambayón.
La cosa es así, Rapa Nui cada vez se vuelve más perfecto y los jueves, sin lugar a duda, un clásico. Ah, Ari P. empezá a traer botellas a mi casa porque se te corta el chorro. Te lo avisé.
El helado siempre luego, de charlas sobre nada, sobre todo.

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