miércoles, 11 de enero de 2012

Helado, baja presión y el fútbol

Jugar al fútbol es una de las otras cosas que me hace completamente feliz. Hace 13 años, con alguna que otra interrupción, que tengo la misma cita los sábados a las 8 de la noche (http://sabadoserrano.blogspot.com/)

Ayer, si bien hizo un calor que impedía a cualquier ser humano racional meterse a una cancha de fútbol, nos reunimos los mismos para hacer lo propio, un día martes.

Salí de la dentista con un dolor de cabeza que mataba, el calor no ayudaba o simplemente podemos decir que era el causante. Luego de haber tomado conciencia que los pantalones no me entran y que la culpa no la tiene que están recién lavados, empecé una dieta. Un helado o máximo dos por semana.

Cuando comencé a caminar para dirigirme a la cancha, recordé que solo había comido una ensaladita y que eso me obligaba a comer algo antes del partido pues sino caería rodando en el medio de la cancha.

Recordé la dieta, pensé en las posibilidades y mis deseos. Tenía unas ganas terribles de comer sanguchitos de miga, mi otra pasión callejera. Pensé que uno no me llenaría y que estaría en la misma. Pasé por una heladería que no había probado: Via Varese. Pensé o me mentí: “como un heladito, me da frescura y como algo”. Me lancé con la justificación perfecta. Luche con mis adentros más profundos para no pedir un cuarto. El jueves por obligación médica, una intervención odontológica, comeré solo helado.

Entré, miré la cartelera, me di cuenta que mi decisión había sido correcta. Probé el chocolate blanco, que es la estrella de estos momentos, aunque no lo pedí. Era rico, sabroso, con chocolates entre el medio de la crema helada, crujiente.


La selección constó en dulce de leche granizado y mango con frutilla.

El dulce de leche granizado era correcto, ni muy muy ni tan tan. Un dulce de leche granizado que vale lo que pagas, no es el mejor no es el peor. Tiene la cremosidad adecuada, un granizado sensible, un color correcto y un sabor a dulce de leche.

La fruta, dejó mucho que desear. Tenía el gusto y la artificialidad del torpedo.

La heladería cuenta con muchísimos gustos conocidos y otros originales, tiene varias sucursales, aunque la mayoría por Belgrano.

Me quedé con ganas de seguirla probando. Ese es un buen indicio.

Salí caminando, una cuadra y media me duró. Me tomé un taxi y llegué. Me cambié, jugué al fútbol y no me desmayé.

En conclusión, decisión feliz.

1 comentario:

  1. El mejor helado lo probé en cocus de Cabildo e Ibera en Nuñez, los de frutas naturales son un sueño.

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