Del helado en soledad. De indicadores y
estrategias.
Cuando de índices se trata:
Toda evaluación necesita de indicadores,
para hacer esas tareas los abogados y abogadas no estamos formados. Sin duda
que no. Recién nos acercamos a ellos de grandes, en otros momentos laborales y
luego de consultar una y mil veces a personas aptas para eso. Existen las
instituciones oficiales que se dedican a eso, el índice Bic Mac, el PBI, el
ingreso medio y índice de capacidades que permitieron a Amartya Sen ganar el
nobel.
Yo tengo el índice Big DD (dulce de leche
y Damián). Siempre pido dulce de leche para conocer la heladería. Ese gusto fue
elegido porque es el sabor nacional. Es el que sólo está en Argentina o el que
copian en otros países. Así que siempre, en una heladería nueva pido Dulce de
Leche. Además, es mi gusto preferido.
El otro método tiene que ver con mi
personalidad neutótica y requiere de una etsrategía y está relacionado con la
relación con el heladero/a. Una relación corta pero intensa con ese noble
trabajador/a.
La relación con el heladero/a-quien sirve
el helado- es fundamental, esencial para la predisposición con la que uno se
acerca a su objeto deseado. Voy a contar cuál es mi experiencia y estrategias
para sobrellevar ese momento que confieso me pone muy nervioso.
Entro a la heladería, espero que el
heladero/a no sea la misma persona que cobra, pues nunca se lava las manos- no
es algo que me preocupe pero es algo que miro-. Además, si es el mismo sujeto
sé que me atenderá rápido, pues está cumpliendo doble funciones. Si entra otra
persona, no le puede cobrar y atraparla dentro del local.
Otro problema que se presenta cuando se
ejercen doble funciones es que no me dan tiempo para pensar los gustos. El
lapso entre el pago y el pedido es el que le permite a uno mirar la cartelera
con tranquilidad. Si es la misma persona: pagas y te pregunta de qué gusto. Lo
llamativo es que piensan que uno viene pensando los gustos mientras camina por
la calle y está al pié del cañón para elegir. No lo entiendo! Si fuese así,
para qué ponen gustos especiales?
El otro problema que se presenta es
cuando no hay mucha gente y el/la heladera quiere servirte al momento. Me
imagino que todos/as los/as mortales tenemos el mismo problema. Necesitamos
información para elegir (toda la teoría democrática va en este sentido!).
A esto se le suma que los neuróticos como
yo, necesitamos un tiempo extra pues si elegimos rápido, nos arrepentimos al
momento de hablar. Para eso, tengo una estrategía: pedir probar algún gusto así
la persona se va y te da tiempo para seguir leyendo. Sin embargo,
inmediatamente, aparece otro problema, relacionado con el anterior: ¿cuántos
gustos uno puede probar antes de elegir. ¿Cuántas veces probar no satura al que
sirve? Cuántas veces es abuso?
En fín, mi relación con el heladero/a es
complicada, me pone de mal o de buen humor para probar el helado. Depende si
elegí mal por sentirme presionado por los ojos de espera o si tuve el tiempo
para ver y elegir.
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