jueves, 20 de diciembre de 2012

Cierre y Tour


Días de comienzo, de fin, de encontrar y perder. Un fin de un año extraño, personal y colectivamente. El jueves pasado surgió la consagración del blog y de quien escribe. Muchas cosas pasaron pero esta fue de las más felices. Una escritora de USA, venía a escribir sobre los helados y conocía mi blog (producto de la presencia del dios google en la tierra). Me dijo que le parecía impresionante (sí, usó esa palabra!). Me pedía que le aconsejara helados y heladerías, gustos y lugares. No lo podía creer, comenzó el 24 de diciembre en mi religión. Le contesté que podíamos hacer un tour en bicicleta el día domingo. Quedamos en eso! un día antes, para preparar el terreno de su degustación, le escribí a varias heladerías a las que iba a llevar a fin de presentar a Jennifer Ng, avisar de nuestra visita y pedir entrevistas con el encargado. Sábado 2 pm. 
A la media hora-obvio que a las 2.30- recibo El mail. Jauja, la primera/segunda heladería que más me gusta, me contesta que me conoce, que lee el blog y que estaba apenado por haber perdido el primer lugar y que nos dice que nos espera al otro día. YO? FELIZ. Jauja sabe de mi existencia.
Domingo, 2 pm (si jugara, lo haría a ese número pero mi ideología me lo prohíbe. Puntualidad respetuosa en Argentina, llegamos 3 mínutos tarde con remera de seinfeld, puntualidad gringa la de ella: ya estaba.
Me presento, me dicen que me esperaban y que nos iban a invitar con los gustos tradicionales. En ese instante, el helado nos empezó a iluminar. Probamos: sauco, lemongibre, frutos rojos, murra, dulce de leche con moras, chocolate contradictorio y profundo, frambuesa, entre otros.
Atención excelente. Helado sin nombre. El dulce de leche con mora es incorrompible.
Caminamos (ah, por la lluvia se hizo de manera transeúnte y no ciclista), 20 cuadras para llegar a Rapa Nui, otra heladería del sur.
Nos presentamos, nos ven con cara rara. Un argentino con pinta de turco que tiene un blog de helados (yo pensaba, pensará que soy flogegr o blogger? Inmediatamente pensé: la pucha, soy blogger). Ella estadounidense con ojos orientales. Dos personajes dificil de entender en un barrio donde lo rubio es la regla,
Le pido si nos puede hacer un menú de degustación. Dice que no hay tal, pero pido si puedo pagar vasos, los que sean y probamos los típicos. Entonces, luego de la cara rara, de corroborar nuestra hipotesis de que eran estudiantes de Bariloche (Todos!), el lugar me cae mejor. Una política empresarial para apoyar a los estudiantes universitarios que vienen a la Ciudad. Probamos chocolates, dulce de leches, frutas y demás. Charlamos con el encargado y pedimos bajar a ver donde hacen los helados. Nos ponemos cofias y bajamos. Veo las maquinas, charlo con la señora maestra heladera, me explica cómo se hace. Yo feliz! No puedo creer!!! Si fuera la película de Pach Adams y me estaría por morir, sin duda me bañaría en una pelopincho de helados para que el final sea dulce.
De ahí nos vamos caminando a Arkakao. Recoleta. Charlamos con el encargado. Nos conocemos de algún lado pero no recordamos. Empezamos a indagar y era el barman de lugares que en algún momento solía ir como Million. Charlamos de buena barras de la Ciudad. Volvemos al asunto, nos hace probar los helados, nos explica que es italiana, que no usa colorantes y nos da cucharas para ir probando de a uno. Nos explica orgulloso lo que vende. Yo cansado de lo dulce, pruebo pero no compro. En cambio, un ristretto de nespresso.
Nos vamos, feliz, 4 horas de conversar en inglés, promesa de no comer halado en la semana. Promesa ROTA. Martes a la noche, no me gustó lo que me cociné y me comí un cuarto de helado de Fratelllo que tenía en la heladera. Ayer, me tiré de un auto que me acercaba para mi zona cuando descubrí que estaba cerca de Dumbo. Pedí Palta al Limón y otros gustos raros. Feliz! Año nuevo y muchos helados para compartir.
El blog cierra el año, año intenso, año de emociones, de sensaciones, de enojos, de pasiones. Todo puede ser traducido a un helado. Un año sabor degustación!! 

jueves, 13 de diciembre de 2012

si la música fuera un helado

Siguiendo con el juego, siguiendo con el estilo heladero, siguiendo con mis delirios de que todo puede ser traducido a un gusto de helado. Qué gusto sería cada banda? Lectores/as anónimos/as participen.














Radiohead (no puedo poner una imagen)





martes, 4 de diciembre de 2012

Enroque

El viernes decidimos con Laura que Jauja fue desbancado por Rapa Nui!
Ese lugar es impresionante. Supera algunos de los problemas de Jauja. Sus gustos son raros pero comprensibles. Debajo de cada uno, dice sus componentes.
Perfecto. La atención paciente y correcta.
Vayan, disfruten!


lunes, 3 de diciembre de 2012

empático volví al Blog. Nani, zona norte


Y un día volví al blog. El ínterin no estuvo vacio de helados sino que simplemente los lugares comunes son a los que arribo. Nona Bianca los viernes a las 4 cuando el Delivery llega a la oficina. Freddo caminando por la calle, persicco antes de inglés. Nada nuevo bajo el sol por estos tiempos. Pero el sábado llegó el fin.
Mediodía, almuerzo donde festejamos el cumpleaños de Mariano. La persona que cuando cumple años o lo hago  yo, el saludo está seguido de un hace XX años que nos conocemos. Esta vez, fueron 30 años.
Luego con Fer y Miri a firmar su contrato de alquiler para su casa de verano donde Iván seguira expandiéndose. Los amigos de toda la vida son así, uno está presente en lugares donde nunca estaría sin ellos. Espacios que uno rechaza pero cuando ve la felicidad en la cara de los otros, precisamente en esos espacios, la empatía aparece inmediatamente.
Bueno, luego de firmar su contrato fuimos a festejar a la heladería que queda justo pegado a ese barrio cerrado. La verdad es que por más que su cartel exponga su larga trayectoria, algo así como 70 años, no creía que Nani iba a ser una heladería buena. No confiaba. Igual pedí un cuarto porque el clima invitaba a comer mucho helado. Los gustos: dulce de leche granizado, chocolate blanco y frutilla imperial (con naranja).
El dulce de leche (acabo de caer que no me lo dieron granizado) no era malo pero no era fiel a los que a mi me gustan. Un dulce de leche presente, sabroso y con pedacitos de chocolate. Por lo contrario, era suave, marroncito y sin chocolate.
El chocolate blanco, magnífico. Sabroso, no empalagoso pero con suficiente manteca y con gusto a chocolate blanco. Pedacitos que se derretían en la boca.
La frutilla aceptable, rica, buena compañera de los otros dos gustos.
Nos fuimos, felices, bajo el sol con un helado en la mano y yo con una excusa para volver al blog.

jueves, 1 de noviembre de 2012

El helado y la política II. Mi visión

PJ: Crema Americana. Va con todo. Le podes poner castañas y se elitiza, le podes poner dulce de leche y nacionaliza. La podes dejar solo y es peronismo de perón. Le podes poner chips de chocolate y es lo mismo que el peronismo pero con pequeños cambios.

UCR: Sambayón: Es histórico, viejo. Intenta modernizarse y lo hacen más copado, pero no deja de ser, nunca, sambayón. Tiene un gusto claro y típico. No logra modernizarse.

Frente Amplio. Chocotorta o cualquier moderno con base histórica. Tiene una base clara, histórica, se le intenta sumar cosas modernas pero no consigue ser un gusto típico ni identificable.

Proyecto Sur: Pistacho. Viejo, color verde, nunca se modernizó. Es seco.

PO: Frutilla. Histórico. Internacional. Rojo. Gusto que no se moderniza.

PRO. Banana Split. Noventoso. Republicano de los de USA.  

domingo, 28 de octubre de 2012

helado y política

Hoy caminamos por la calle. Muchísimas cuadras. Un domingo como hace un año que no vivimos. Relax.
En un determinado momento antes de cruzar Santa Fe, se me ocurre preguntar: "qué gusto serían los partidos políticos de Argentina?"
Uds. qué piensan lectores/as anónimos/as?
En los próximos días, pondré mi opinión.

viernes, 26 de octubre de 2012

Una flor en Villa Crespo


Villa Crespo, es sin duda, un espacio en crecimiento. Sus lugares van cambiando al ritmo de la maduración. Las plazas se vuelven más lindas, los bares se transforman. Restorancitos que se convierten en espacios especiales. Bares de tapas y vermú de los cuales uno se vuelve seguidor,  puristas y new Yorker, otros. Otros que se quedan viejos, que tienen ese gusto a la nostalgia. Que ponen fotos de sus familias en la paredes. Yo paso por todas estas transformaciones. Ayer, luego de una tarde de amistad 1001 con Fede (algún día hablaré del significado que tiene ese número en mi vida), un té, un campari, charla profunda, tonta y revisionista sobre los recorridos, me fui a buscar a Laura que salía de análisis (como me gusta que la gente haga terapia). El destino era un lugar muy chiquito que queda en Castillo 50, en la república de Villa Crespo. Lugar donde suponíamos vendían comida cubana. Nos sentamos y vemos la carta. Comida de todos los pueblos dicta en letras verdes. De India, Marruecos, Brasil, Cubana, Venezuela, Irlanda, etc. Su dueña, según las paredes que cuelgan diarios, es antropóloga y chef. Representa la cultura de los pueblos y sus sabores. Comimos muy bien, cansados partimos a una heladería del barrio. La Flor de Almagro. Ninguno de los dos la recordábamos muy buena pero yo quería probarla.
Es un espacio quedado en el tiempo, sus maderas que recubren las sillas y el mostrador. Una foto de la vieja familia que en blanco y negro construía su heladería. Los vecinos eran habitúes y charlaban sobre los primos del heladero. Pedimos un cuarto para compartir: dulce de leche granizado, chocolate blanco y sambayón italiano. Al mismo tiempo, escucho que el heladero cuenta que hizo un gusto que para el era espectacular. Alfajor: dulce de leche con alfajor Havana. Le pido de probarlo porque sabía que el cuarto ya estaba listo. Una pena, pienso. Al probarlo, no lo pienso, lo siento en el alma. El mejor gusto de alfajor que alguna vez probé. Impresionante. Tiré indirectas para ver si me ponía un poco en mi cuarto. Algo así como: “que bajón que ya me lo sirvieron, hubiese pedido esto”. Pero nada       
El dulce de leche granizado estaba hecho ayer, según me dijo, y era increíblemente rico. Un sabor típico de heladerías viejas. Amargo y con chocolate granizado.
El sambayon, la especialista dijo que muy bueno. Yo lo comí pero no me pareció nada de otro mundo. El chocolate blanco, grandioso. Se notaba que se trataba de eso y lo demostraba con sus pedacitos crocantes.
Nos vamos, mañana será otro día. Taxi a casa. Felices. 

martes, 23 de octubre de 2012

Adolescencia perdida

No no voy a ponerme a hablar de los valores de la juventud, a eso fui llamado el otro día en un examen de inglés sino del gusto por el helado de los adolescentes. Voy a ser sincero, de dos adolescentes en particular, tal vez los únicos con los que tengo contacto fluido. Mis sobrinos, K y B.
Desde que tengo el blog y me divierto en él, contando mis avatares cotidianos, ellos me dicen que la heladería de su barrio es sin duda de las mejores. Que precio, calidad y no sé qué otras tantas cosas. Yo les respondo que no recuerdo que sea tan buena, dado que antes que ellos tengan juicio cierto sobre los sabores, era yo el que los llevaba a las heladerías y a esa en particular porque eran muy chicos. Ahí pedían Dulce de Leche con Vainilla. Yo le decía que el segundo era el gusto más aburrido y pobres solo para no contradecirme, pedían, algunas veces, Banana Spit.  Bueno, esa heladería se llama Modena y ahora es una cadena.
El jueves, mi sobrino mayor me pidió un favor, le dije que sí pero si cuando venía para mis lados, me traía helado de ese lugar. Así lo probaba nuevamente. Le dije: dulce de leche granizado, chocolate blanco y el que él quiera. El quiso Lemon Pie-cómo cambian los tiempos!-
Vino a casa, antes de irme a dormir, lo comí. No todo porque no andaba con ganas de un cuarto. Lo probé y confirmé: la adolescencia está perdida. Me dije como un tío judío culpógeno: "qué habré hecho mal para que me digan que este es el mejor helado". Es realmente malo. El dulce de leche, no tiene gusto a dulce de leche antiguo, ni moderno. El chocolate blanco, si no me decían que era eso, pensaba que era crema americana. El Lemón Pie, el mejorcito de los tres, aunque claro que nunca saldría de mi boca frente a un heladero por temor a que termine en mi pote.
Puedo decir, entonces, que nunca más podré escuchar cuando me dicen que prefieren ese helado a otros, qué-desafiando mi autoridad heladera- no entiendo nada, qué no sé qué cosa. La cuestión es: son muy inteligentes pero su inteligencia, decididamente, no está depositada ahí.


viernes, 7 de septiembre de 2012

un recorrido verborrágico



Hace un mes que no escribo en el blog. No es un mes sin helado sino un mes sin escritura. Han pasado muchas cosas, muchos manjares, conocidos y desconocidos. Comí reirteradas veces La Nonna Bianca en el trabajo, Freddo por donde quiera que ande y Persicco cuando pasaba por algún local.
La semana pasada, un amigo me dijo que estaba melancólico. Rasgo que creo que me caracteriza, no nostálgico sino melancólico. Ver el pasado y recordar, reír o incluso llorar. Mi sobrino mayor, que tiene 20 años, se acercó a mi nuevo trabajo. El objetivo: que se entrevistará con una compañera que estudio sociología para analizarla como posible carrera que sustituya la presente-arquitectura-. Luego, nos fuimos a almorzar. Charlamos de todo, de lo difícil que es decidir una carrera, de lo complicado que es no ganar un sueldo pero la importancia de estudiar si es que le gusta. Ese adulto alguna vez fue mi primer sobrino. Hace 20 años.  Cuando íbamos a almorzar detecté una heladería que no conocía frente al parque Lezama. Su nombre Florencia. Suponía que estaba cerrada por el horario. Decidí que en la semana volvería. A los pocos días fui. El jueves de la semana pasada. Para ir me desvié 5 cuadras de mi recorrido al colectivo. Estaba cerrada nuevamente. Caminé 8 hasta otro colectivo que me acercara a mi casa. Decidí bajar en un lugar para tomarme otro transporte, no sin antes caminar suponiendo que por la avenida José María Moreno y Asamblea debía haber un local. Caminé 10 cuadras y nada. De pronto recuerdo que había un Faricci cerca. Fui y elegí un vaso mediano. Cometí un error garrafal, un error de principiante. Pedir Dulce de Leche con Dulce de leche natural y bombones. Es un gusto que no puede ser comido sino se quiere morir de hipoglucemia. Chocolate blanco era su compañero. Ambos dulces a más no poder. Ambos hicieron que me empalague como nunca antes. Un vaso mediando de 18 pesos que no merecía ser comido.

El domingo salí con L a caminar por el barrio en busca del local que, vuelve loco a todos, Farmacity (uno entra a comprar algo y sale con dulces-uno entra con dolor de muela a comprar un calmante y sale con una golosina, ridículamente capitalista). Crucé la calle y fui a una heladería que solíamos ir mucho. Venezia (San Martín y Gaona) pero que dejamos de concurrir porque el heladero sistemáticamente me maltrataba y no era tan bueno como para pasar por esa situación. Pedimos un cuarto: dulce de leche granizado, chocolate blanco y frutilla a la crema. El recuerdo era peor el que gusto actual. A mi me gustó, a L no tanto. Por surte me lo comí casi entero. El dulce de leche era el mejor de los tres. Recomendable para los del barrio.
Martes de esta semana.  Cena en lo de Miri y Fer. 10 cuadras de casa por Honorio Pueyrredón. En el medio, a cinco, descubro que la heladería Berna-una histórica barata del barrio- no se llama más así sino Imperial. Entro para comprar y probar. Me atiende un flaco y le pregunto si cambiaron de dueño, me contesta que sí, “nos lo quedamos nosotros”. Me sincero y le pregunto quién es nosotros. Me contesta, los empleados. En ese mismo instante decidí que sea lo que sea lo voy a calificar bien. Medio kilo de dulce de leche granizado, mascarpone y chocolate blanco. Todos correctos. Muy barato, lo que lo hace más correcto. El dulce de lecha granizado, un poco dulce, sensación de arenoso, como eso que es dulce sin necesidad. Pero recomendable.




domingo, 5 de agosto de 2012

La Nonna Bianca. Un San telmo borracho

Semanas de nuevo trabajo y de esperanzas. San Telmo, a diferencia de Soldati, me puede dar una satisfacción diaria. Escaparme en el medio del trabajo a comer un helado, pensar y volver. Días movidos, termino de trabajar y muchas veces necesito caminar por la calle, ir pensando, dejar de pensar y volver a pensar. Fui en busca de una heladería de San Telmo que me había recomendado y que alguna vez ya había probado. Los artículos del diario la venden como la heladería de los gustos raros, la que tiene mate cocido, entre ellos. El frío me invitaba a pensar en comprarme un café y sentarme a leer. Eso hace la gran mayoría de las personas cuando el ambiente es gélido. Yo no iba a abandonar mi idea. Testarudo y fanático del helado. Me dicen. Llego a la Nonna Bianca.
Me atiende la que debe ser Bianca porque era una Nonna que no llegaba al mostrador y mostraba poca movilidad. Ya no como cuartos (en la calle) pero había almorzado poco, tenía hambre y encima de todo, valía 15 pesos. Me parecía un pecado elegir otra cosa, entonces, compré un pote de ese tamaño. Acelerado como estoy, antes de depositar el ticket en el mostrador donde me esperaba el que me iba a servir, le dije, eperame un segundo que es muy difícil, antes que me diga nada. Mi ansiedad está a flor de piel, en un lado la  niego y no le doy permiso, en otros es moneda corriente.
El título del post incluye la palabra borracho. Tiene un sentido. Hay muchísimos gustos que contienen alcohol: cerveza, fernet, pisco con limón, clérico, vino, dulce de leche con ron, entre otros. Uno de ellos tengo pedir, es obligatorio para entender el gusto. Elijo el dulce de leche con ron y pasas.
Agrego mate cocido y chocolate nonna bianca (blanco con frutos rojos). Me da una cuchara, al verla le pido otra porque desconfío de ese plástico. Salgo caminando, abro la puerta, pruebo y se me rompe, entro a pedir otra por las dudas. Mirá si me quedo en la mitad de la calle con helado pero sin cuchara, pienso. el heladero estaba lejos, me da lástima pero se la pido a la Nonna, a quien obligo a moverse. Me lanza una mirada fulminante.
Me voy caminando, llevado por el cansancio hasta alguna parada del colectivo que esté cerca al momento de finalizar mi vicio. El primer encuentro es el dulce de leche. Mucha presencia del ron y poca del dulce. Me invadía en cada cucharada. No me encanta. Recuerdo que la última vez, me pedí lo mismo. Caí dos veces en el mismo pozo.
El mate cocido, es raro. Es mate cocido helado. Muy original y fidedigno. Espectacular para la persona que le gusta esa infusión. Yo no soy habitúe de ella, pero sigo comiendo porque me seduce.
El chocolate blanco, normal, una crema con poco cacao.
Recuerdo el motivo por el cual comí helado, recuerdo el motivo por el cual elegí un cuarto, recuerdo que pagué 15 pesos. Me pongo contento. Como el helado, caminando por la calle en un estado de absoluta contradicción; me gusta/ no me gusta; visto una campera de plumas/como helado por la calle con el helado en mano.


Contacto: Estados Unidos 425.  San Telmo.

jueves, 19 de julio de 2012

Massera: como su nombre

Nuevo trabajo, me voy de Villa Soldati donde en dos años no pude encontrar una heladería, para Paseo Colón y Garay. Confianza que la cercanía al centro me deparará alguna heladería donde escapar de la vorágine laboral.
Caminando por Garay me encuentro con una marquesina que me lleva a los momentos de mi infancia, a sensaciones pasadas. Dice Massera, el nombre me parece repugnante pero entré. Poco marketing, cambiá el nombre en diciembre de 1983 o cerrá, pienso.
Pido un vaso mediano, dulce de leche granizado y chocolate blanco. El último es demasiado blando para que pueda ser servido, soy informado. Me pide cambiarlo. Elijo, mascarpone, en consecuencia.
Camino por la calle comiendo helado. Hablo con el amigo GW por teléfono.
Comí el helado por vicio. Comí el helado porque es helado o algo parecido, comí helado por esos días de porquería que anduvieron cerca.
En definitiva, la calidad es como el nombre: repugnante

domingo, 8 de julio de 2012

Saverio y una semana de locura

Semana de locura, cambios, propuestas, externalidades que hicieron que la panza marqué su territorio.
El viernes antes de una reunión, viendo en el celular que tenía 10 minutos más, recordé que a dos cuadras del bar a donde tenía que ir estaba Saverio. Bajé del colectivo, hice una cuadra para atrás (cosa que nunca hago, suelo bajar antes y caminar ídem) y compré un helado. Fui caminando hasta Acoyte y Rivadavia.
El primero del invierno. Comenzó el invierno. No es que es el primero que como desde el 21 de junio, sino que es el primero que como caminando por la calle con un frío que pela la piel.
Creo que habré sido el primero o único del día que entro al local. El frío se sentía de verdad.
Luego de preguntar por un par de sabores y probar el ristretto granizado (muy rico), pedí dos gustos conocidos. No estaba para innovar más de lo que la semana me solicitó. Dulce de lecha granizado y chocolate blanco escoces (con DDL natural).
Cuando el relleno del vaso mediano que compré entró a mi boca, recordé porque mucha gente recomienda esa heladería. El chocolate blanco escoces, no solo es uno de los mejores chocolates blancos que probé sino que su mezcla con el dulce argentino de cabecera lo hace especial.
Ese es el problema de elevar el estándar. Cuando el primer bocado la rompe, el segundo gusto debe pasar un filtro injusto. Es como los hermanos más chicos que quedan a la sombra de los hermanos más grandes que se portaban bien y sacaban buenas notas.
El dulce de leche granizado no logró tener ese efecto en mí, sin embargo era muy rico. Un gusto recordado, de Saverio, de infancia. No muy dulce, no muy amargo como los de antes. Un mix entre ambos, un gusto parecido a los modernos pero con una mezcla de los que sirven en los restaurantes.
Fui caminando, el frío me emocionaba. Comer helado en la calle en invierno me transporta.
Llegué a la reunión un poco más feliz. Pedí un té verde porque estoy nuevamente con síntomas de gastritis. Eso le dije al mozo.

contacto: http://www.saverio.com.ar/

Pd: Cones, I will go.

lunes, 2 de julio de 2012

martes, 19 de junio de 2012

Rialto, Quilmes

Este helado es fruto de la generosidad. Ahora explico el por qué. Dos amigos, hermanos a esta altura de la vida, Miri y Fer, tuvieron una cena en la casa de unos amigos de ellos en Quilmes. Luego de la cena que, según relataron, fue exquisita, se sentaron a comer el postre casero. De la conversación, surgió que hay una heladería que es super rica. En un acto de generosidad poca veces vista, agarraron el teléfono y llamaron para pedir medio kilo. Uds. se preguntarán: Había postre casero cocinado por el dueño de casa, ¿fueron tan  groseros de pedir igual? ¿solo dos cuartos para tantas personas? a todo les respondo, tomando prestadoas sus bocas, y digo NO. Lo que hicieron es pedirlo, ponerlo en el freezer, sacarlo del freezer, subirlo al auto, bajarlo del auto, ponerlo en el freezer de su casa, esperar una semana sin probarlo, sacarlo del congelador, subirlo al coche, traerlo a mi casa, ponerlo en el freezer y luego de la cena probarlo y comentar.
Dos cuartos de la heladería Rialto "Gelato de Alta Qualitá" según la bolsa, su página web y apuesto su marquesina.
Luego de una cena con recetas de Jamie Oliver, nos sentamos en el sillón a comer. Dos cuartos, seis gustos.
Comimos: dulce de leche, chocolate con naranja, maracuyá, Alfajor Havanna, Ferrero Rocher y Rafaello.

Todos los gustos eran de un nivel medio. Todos pesados, cremosos, los chocolates, si bien no me encantan, resaltaban mucho. El mejor el que era con naranja.
El DDL, suave, italiano. Creo que las heladerías italianas que intentes respetar su tradición no deberían hacer DDL.

Contacto: http://www.gelateriarialto.com.ar/  

viernes, 8 de junio de 2012

domingo, 3 de junio de 2012

El Helado y vos N°1: Barbie

El melona no es el único coreano....

NUEVA SECCIÓN: El helado y vos

Me gustaría lanzar una nueva sección del blog que se llama "El helado y vos".
Para eso, necesito que quien quiera me mande fotos tomando helado y si quieren-opcional- una mini descripción.
Enviar a: heladoargentino@gmail.com


miércoles, 23 de mayo de 2012

Picante, Picante

El blog se pone picante, picante.


Vía Flaminia. Solo un nombre

El domingo comenzó auspicioso. El plan era pasar la tarde solo con mis sobrinos más grandes (19 y 15) y mi viejo. Cual alianza, salimos en busca de un lugar para comer al que habíamos ido otras veces en zona norte. El mismo al que iba con mis abuelos y padres pero en la zona de Santa Fé y Callao. The Embers. Ese lugar de comida yanqui que uno como con felicidad pero al terminar piensa en el por qué se hace eso al cuerpo.
La salida se organizó por culpa del helado. Kevin, de 19, luego de leer el blog, me dice: "tenes que ir a Vía Flaminia". Le contesté "vamos el fin de semana con tu auto. Decile a tu hermano y vamos con el abuelo-es decir, mi papá-". Así, fue, comimos en ese lugar que queda justo frente a la famosa heladería de zona norte. Aquella que hacen los cucuruchos bañados más grandes de todos.
El almuerzo, fue tal como dije en la foto anterior, un momento feliz. La vida va pasando para todos, nos encontramos los cuatro mucho más grandes que la última vez que fuimos. La conversación fue girando por temas que hablan adultos y nuevos adultos. Cada uno decía cuán grande estaba y cuántos años cumplía. La próxima salida volverá a ser a un bodegón. La promesa ya fue tomada.
En esta oportunidad los roles fueron cambiando. Mi sobrino de 19 nos llevó en auto, el de 15 que ya sale de noche estaba cansado, yo pagué el almuerzo y mi viejo el postre.
Al llegar a la heladería, por supuesto sin hambre, digo: mientras voy a lavarme las manos, pidánme el famoso cucurucho bañado.
Al volver me entero que la cuenta fueron 165 pesos. 3 bañados y uno sin bañar. Me indigné. El precio de la fama cuesta. Esperaba, en consecuencia, el mejor cucurucho que podría existir.
Al momento de elegir los gustos, veo que una de las heladeras donde se depositan los potes está vacía por lo que significa que hay mucho gustos menos.
Me pido dulce de leche granizado y chocolate blanco. Me lo dan bañado. Otros piden chocolate amargo y frutos rojos, otros banana spit y chocolate blanco y así sigue la lista.
Todos al probarlo, decimos cuán malo es el helado. Cuán malo es el chocolate que lo baña. Cómo había bajado la calidad desde la última vez que lo probamos. Cómo se derrite, afirmábamos. Toda la mesa se ensucia. No lo puedo creer, gritábamos silenciosamente. Cómo puede ser que tanta gente venga a comerlo.
El dulce de leche sin gusto, el chocolate blanco una mentira blanca.
Todos los gustos para el olvido. No hay uno que pase el filtro de 4 personas a las que les gusta comer helado.
Fue un momento que quedará en mi memoria, fue un momento en donde la adultez nuevamente se hizo presente, un momento importante, aquellos por los que vale la pena.
Sinceramente, un momento para la memoria, un helado de pésima calidad y carísimo para el olvido.
  



lunes, 21 de mayo de 2012

viernes, 18 de mayo de 2012

Dumbo, un helado sin palabras

La decisión de tomar helado aparece en mi cabeza  en diversos momentos. A veces cuando camino por la calle y veo una heladería, pero otras tantas es pensada. Es decir, durante el día me dan ganas y pienso: dónde voy a la tarde?, qué heladería hay cerca?. Así decido comer helado. 
El otro día almorcé muy poco, un cuarto de tarta. Una porción chica. Me quedé con hambre por lo que decidí que a la tarde iba a comer helado para lograr estar con el estómago en paz. 
Un compañero de la oficina me dejó en La Plata y Rivadavia. Tenía que ir para el centro y recordaba que por Almagro había una heladería que me recomendaron (en este caso Mariana Cahn). Iba pasando por varias y ninguna me tentaba. Me decía y redecía que esa no podía ser. De repente, veo una, su cartel señala que está desde 1942. Digo: es esta! 
Entro, pido un vaso mediano. el tamaño que más sale por estos días. El cobrador es el vendedor pero en ningún momento me apura. Respeta el tiempo de la elección. Hay muchos gustos que merecen ser probados. El dulce de leche es obligado. Pido Granizado. Mientras lo indago sobre una crema que se llama "Super Hit", sobre el "manjar blanco" y demás. A cada pregunta una cuchara con helado. Servido con generosidad. Cada uno que probaba merecía ser pedido. 
El manjar blanco está compuesto por leche condensada, leche de cocó y castañas de Cajú caramelizadas. PERFECTO. SIN PALABRAS 
El super Hit: Crema, Jengibre, Canela y Cascaritas de Limón. Picante, dulce, moderno. El mejor que probé en los últimos tiempos.
Sin embargo no pedí los anteriores. Porque cuando lo estaba por hacer apareció el gusto de Palta al Limón. Pedí este. Era una excelente oportunidad para probar la palta dulce que laura siempre me recuerda que se come en L. América.
Me sirvió el helado, un tamaño más grande que mediando. Caminé por la calle, metí mi boca en la Palta. Felicidad. Agarré el teléfono, llamé a Laura. Le dije: soy feliz, probé una de las mejores heladerías de los últimos tiempos y encima es de barrio.
El dulce de leche, muy parecido a los que probé en los últimos tiempos. Del estilo de las heladerías de antaño. Pedacitos de chocolates chiquitos, amargo. 


Desde hace tres días que estoy pensando en el cuándo será el día que volveré a comprar. Alguna excusa aparecerá.
Recomiendo esta heladería sin dudar un instante. HAY que ir. 


Contacto: http://www.heladosdumbo.com.ar





una fanática muy particular...


Del amigo Valentini!

Hoy vinieron a comer a casa una amiga y una de las primas de Magui. Cuando le preguntaron que traían, la flaca les dijo -y, tráiganse helado nomás-, propuesta que me llevó a pensar más en el postre que en la cena. Felizmente, el menú estuvo muuuuuy bueno, pero yo sentía el latir del helado en el freezer, no se como explicarlo, pero les aseguro que se escuchaba. Bueno, la cuestión es que terminamos de comer y la prima de Magui destapó el pote, y a que no saben qué: era tooodo de dulce de leche!!! Ante mi sorpresa, ya que nunca pido menos de cuatro gustos por kilo, la Lu dijo -es la mejor elección, así no hay problemas con los gustos y, al fin y al cabo, a todos les encanta el dulce de leche-. La verdad, que la decisión me dejó anonadado y entre risas cercanas al llanto encubierto, creo que hasta llegué a acusarla de autoritaria. Sin embargo, ahora, superado el shock y siendo sincero, no puedo dejar de confesar que la decisión fue sumamente efectiva. Del dulce de leche quedaron algunos pocos restos, e indagando un poco con la responsable, advertí que la elección acumulaba saberes familiares de varias generaciones... Para tenerla en cuenta a la Lu, personaje digno de ser entrevistado por este blog! Al parecer, ya es una fanática más de esta página de sabores..

lunes, 14 de mayo de 2012

Olímpica y todo tiempo pasado fue mejor

La melancolía es un estado común. Un estado que respeto pero desconfío. Todo tiempo pasado fue mejor, dice el refrán. Al igual que Dolina me parece que es una frase incorrecta porque como dijo, antes era más machista, más racista. Sin embargo, la melancolía es algo que me acompaña. No por la grandeza del pasado sino por la visión de lo que fue. Con las heladerías lo mismo.

Tengo grandes amigos. Algunos desde los dos años, otros desde los 12. Con ellos mi relación fue variando pero siempre existieron y existen esos cafés, esas cenas, esos tragos y demás que marcan la importancia. De ellos, no hablaré porque la heladería la volví a probar con un amigo que no es de hace mucho tiempo sino por lo contrario, hace pocos años. Uno de los tantos que me hice en tiempos de adultez, de trabajo y de ideología.


Desde que ingresé al mundo laboral conocí grandes amigos con los que puedo conversar sobre cualquier cosa pero sobre todo sobre intereses en común. De derecho, de la vida. Personas que les mando escritos para que opinen, otros que me mandan para que yo haga lo propio.


La heladería "Olímpica" es una de esas heladerías históricas que para muchos será la mejor porque es del pasado, porque su local es gris, marrón y sus cárteles son los mismos que estuvieron siempre.
Caminaba por la calle con MV y nos dirigimos para ese local. Recordaba muchísimo artículos de diarios y rankings que hablaban de ella como una de las mejores heladerías. Compré un helado mediano, le pregunté que gusto me recomendaba, cuál era el característico del lugar y me contestó con simpatía que los dulces de leche, todos son las especialidad. Respuesta que no hizo más que meter presión a mi degustación, pues el DDL es el patrón por el cual comparo.
Pedí dulce de leche granizado y pistacho. No sé por qué hice eso, pero lo hice, vi el color, vi el lugar, vi que me convertía en adulto y lo elegí. Sentí que era el momento para pedirlo. Todo eso apareció en el instante que lo requerí. Debo decir que es la primera vez en mi vida que lo hago. "Nunca me pasó" sería la frase que todos tememos decir.
El dulce de leche era bueno, vengo de buena racha. Muy parecido al de Alviyak. El chocolate que usan para granizarlo es especialmente importante porque tiene un tamaño muy pequeño que hace que todo el tiempo comas dulce granizado, nunca granizado, nunca dulce de leche solo. Es un chocolate que amarga el sabor. Rico, no podría decir que el mejor ni que es digno de decir que se diferencia de los demás.
El pistacho, no sé por qué tiene ese color. El pistacho no es verde agua. Es raro, representa bien el sabor de la fruta seca (¿es una fruta seca?). Es un gusto adulto, un gusto que ningún niño pediría salvo por el color que recuerda a linterna verde pero asusta como la criptonita.
Semanas de melancolía, de sentimientos encontrados. Semanas donde los amigos juegan roles importantes.


Contacto: Avenida de Mayo 752 Buenos Aires, Capital Federal(0)11 4342 0935

martes, 8 de mayo de 2012

Alviyac. una heladería de barrio

Ayer invité a mi sobrino más chico a pasar la tarde a mi casa. La propuesta fue: vení y ponemos el cine (un proyector). Él feliz. Lo tenía que ir a buscar. Me tomé el 24 que va todo por corrientes. Me bajé dos paradas antes porque me dieron ganas de tomar helado y me acordaba que por esa zona estaba Alviyak, una típica heladería del barrio de Abasto y que saboreo siempre que voy a buscarlo al colegio.
Almorcé poco, entonces me aventuré con un cuarto de helado.
Tuve el mismo problema de siempre: si la persona que me cobra es la misma que me sirve me siento presionado porque no tengo tiempo para pensar los gustos. Me cobra, me mira y espera que ya tenga decidido todo. La señora que me atendió ayer, no fue de lo más simpática. Le molestó que tarde unos minutos. Es por eso que solo me animé a pedirle un gusto para probar. La irritaba cualquier pregunta. Le dije, puedo probar el yogurt con frutilla y cereales? Me miró con cara de sorprendida, como si fuese la primera vez que alguien lo pide. No le caí bien, pensé. Pero insistí y finalmente lo probé y elegí. Todo porque me dijo que esa cucharita que me dio justó salió son los cereales con chocolate. Me tentó!
Al cuarto le agregué dulce de leche granizado y chocolate blanco.
El gusto nuevo, resultó malísimo. No entiendo porque lo elegí. Tal vez porque me gusta ese mezcla o simplemente por miedo de probar algo y no elegirlo (nota mental: algún día tengo que hablar de ese dilema).
Si van a esa heladería- vayan!- no lo pidan!! no tiene gusto a nada y menos a yogurt con frutilla y cereales con chocolate.
El DDL es de los más ricos de las heladerías de barrio. Es dulce pero amargo, no suave como sus compinches coetáneas suelen ser, no dulce como las heladerías nuevas. Es semi amargo. Repleto de pedacitos de chocolate que lo abrazan y saben contener. Me sentí feliz en estar comiendo helado. Cosa que no me pasó en Colonia-Uruguay (segunda nota mental: tengo que escribir sobre las heladerías en Colonia).
El chocolate blanco es un fiel reflejo del manjar dulce. Se siente la manteca, se siente el cacao, se sienten los pedacitos de chocolate blanco. Este último gusto tiene solo un problema. Se derrite rápidamente.

Inicialmente no le caí bien, creo que finalmente tampoco, pero mi cuarto tenía 360 gramos de helado. Me regaló una gran cantidad. Entonces, le habré caído bien o simplemente se confundió?

Contacto: Alviyac, Corrientes 2887, 4962-8144



martes, 24 de abril de 2012

1 año.

El primer post del blog, hace un año, trato sobre el nacimiento de mi amor por el helado. En el por qué supongo que me encanta, además de su exquisito sabor. Contaba algo de la familia de mi madre, especialmente de mis abuelos y tia. El festejo fue solitario, el sábado me fui a la heladería de mi infancia que queda en la calle Esmeralda 962, justo frente a la casa de ellos y comí helado.
En este año probé 45 heladerías, hice 67 post. Va el del año...

Glassmenyn på Heladeria Esmeralda

Evita tirándose a los pies de mi tía abuela, oración con la que podría comenzar la historia de mi vida. El asunto es que no fue así…fue mi tía abuela la que se tiró a los pies de Evita para pedirle que deje entrar a su hermana, es decir mi abuela, al país. Que en Turquía pasaban hambre. Supongo que no es cierta la historia pero en este punto poco importa. Así me la contaron. La imaginación es gris, ni blanca ni negra, gris como todo intermedio, pasar desapercibida, es el cometido.
Mi abuelo, cansado de la guerra que su país natal empezaba cada rato, se hizo pasar por médico. Que no sabía, que no comprendía la medicina es evidente, solía ser comerciante. Pero, obvio que no fue insultado, obvio que no fue vapuleado en el frente, como iba a ser tratado como a los afros en la guerra, nunca iban a confesar eso. No, se hizo pasar por médico, toda la noche estudiaba porque la primera consulta siempre resultaba en lo mismo. Morfina, para calmar el dolor, compañero, mañana lo vuelvo a ver. Pocas palabras, como recorrió toda su vida. Sentado con sus piernas altas. Su revolución era decirme Boludo. La única mala palabra que le escuché decir. Ni una más.
50 años después, en una playa se decidió a comentar, a relatar. Me invitó a pasear y nos sentamos en unos médanos. Empezó a contar su vida. Podría ser que se ponga en revisionista, supongo que es el destino que nos espera a todos. Decidió contarme toda su vida. Desde que trabajó para el Estado de Israel, que habría sido masón, que la guerra, que la medicina. Un tipo muy alto, bonachón, de limones agarrar.
Argentina, luego fue el destino. Dos hijas, un hijo. Mi mamá es la menor, como yo.
Una nena de tres años, una borda, una mirada de desconsuelo por abandonar su país. Tiró el zapato para que se vaya a su tierra. Así es mi mamá. Claro que la historia no es así de cierta. 10 años de terapia me permiten comprender que no, que así seguro no.
Crecí con todo esto, con lo cierto y lo no tan cierto. Con la invención y con la imaginación. Soy producto de la prudencia y de la imaginación. De la abundancia, del marxismo de los sentimientos. Propiedad privada sí, autonomía no, esa es la proclama.

 El sábado fui a esa heladería, pedí dulce de leche granizado y frutilla a la crema. Un gusto que nunca pido pero que solía hacerlo cuando era un nene. Ese día solo valían esos gustos.
Al tener el helado en mi mano, le pregunté: te acordas de mi? Me dijo, claro, le dije, a ver quién soy? me dijo, vos tenías tu tía que vivía en frente. Le dije, qué memoria, me dijo, estás igual pero más viejo. Hace mucho que no venía, le agregué, vos tenías mellizos? no, me contestó, era el dueño, el que está ahí- me señala un pibe que miraba Real-Barca- es uno de ellos. No lo podía creer! le comenté que recuerdo cuando nació, que era un suceso porque el heladero amigo había tenido mellizos. Cuántos años tenes, le consulté. Me dijo 22. Silencio.

Me resulta complicado criticar esa heladería. Seré bueno. El dulce de leche, normal, peor que lo que recordaba, la frutilla a la crema, rica. punto. emoción.
Feliz año!

lunes, 16 de abril de 2012

Tino. Almagro y un nuevo repaso...


Un barrio donde hice los primeros años de mi secundaria. Una decisión que tomé y que cambió el rumbo de mi personalidad. En segundo año le dije a mis padres que quería cambiarme de colegio, que en el que estaba no tenía nada que hacer. Que me anoté porque quería ser arquitecto pero con el tiempo me di cuenta que no era mi voluntad. Era un colegio técnico y requería que a uno le guste esas actividades. Me fui, la única condición era ir a la psicóloga del colegio y explicarle y hablar sobre el asunto. Psicóloga que conocía porque si bien hay curso de ingreso en matemática y lengua, mi ingreso fue condicionado a una entrevista con la terapeuta de la institución. Eso es lo que me dijeron en la escuela. La causa: terminaba los exámenes muy rápido y por tanto cometía errores. Ingresé, parece que no era un síntoma de un asesino serial o por lo menos aún no se despertó.
Caminaba hoy, con el estómago vacío, eran las 6.30 de la tarde y solo había consumido un yogurt. Me esperaba unas dos horas más en la calle. Mientras caminaba y pensaba en todo lo que me estuvo pasando en estas semanas, orgullo, enojo, frustración, amor y demás, me encontré con una heladería. Decidí que iba a comer un cuarto y aguantar el hambre hasta la cena. Entre a Tino, una famosa de Almagro que queda sobre Diaz Velez y Yatay.
Ando con poca paciencia, estoy cansado y entonces, mi filtro social no se anula pero se apacigua. Cuando pago el helado en la caja, el heladero me esperaba con sus armas preparadas. Le digo: "por favor, dame unos minutos que no pude ni mirar".
Entonces, pido dulce de granizado, y le pregunté si había algún gusto que caracterizara al lugar. Duda unos instantes y me dice que el Don Pedro. Nunca lo pediría pero lo probé y necesitaba comer algo distinto. Cansado de lo monotemático. Lo acepté. Luego pedí, limón granizado, a lo que me dijo, también granizado? Le dije, tenés razón, gracias. Frutilla, le corrijo, no me corrijo, melón. Se ríe, me río. Me voy.
Salgo caminando y lo primero que pruebo es el DDL granizado. Como el nombre y la estética del logo del lugar es infantil. Es un dulce de leche de sabor intermedio-ni tan fuerte ni tan suave- que tiene chocolates en tamaño enorme, como antes que se profesionalizara el asunto del granizado. Saqué una cucharada- me olvidé de decir que pedí dos por su clara flacidez- y me llevé un pedazote de chocolate. En suma, rico, nada de otro mundo, una buena heladería de barrio.

El melón, culpa mía. claramente. Cometí un error infantil. No es una fruta que esté presente en esta estación, entonces es obvio que es artificial. No era malo, pero se notaba que el gusto salió de una botellita, no de la fruta.

El Don Pedro, yo que sé. no me gusta ese sabor. Me imagino que no era lo suficientemente malo porque pude comerlo. Pero me sentí adulto, comiendo un sabor que no lo hubiese pedido hace unos años.
on eso me fui caminando por la calle a la espera de la charla de mi querido amigo mariano. Un encuentro de Literatura interesante donde se intentará romper los prejuicios y juicios sobre los autores y sus obras. Un orgullo ver al amigo con el que comíamos alfajores con cindor a los 8, en una mesa de adelante haciendo reír a los presentes y todos confirmado lo interesante que es leer y disfrutar de discusiones colectivas.

Más tarde. Cena con un amigo, Misa. Una hermosa charla, una impresionante comida. Encuentro adulto. Revisionismo!

sábado, 14 de abril de 2012


En la próxima semana, el blog cumple 1 año. Acepto kilos de helado de regalo, coimas para que hable bien de alguna heladería.
Estoy viendo la forma de festejar. Creo que se viene la gran cata colectiva.

martes, 10 de abril de 2012

Tiberio. Congreso


Narda dispone el camino gastronómico. Sin duda es de mis preferidas en el área.
En su guía de compras recomienda ir a Tiberio. Había ido muchísimas veces cuando trabajaba en el Congreso Nacional, quedaba a la vuelta. No tenían envío y por lo tanto íbamos a buscar. Remedio para esos momentos del trabajo en el despacho. No la recordaba de calidad, sino simplemente de paso.
Ayer, luego de una maratón de reuniones y luego de un almuerzo tarde con un amigo (MV) nos partimos a esa heladería. Pedí un vaso grande para sentir dos gustos de manera intensa.
Le pregunté: además del dulce de leche granizado, el que vos me digas que es el característico del lugar. Me contesta, tenemos todos los gustos básicos, nada de otro mundo. Me angustió su frase. Pero así como nada, me dice: crema Rhodesia, podría ser. Le dije, dame esos dos, entonces.
El dulce de leche era rico, recordé su sabor. Es sabroso intermedio. Ni un dulce de leche de local de antaño, ni de los modernos. El resultado de una mezcla de ambos. Lo bueno, posee muchos chocolates granizado. El suficiente para que sea DDL y no chocolate.
El de Rhodesia, me gustó. Me sorprendí porque no me gusta ni ese chocolate ni la Tita (sé que es polémico. Odiaba cuando en los cumpleaños solo había eso porque a todos les encantaba). Este tenía un sabor a crema con un trasfondo de chocolate.
Al terminar este recorrido, recuerdo a Rachel, contando su relación con el Maracuyá y los perros de Pablov.
Si trabajan en el centro, recuerden Narda, dispone. Vayan!

miércoles, 4 de abril de 2012

La revolución heladera viene del Sur: Rapa Nui


Días complicados, movidos, movilizantes, el estrés fue el compañero constante, el helado su constante remedio. Ayer, luego de rendir un examen difícil, muy difícil, caminamos por la calle, tomando una, cambiando por otra, volviendo atrás para no caminar de más. De repente, me agarra hambre, solo había comido una tarta en todo el día y eran las 18.40.

Paso por una pastelería que tiene mucha pinta, me tiento pero recuerdo que no me gustan mucho las facturas, sigo caminando esperando encontrar algo que me tiente. Y como esas cosas que pasan en las películas románticas nos chocamos con un local nuevo, grande y lindo, un poco “barilochense”, un poco porteño. Veo a un chico sirviendo helados-caigo en que es una heladería-, vea el aspecto de la heladería y me digo: no puede ser muy malo, nuevamente, me auto persuado, es el remedio para mi hambre, mi mal humor, mi dolor de cabeza y todo.

Laura me desasna y me dice que Rapa Nui, nombre del local, es una casa de chocolates famosa en el sur, sino una de las más importantes. Qué felicidad pienso, aunque sabía que chocolate negro no iba a pedir.

Tengo dos señoras mayores pidiendo cuartos para llevar, no se ponen de acuerdo cuál era el gusto que disfrutaba la hija de una de ellas. Tardan una eternidad. En general no apuro a las personas que piden helado porque no me gusta que lo hagan conmigo. Pero mi cabeza empieza decir algo, mi cabeza piensa: mi sobrino está esperando que lo vayamos a buscar al cumpleaños. No puedo tardar tanto! Se van con su helado y empieza la deliberación robusta con Lau sobre los gustos que íbamos a pedir. Dos de ellos son titulares, dos decidimos probar para no molestar demasiado.

La atención del chico que no tarda dos minutos en decir que él también es de Bariloche, voz a la que se suma la cajera que está a pocos metros diciendo: “acá todos somos de Bariloche”. No sé si es verdad, no sé si es que la empresa, por ser de esa zona, los obliga a ponerse la camiseta local, en fin, simplemente sonrío.

El listado de sabores es impresionante. Tiene variedad, con nombres extraños pero bien explicados en la pizarra. Hay cinco o seis variedades de dulce de leche que tientan, más de chocolates, otros tantos de frutas del sur, cremas para todos los gustos.

Pedimos dulce de leche casero con leche de cabra. El heladero, como buen informante, nos dice: es suave, eh! Más suave que los comunes. Igual lo pedimos.

Pedimos chocolate blanco Rapanui, que contiene pedacitos de crocante de chocolate negro, otros blancos y dulce de frambuesa casera. Probamos el tiramisú, probamos Raspberry.

Nos vamos caminando, probamos el chocolate blanco. No tardamos en decir, “no puede ser más rico”. Lejos el mejor que probé a la fecha, es impresionante, es manteca, es dulzura, el leche, es placer en estado puro.

El dulce de leche con leche de cabra, es tal como nos adelantó, es suave, cremoso en su justa medida pero pasa desapercibido junto a los otros dos gustos que lo invaden. Laura, muy acertada me dice: es parecido al dulce de leche de Duo, la heladería que probamos por la avenida Santa Fé. Claro, le digo, es que tiene gusto al dulce de leche de heladería antigua. Igual lo recomiendo, eh! No vayan a creer que no!

El tercer gusto el Raspberry, es increíble, es fuerte, es colorido, es violeta-mi color feminista – preferido. Es intenso, es refrescante.

El cuarto no es caro, comparado con los precios de hoy en día, $ 24 pesos de puro sabor, pura felicidad empaquetada.

Una recomendación, si van a pedir un cuarto para tomar caminando, pidan unas cucharitas de repuesto, lo hice ni bien la agarré, su fragilidad amenazaba mi felicidad, estuvo a punto de romperse.

Contacto: http://www.chocolatesrapanui.com.ar/

viernes, 23 de marzo de 2012

Historias Mínimas

Muchos años atrás. 6, creo. Cena en lo de un amigo. Encuentro, luego de horas de charla y demás, decidimos pedir helado a una heladería de barrio. Esas cosas que uno hace pero uno no sabe por qué...
Llamó a la heladería, digo: tres cuartos, por favor. Al decirle mis gustos, frené en el segundo para luego proponer: "el tercero a tu elección. Que sea una sorpresa, lo que vos creas que va con los otros y que sea de lo mejores de la heladería". No recuerdo que me mandó....recuerdo que me sorprendí, recuerdo que me trató como a un loco.


sábado, 10 de marzo de 2012

Chungo, un tradicional


Es una heladería con larga historia, es una heladería conocida, es raro encontrar a alguien que nunca la haya probado. Chungo, en los últimos años creció y cambió su imagen, la modernizo, lo mismo que hizo con sus gustos.

El domingo pasado luego de ir a comer carne a una parrilla y no poder hacerlo por una confusión del mozo (trajo un chorizo cortado mariposa cuando le pedimos un chorizo y un bife de chorizo mariposa), nos fuimos a chungo que era una cuenta pendiente y además quedaba a solo dos pasos de la parrilla.

Al entrar lo vemos a Kevin Johansen, Laura dice que al hablar tiene una voz que conquista, leyendo Tiempo Argentino (algo así como el P12 de cuarta categoría). Entramos y pedimos, ella uno chico, yo un vaso grande.

Miro la cartelera y no tienen aquellos que hace unos meses había probado y que, luego, me gustaron. Dulce de leche granizado, canela y la crema de nueces pecan, no tienen. Entiendo el faltante de los últimos, pero del dulce granizado, no. Incomprensible! Entonces, yo pido chocolate blanco y Dulce Cucuruccino (que describen así: Suave dulce de leche combinado con queso crema, dulce de leche natural y trocitos de cookies de chocolate). Lau pide Sambayón con con almendras y arándanos.

Pruebo el chocolate blanco, me gusta, sigo comiendo, me sigue gustando, sigo y empieza a molestar la pesadez, pero gusta. El otro gusto, esa especia de mezcla de chocotorta fue una equivocación total, es extremadamente dulce, empalaga, no es recomendable.

El sambayón, un gusto que comenzó a gustarme a fuerza de probarlo, rico. No me mató pero rico, las almendras son bañadas, para mi ese gusto no va con bañadas sino con caramelizadas o simplemente almendras, pero bue.

Los arándanos, buenos, me gustaron, un poco dulce y artificial comparado con otras heladerías de primera calidad pero bueno.

Bueno, si están cerca y no hay otra opción, vayan sino elúdanla, pues es realmente caro. El Kilo: 90 pesos.

Contacto: chungo.com.ar

miércoles, 29 de febrero de 2012

Mi vuelta de Tigre. Heladería de barrio


16 días en tigre. Los sábados un encuentro que no falla. El tocaba la bocina y a la distancia me levantaba y me acercaba al muelle. Siempre que pasaba me miraba, sabía que tenía un cliente. El helado solo puede ser evaluado en contexto. Vendían helados de Cremolatti.

Todos los sábados compraba 1 kilo y medio. Medio para el consumo del día, uno para tener para toda la semana. Los gustos eran variados. Dulce de leche granizado, súper dulce de leche, frutos rojos. Frutilla, tramontana y chocolate con almendras.

Es una heladería que solo puede ser pensada en ese contexto,. Ahí es perfecto, en la Ciudad se lo deja pasar. Todo es muy dulce, de sabor suave. El dulce granizado fue lo mejorcito, a mi suegro le gustó el chocolate con almendras.

Si están en tigre, no dejen de comprar, si están en la ciudad, dejen de hacerlo.

Al llegar mi ansiedad de helado se presentó. Al otro día, caminábamos por la avenida Santa Fé a la altura de Malabia. Vi la heladería que me dio de comer durante mucho tiempo. Una heladería vieja, de barrio. Vi al heladero, en el fondo, enfrascado en su labor. Me dieron ganas de entrar. Lau me dice: “vas a quemar un cartucho, no comás acá”. Le dije, es bueno, confiá.

Entramos, me atienden bien, pero no pregunté mucho porque sabía que quería. Pedí chocolate blanco (lo extrañaba) y dulce de lecha granizado.

El choco blanco, perfecto, riquísimo. Manteca, cacao, pedacitos de chocolate blanco. A Lau que no quería comer, le aconsejé que lo haga, que lo pruebe. Lo hizo y me dijo: no, lo puede creer, es muy bueno.

La evaluación del dulce granizado fue dispar, para mí, normal, para Lau bueno. Gusto a quemado, dulce. Lo volví a probar y me gustó.

Un dato de color: la cucharita es de madera como las de antes.

Contacto: Santa Fe 3798


miércoles, 8 de febrero de 2012

domingo, 5 de febrero de 2012

Helado y Galpón orgánico


Ayer fue un clásico día progre. Una caricatura, podría ser. Fuimos en bici con Lau a buscar a Hayley, quien a su vez nos esperaba con la propia. De ahí encaramos para el mercado de productos orgánicos de Chacarita. Aquel galpón que se ubica justo detrás de la vía, al lado de la estación del Urquiza. Antes de entrar, uno se encuentra con pedazos de tierras alquiladas a cualquier persona que lo solicité para plantar verduras sin agroquímicos.

Al entrar y ante la sed, producto de la suma del día caluroso y el ejercicio, nos sentamos a tomar algo. Un juego de naranja fue la elección. Al sentarme veo frente a mií, un cartel, un hermoso cartel. Helados Cumelen anuncia que los helados naturales dan fuerza a la vida o algo así. El asunto es que en mi quedo esa idea. Sin embargo, la desilusión no tardó en aparecer pues aún no habían abierto y yo quería que sea mi desayuno dado que no sabía a qué hora me iba a ir de ese predio.

Mientras tomábamos el juego, Hayley nos explicó el sistema de compra. Empezamos…

Como era de esperar probé todo lo que me ofrecían, todo. Empanadas de cebolla a las 10.30, milanesas de lentejas a las 10.35, pan de cebolla, ajo y aceitunas a las 11.00, pan con aceita de oliva a las 11.05. Decididamente mi desayuno no fue el helado sino una mezcla de productos orgánicos.

Como era de esperar me quería comprar todo aquello que probaba. Así fue, compramos de todo, especialmente verduras que prometían saber a verduras y no se mostraban perfectas como las que consumimos todos los días.

Cuando terminé de dar la vuelta, me encontré con la heladería abierta. Me dirigí e invité a mis dos compañeras un helado. Me habían recomendado la crema patagónica, así que por ella fui. Obviamente le agregué dulce de leche. En este caso con merengues.

Antes de empezar a pedir, le pregunté a la heladera si eran orgánicos y qué significaban. La respuesta es no, no son orgánicos pues el helado necesita de productos para que duren. Igual lo pedí, aunque no entendí porque estaban en el mercado de productos que únicamente son de esa especie.

La crema patagónica se compone de americana, canela y semillas de sésamo tostadas. Impresionante el sabor, único. Se siente la canela, no como un polvillo que sabe a canela sino a Canela de verdad, las semillas se meten entre los dientes, se menean en la boca. La sensación de felicidad es completa. Un sabor exquisito, logrado, no invasivo.

El dulce de leche con merengues, es un poco dulce, empalagoso a penas, pero su sabor es sincero. Tiene gusto a dulce de leche de verdad, no a crema sumada a dulce de leche. Rico, no de los mejores pero si sabroso. Los merengues son pequeños por lo tanto uno no come más merengue que helado. Recomendable

Los demás gustos que probé de los helados de L y H, fueron la sandía y el melón.

La sandía es refrescante, como la fruta de la cual se realiza. Tiene un gusto suave pero logrado lo que quiere decir o me deja interpretar que no tiene aditivos, tal como afirman.

El melón, mejor que la fruta anterior.

En fin, salida recomendable. Las frutas tienen sabor a fruta. Las verduras son sabrosísimas. El tomate cherry, es una explosión de sabor.

El helado no se quedó atrás!

martes, 31 de enero de 2012

10 años, cosas que no cambian

Un adolescente/adultito que disfrutaba muchísimo el helado entraba a terapia con problemas de adolescente/adultito
Un adulto que disfruta el helado (debo decir que cuando quise escribir helado puse "disfruta terapia", pero bue...) hoy tiene su última sesión de terapia, los últimos 45 minutos.
Cosas que no cambian....Cuántos kilos de helado habré comido en estos 10 años?
No lo sé, pero hoy comería helado todo el día, melancolía, angustia, nostalgia, orgullo, jodida la cosa.
"el destino normal de todo neurótico en Buenos Aires es ir a terapia", me decían.
En un rato vuelvo: puertas que nunca se cierran

viernes, 27 de enero de 2012

Las Cañitas y mi mala racha


Este repaso será simple, concreto y sincero.

Hace 4 años que hago inglés con la misma profesora, en el mismo lugar, en el mismo barrio que menemisticamente ha sido denominado Las Cañitas. Siempre paso con el colectivo por una heladería pero nunca bajo para probarla. Ayer, salté del bus y fui.

Se llama Ducco, es grande, moderna e invita a pasar. Tiene variedad de gustos, muchos.

Soy el único cliente, tres empleados/as esperan para servir. Tengo que tomar valor y tener tiempo para pensar. Entonces, pido dulce de leche granizado, mientras pienso en el otro.

Pruebo Chocotorta, rico. Me ilusiono, entonces. Vengo de malas rachas.

Agrego al DDL, frutilla especial. Crema de frutillas con frutillas.

Me voy caminando y pruebo….

La frutilla es igual a la que sirven en los bodegones cuando pedís helado. Sin palabras.

Al probar el dulce granizado y acordarme de mi dieta, me debato en tirarlo. Imaginen cuánto me gustó. Por principios, sigo comiendo y me dije: por algo yo no entré en todos estos años….

lunes, 23 de enero de 2012

Helader@ y yo


Una relación corta pero intensa con ese noble trabajador/a.
La relación con el heladero/a-quien sirve el helado- es fundamental, esencial para la predisposición con la que uno se acerca a su objeto deseado. Voy a contar cuál es mi experiencia y estrategias para sobrellevar ese momento que confieso me pone muy nervioso.
Entro a la heladería, espero que el heladero/a no sea la misma persona que cobra, pues nunca se lava las manos- no es algo que me preocupe pero es algo que miro-. Además, si es el mismo sujeto sé que me atenderá rápido, pues está cumpliendo doble funciones. Si entra otra persona, no le puede cobrar y atraparla dentro del local.
Otro problema que se presenta cuando se ejercen doble funciones es que no me dan tiempo para pensar los gustos. El lapso entre el pago y el pedido es el que le permite a uno mirar la cartelera con tranquilidad. Si es la misma persona: pagas y te pregunta de qué gusto. Lo llamativo es que piensan que uno viene pensando los gustos mientras camina por la calle y está al pié del cañón para elegir. No lo entiendo! Si fuese así, para qué ponen gustos especiales?
El otro problema que se presenta es cuando no hay mucha gente y el/la eheladera quiere servirte al momento. Me imagino que todos/as los/as mortales tenemos el mismo problema. Necesitamos información para elegir (toda la teoría democrática va en este sentido!).
A esto se le suma que los neuróticos como yo, necesitamos un tiempo extra pues si elegimos rápido, nos arrepentimos al momento de hablar.
Bueno, salvada esta instancia, empieza otra relacionada con la anterior. La elección en lugares nuevos. Mi lucha interna es conocer cuántos gustos uno puede probar antes de elegir. Uno seguro pues me da más tiempo para ver la cartelera. Pero cuántos puedo? En Jauja cuyo nombres e insumos son desconocidos. Se habilita más probaditas?
Mi relación con el heladero/a es complicada, me pone de mal o de buen humor para probar el helado. Depende si elegí mal por sentirme presionado por los ojos de espera o si tuve el tiempo para ver y elegir.

miércoles, 18 de enero de 2012

Tufic: espacio de sabores, pffffff



Palermo es pretencioso, sin embargo, Palermo me gusta. Palermo invade, invadió Chacarita, invadió Barrio Norte y quiere hacer lo propio con Villa Crespo, aunque no nos vencerá. Villa Crespo no es Palermo.

Bueno, ayer pensé que tenía dentista, pero me confundí, tenía tiempo para caminar. Recordé que el amigo Balán me había mencionado una heladería en la cuadra de la casa de su madre, que según él pertenece a alguien que podrían ser mis primos porque son turcos.

Bueno me dirigí hacía ahí con ganas de llenar mi estomago que solo había recibido un yogurt con frutas.

Entré a ese local que se llama Tufic, pero son tan pretenciosos que no lo llaman heladería sino espacio de sabores.


El lugar es lindo, normal, nada de otro mundo. El nuevo estilo de heladería que se instala. Los helados a la vista, blanco con colores fuertes y de espacios grandes.

La atención fue maravillosa, pregunté cuánto se me cantó pero con vergüenza a probar muchos gustos. Sin embargo, el señor heladero – creo que debería decir empleado porque no era heladero- me ofrecía una cucharada de cada gusto.

Pedí un cuarto, hace mucho que no pedía esto. Mi dieta me exige que pida vasitos y dos gustos. Tenía hambre y un partido de fútbol por delante. Pedí un cuarto.

Dulce de leche es obligatorio. Pregunté cuál tenían. Me señala el granizado, con Browne, tentación y alfachoc-gusto a alfajor y pedacitos de ese dulce-. Elijo este último.

Una fruta era obligatoria! Había las clásicas y mandarina. Me tienta frutos rojos. Pido esa.

Faltaba un gusto de color blanco. Es un clásico, que haya gustos de diferentes colores es una necesidad, no una elección. Ante la oferta, pido chocolate blanco.

Es un espacio de sabores de precio de heladerías de calidad: $22. Sin embargo, la relación es pésima.

Empecé a caminar con helado en mano y con tiempo que perder. Cuando caminas con helado en mano te sentís igual que cuando salís de la peluquería. La Sensación que todo el mundo te mira. Ayer fue real, una señora me toca el hombro, yo me asusto porque lo hace desde atrás. Me pregunta con voz de vieja cheta, dónde compraste el helado. Mi mamá está en un geriátrico y le quiero llevar. Le digo que lejos pero que a dos cuadras hay un Freddo. Me mirá, no entiendo qué esperara que le conteste. Le señalo dónde es la sucursal más cercana. Va para otro lado. Sigo mi camino.

El dulce de leche con alfajor no era ni un alfajor, ni helado de dulce de leche, era un helado de esas heladerías que compran sabores en botellita y lo añaden a una crema. Malo, muy malo. Lo bueno eran los pedacitos de alfajor pero la verdad nunca me gustaron mucho, salvo el Bagley Blanco que comía cuando era chico con mi amigo Mariano cuando entrábamos al Circuito KDT para jugar al fútbol.

El chocolate blanco podría haber sido una crema americana si no fuese porque tenía un leve sabor al cacao con manteca.

Los frutos rojos lo mejor de todo, sin perjuicio no era bueno. Muchas frutas, ningún gusto.

Probé dulce de leche con Brownie y crema de avellanas y Kinder. El mejor de todos, crema de avellanas. Pero no lo pedí.

En conclusión, si le ponen espacio de sabores y no heladería, le tenemos que exigir que sus helados tengan sabor sino pongan: somos una heladería y punto.

De esta heladería solo me queda el recuerdo de su increíble atención.

Contacto: http://espaciodesabores.wordpress.com/

Pd. Pronto hablaré de mi relación con el heladero al momento de seleccionar el helado.