El primer post del blog, hace un año, trato sobre el nacimiento de mi amor por el helado. En el por qué supongo que me encanta, además de su exquisito sabor. Contaba algo de la familia de mi madre, especialmente de mis abuelos y tia. El festejo fue solitario, el sábado me fui a la heladería de mi infancia que queda en la calle Esmeralda 962, justo frente a la casa de ellos y comí helado.
En este año probé 45 heladerías, hice 67 post. Va el del año...
Evita tirándose a los pies de mi tía abuela, oración con la
que podría comenzar la historia de mi vida. El asunto es que no fue así…fue mi
tía abuela la que se tiró a los pies de Evita para pedirle que deje entrar a su
hermana, es decir mi abuela, al país. Que en Turquía pasaban hambre. Supongo
que no es cierta la historia pero en este punto poco importa. Así me la
contaron. La imaginación es gris, ni blanca ni negra, gris como todo intermedio, pasar desapercibida, es el cometido.
Mi abuelo, cansado de la guerra que su país natal empezaba
cada rato, se hizo pasar por médico. Que no sabía, que no comprendía la
medicina es evidente, solía ser comerciante. Pero, obvio que no fue insultado,
obvio que no fue vapuleado en el frente, como iba a ser tratado como a los
afros en la guerra, nunca iban a confesar eso. No, se hizo pasar por médico, toda la noche estudiaba
porque la primera consulta siempre resultaba en lo mismo. Morfina, para calmar el
dolor, compañero, mañana lo vuelvo a ver. Pocas palabras, como recorrió toda su
vida. Sentado con sus piernas altas. Su revolución era decirme Boludo. La única
mala palabra que le escuché decir. Ni una más.
50 años después, en una playa se decidió a comentar, a
relatar. Me invitó a pasear y nos sentamos en unos médanos. Empezó a contar su
vida. Podría ser que se ponga en revisionista, supongo que es el destino que
nos espera a todos. Decidió contarme toda su vida. Desde que trabajó para el
Estado de Israel, que habría sido masón, que la guerra, que la medicina. Un
tipo muy alto, bonachón, de limones agarrar.
Argentina, luego fue el destino. Dos hijas, un hijo. Mi mamá
es la menor, como yo.
Una nena de tres años, una borda, una mirada de desconsuelo
por abandonar su país. Tiró el zapato para que se vaya a su tierra. Así es mi
mamá. Claro que la historia no es así de cierta. 10 años de terapia me permiten
comprender que no, que así seguro no.
Crecí con todo esto, con lo cierto y lo no tan cierto. Con
la invención y con la imaginación. Soy producto de la prudencia y de la
imaginación. De la abundancia, del marxismo de los sentimientos. Propiedad
privada sí, autonomía no, esa es la proclama.
Me resulta complicado criticar esa heladería. Seré bueno. El dulce de leche, normal, peor que lo que recordaba, la frutilla a la crema, rica. punto. emoción.
Feliz año!
feliz año! emoción también para el lector... y repitiendo un gesto que te caracteriza, te digo, por esta vía, "te conozco hace 29 años", conozco esa heladería, esa tía, esa historia... pero qué alegría volver a escucharla!
ResponderEliminargracas, amigo, gracias!
ResponderEliminarPor muchos años de helados más, aguante Dami y los helados!!!!!
ResponderEliminarSe borró el comentario de LR:
ResponderEliminarParabéns pra o bloggi!!!!
Besos al autor.
Gracias Lau, por dejar que mensualmente despilfarre plata en helados!
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