miércoles, 31 de agosto de 2011

Recoleta: una heladería simplemente finoli


La zona de recoleta es una zona que nunca me gustó. Una zona en la que no me siento cómodo, una zona en la que me pierdo aunque vaya seguido. Una zona que no entiendo…pero bue…también está la espinaca a la crema gratinada que pedía mi hermana mayor, el árbol borracho que albergaba mi noviazgo de la infancia y ahora a la familia de Laura….es una zona, nada más. Para que seguir…

En ese barrio se abrió una heladería con aires italianos, bien escenográficos. Uno camina por la calle Quintana y ve una enorme vidriera con cortinas negras. En un local de lujo, uno al ingresar espera un helado de lujo. Veamos….

Entré dos veces, siempre me atendieron muy bien, contestan las mil preguntas a la que uno está obligado a realizar dado que sus cárteles están en italiano y los colores son raros: la menta es blanca, por ejemplo.

Sin embargo, como quería probar todos y saber cuáles eran los mejores, hice cada una de las preguntas y siempre una buena cara me respondía y una cucharita se me ofrecía.

El jueves pasado fui invitado a cenar a la casa de una de las mujeres que más rico cocina, la Sra. Gilda Wainer, abuela de Laura.

Para acompañar la comida, decidimos llevar helado. Pensamos en esta porque queda cerca de la casa y porque es top. Comer rico en recoleta merecía llevar helado de recoleta: Arkakaó.

En la página web la empresa reza: “El rubro de la heladería es muy importante para Arkakao’, ya que elabora y ofrece junto a la empresa Venchi el mejor helado de tradición italiana, respetando los sabores típicos de Italia y su manera de presentarlos. Por eso, aparte de la excelente leche líquida y fresca argentina, la mayoría de los productos son importados de Italia, que es notoriamente la mejor productora de avellana ( Piemonte ) como de pistacho ( Sicilia ) sin olvidar que Torino es la capital mundial del chocolate con su famoso giuanduiotto.”

Un día probé pistacho porque me habían vendido que era de lo mejor de ese local. Normal, nada de otro mundo. Pero uno no espera que lo sea por ser helado de pistacho. Una fruta que para mi significa el recuerdo constante de una fiesta familiar turca.

En esa oportunidad compramos: chocolate con naranja, mandarina, sambayón y dulce de leche.

Lo pagamos con tarjeta y nos fuimos a comer. Una tarta de acelga y jamón como nunca comí. Prácticamente perfecta. Unas milanesas con ensalada, bien ricas. Peceto tierno, ensalada típica.

Llegó la hora del helado…queríamos sorprender….nos sorprendimos…de 7 comensales nadie fue elogioso de los gustos. Es más, todos dijeron: freddo es mucho mejor. Por eso….El Puntaje Big DD:

  1. Valor del Kilo: $ 96
  2. Relación precio calidad: 3/10
  3. Ambiente:7/10
  4. Atención (ansiedad del heladero por servir): 0/10 (se resta del total)
  5. Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente): 8/10
  6. Dulce de Leche: 3/10
  7. Variedad de sabores: 4/10
  8. Consistencia (si se derrite al servirlo): 5/10 (se resta del total)
  9. Cremosidad: 10/10 (se resta del total)
  10. Resistencia de la cuchara: 10/10
  11. Nivel de regreso: 4/10
  12. prolijidad higiénica (J indicator): 10

cuenta: 49 puntos - 15

TOTAL: 34 final

Contacto: http://www.arkakao.com.ar

sábado, 27 de agosto de 2011

Cadore. Un clásico


Era chico, Cadoro la heladería platense era un sueño, un lugar que se trasladaba a Buenos Aires de la mano de mi amigo Mariano. Era grande, caminaba solo por la avenida Corrientes y vi la heladería Cardore. Al principio pensé que se trataba de una franquicia de la otrora heladería. Me emocioné, llamé al nieto del dueño de la primera y me respondió con una aclaración obvia y evidente, había una diferencia de una vocal: la de allá era Cadoro y la de acá, Cadore.

Sobre la porteña hablaremos hoy. En el primer post me recomendaban que vaya a Cadore a degustar su famoso dulce de leche, el más rico de Argentina y del mundo, según los concursos internacionales. Fede, que lo conoció de la mano de Martínez, era el instigador. Yo siempre le respondía que para mi estaba inflado y que solo era famoso por su antigüedad, por su ubicación y por el snobismo.

Hacer trámites en el centro para mí significa comer una pizza en la barra de Guerrin. Esta vez opté por el resto uruguayo la Pasiva, para más luego ir a Cadore. Como era un día gélido, en el local no había consumidores, solo empleados distrayéndose con la TV. Entré pedí un vaso mediano y miré el cartel de gustos. En ese momento, no tuve muchas opciones de probar ni preguntar porque tenía los ojos de mi interlocutor clavados. Ante la imposibilidad pedí dos gustos que podía comparar: dulce de leche granizado y Mascarpone. Salí y me até la bufanda para no resfriarme. Caminé hasta mi reunión pautada con mi helado en la mano. El frio y el helado callejero son una combinación mágica. Siento felicidad, incluso más que cuando hace calor.

Tenían razón, el dulce de leche es magnífico, es sabroso, tiene consistencia y saber al postre argentino. No es el mejor del mundo, sin duda, pero es más rico que cómo lo recordaba.

El mascapone, uno más. No era un buen digno compañero del dulce de leche. Era muy parecido a una crema americana pero con frutos rojos. No se sentía la pesadez del queso, la amargura dulce del mascapone, ni los frutos sacados de un árbol.

Seguí caminando y mental y virtualmente puntué a Cadore:


  1. Valor del Kilo: $ 68
  2. Relación precio calidad: 7/10
  3. Ambiente: 6/10
  4. Atención (ansiedad del heladero por servir): 10/10 (se resta del total)
  5. Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente): 9/10
  6. Dulce de Leche: 8/10
  7. Variedad de sabores: 6/10
  8. Consistencia (si se derrite al servirlo): 5/10 (se resta del total)
  9. Cremosidad: 7/10 (se resta del total)
  10. Resistencia de la cuchara: 10/10
  11. Nivel de regreso: 6/10
  12. Prolijidad higiénica (J´s indicator): 10
cuenta: 62 puntos - 22:

TOTAL: 40final

contacto:

http://www.heladeriacadore.com.ar


Es el índice, estúpido o el estúpido índice.


Toda evaluación necesita de indicadores, para hacer esas tareas los abogados y abogadas no estamos formados. Sin duda que no. Recién nos acercamos a ellos de grandes, en otros momentos laborales y luego de consultar una y mil veces a personas aptas para eso. Existe el INDEC (de más está decir algo sobre él y la esclavitud a sus números), el índice Bic Mac, el PBI, el ingreso medio y las capacidades que permitieron a Amartya Sen ganar el nobel.

A partir de ahora, además de las historias que surjan al sentarse a escribir, las heladerías pasarán por el filtro del índice Big DD (dulce de leche y Damián).

Los indicadores serán los postulados en el post anterior:

  1. Valor del Kilo:
  2. Relación precio calidad:
  3. Ambiente:
  4. Atención (ansiedad del heladero por servir)
  5. Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente)
  6. Dulce de Leche:
  7. Variedad de sabores:
  8. Consistencia (si se derrite al servirlo):
  9. Cremosidad:
  10. Resistencia de la cuchara
  11. Nivel de regreso.

viernes, 26 de agosto de 2011

Indicadores se buscan

Sobre la base de los indicadores que surjan, en estos días comentaré dos heladerías que probé ayer: Cadoro y Arkakaó.
En días de cansancio y mal humor, casi constante, se me ocurrieron estos:

  1. Valor del Kilo:
  2. Relación precio calidad:
  3. Ambiente:
  4. Atención (ansiedad del heladero por servir)
  5. Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente)
  6. Variedad de sabores:
  7. Consistencia (si se derrite al servirlo):
  8. Cremosidad:
  9. Resistencia de la cuchara:

jueves, 18 de agosto de 2011

Paradigmas, Villa Crespo y L



El año 2007 significó, en palabras de Kuhn, un cambio de paradigma. La soledad se abandonó y como consecuencia de ello, recorría, casi habitualmente la avenida Corrientes a la altura de Estado de Israel o Ángel Gallardo, dependiendo de que lado de la avenida nos paremos. Villa Crespo se iba convirtiendo en nuestro barrio, el de “ella” ya lo venía siendo.

Una heladería fue la compañera de ese proceso, angustiante y feliz: Bari, la gran heladería de barrio.

Todos los días, sí todos, luego de estacionar el auto, nos presentábamos ante el heladero de Bari, un gordito que nunca en 1 y medio año me sonrió, tampoco sé por qué debería hacerlo pero bue….. “Un cuarto, por favor”, era la frase habitual. L me había dicho que el helado no la mataba pero al pedirlo siempre metía su placer y elegía un gusto, los otros eran compartidos. Ahí conoció incrédulamente el dolor de cabeza producido por el helado, ahí empezó a compartir mi fanatismo, ahí….

Bari, significa esa etapa de mi vida, Bari significa una excelente heladería de barrio que intenta artesanalmente producir helados de calidad, sin intentar copias los gustos de moda, sin intentar ser una cadena famosa, es una heladería familiar, sus empleados son parecidos, simpáticos mesuradamente, buena onda por enviarme el delivery fuera de sus fronteras por ser cliente. Cuando nos mudamos a Rojas, llamé y me dijeron que no llegaba, le comenté quién era y me dijo que sí, que en ese caso lo enviaban.

Los gustos que probé son todos ricos, ricos de ricura absoluta.

El más pedido fue siempre el dulce de leche con almendras bañadas en chocolate. Este gusto, que luego fue copiado por Freddo, tiene la dulzura del gusto argentino, tiene las almendras bañadas y que al morderlas no te parten los dientes. Ese gusto es el dulce de leche más rico que probé en las heladerías barriales.

El otro gusto que imponía yo, cuando compartíamos, era la frutilla granizada. Un gusto que conocí el Pérsico. Un gusto que a casi nadie le gusta pero que a mi me encanta. La frescura, la amargura del chocolate, el placer de comer algo rico y sabrozo.

El chocolate blanco cumple con un requisito: tiene pedacitos generosos pero no invasivos de chocolate blanco, lo que lo hace crocante.

Las frutas, todas tienen gustos a las frutas que intentan representar. La frambuesa era la que se me imponía y terminé disfrutando.

El lunes, luego de las malas experiencias de Ice Cream new Yorker, me reencontré con el helado argentino y Bari. El lunes inauguramos el proyector, comimos helado y luego café en capsulita. El lunes la vuelta fue menos depresiva.

Bari, el recuerdo, la melancolía, el disfrute y una de las excusas para demostrarme que llegué.

Pd. Este post es dedicado a otro amante de este lugar: Gaspi.

Link:

http://www.barihelados.com/

lunes, 8 de agosto de 2011

Festivus. Se busca inquilino y Viva la Celeste

NOTA: VA SIN RE LECTURA, VA SIN FOTOS

Un día antes de partir, no puedo no existir melancolía de lo que fue, de lo que viene siendo y depresión mesurada de la realidad que está a doce hora o un poquito más de acá.
Se imaginan que la falta de post no significó que no comí helados. La misma se debió a la falta de ganas de escribir. Comí en todos lados, de un lado de la orilla, del otro mirando la Gran City (será de tilingo decir que nunca más llamo a Buenos Aires, Ciudad?). Siempre, al probar el helado, mi cara siguiente era desilusión. Ningún helado era como el de Buenos Aires, ninguno era mejor que el del China Town.

Caminábamos por la calle, veo un cártel que dice Sandwich helado, recuerdo mi felicidad infantil al escuchar "sandwich, palito, bombón, helado, Smack helados" en las playas uruguayas. Salir corriendo, comprar, volver feliz. Me lancé como ese niño a la heladería/bakery que se llama "Francois Payard". Volví con un sandwich que sus tapas eran de masa pan y su relleno de pistacho y frambuesa. Horrible!!!! Viva la Celeste y sus lácteos.

El mismo día, nos vamos a Bruclin a visitar a nuestros amigos Santi y Edu, grandes anfitriones, y pasamos cerca de la "mejor heladería" de esa zona, Brooklyn Ice Cream Factory". La gente hace cola. Sinceramente no entiendo por qué. Es el peor helado que comí en mi estadía.

Otro día, recurro a mi lista de heladerías que llevo en el bolsillo. Vamos al Meat Packing District, al market, y buscamos Ronnybrook Milk Bar. Entramos, foto de la fotógrafa oficial mediante, me sirven el helado con una pésima atención del empleado (no tienen paciencia a la neurosis heladera). El lugar es hermoso, sus heladeras muestran mil y una forma de leches envasadas en la botella de leche. Su helado, nuevamente muy feo. Pucha digo, pucha, no puedo comer un rico helado.

Dos días sin helado bastaron para que vayamos a la mejor heladería de NYC (JGB, dixit): Cones. Sus dueños argentinos. Había dulce de leche, mate helado, corn brasilero, mascarpone, chocolate, banana, etc. Una hora para mi cumpleaños en esta Ciudad, ese día en Buenos Aires, me recibieron comiendo ese helado por la calle con Lau. Felicidad. El mejor helado neoyorkino es Argentino"
Minutos más tarde llamado de Buenos Aires: mi mamá y papá. Más felicidad. Me sentí Woody en Historias de NY.

Besos a todos los que recordaron mi cumple, me mandaron mails, los que lo recordarán, los que no. Hoy autoregalo: proyector. Lau: nespresso.
Salida amiga segura: casa de los Azrak Wainer.
Esta hermosa casa (perdón mi soberbia pero estoy feliz de ese lugar que construimos) pronto buscará inquilinos por nueve meses (no es un embarazo sino lo que dura un LLM).

lunes, 1 de agosto de 2011

NY: la llegada


NOTA: post sin relectura. rápido porque hay cosas para hacer.

El viaje comenzó extraño, muy acelerado….

Llegamos al aeropuerto tranquilos con tiempo y espacio para esperar el viaje.

Después de embarcar, al tratarse de una aerolínea de USA te hacen mil y un chequeos…eso es sólo válido para las personas como yo…aceitunados, diría mi mamá turca.

Estábamos esperando entrar, la miran a laura, me miran a mi y me dicen: veni, me revisan, me pasan el scanner, todo a la vista de la rubia a la que no miraron ni su bolso.

Llegamos a Atlanta con la sensación de que ibamos a perder el vuelo, menos de media hora para hacer inmigración, retirar las valijas, hacer check in y abordar….pasaban los minutos y la posibilidad se fugaba. Lau se ponía de un humor italiano. Lo perdimos, nuevo vuelo, una hora y media de espera.

Llegamos a NY, esperamos las valijas, pasaban como salchichas en estación de servicio que nadie quiere, las nuestras no estaban. Reclamo, llegan en una hora y media, no entraron en el avión. Posibilidades que nos dio el simpático empleado, esperar una hora y media o delivery, luego de barajar las opciones, decidimos esperar.

Llegaron en el otro vuelo. Taxi a NYC y al departamento hermoso que alquilamos.

Empezamos a recorrer ni bien llegamos, ahora ya no con pantalón largo y sweter como en Argentina, sino en bermuda y anteojos de sol.

Estamos por un barrio que se llama Village, muy de modo, justo en un departamento de la NYU. De la ventana se ve la University. Envidia da saber que se puede se parte.

Nos largamos a caminar, la ciudad me compró, todo tiene una onda impresionante. Encima hay heladerías por todos lados. Pero decido esperar a debutar porque aún no habíamos comido. Sigo viendo locales…me tiento con un camión vendedor de helados justo en la entrada del High Line, cuyo nombre Laura anotó porque no teníamos la cámara: Van Leumen. Todos los gustos eran modernos, al estilo new yorker. Pedimos uno chico para no aniquilar el hambre, two scoop como se diría acá. Los gustos seleccionados: Ginger y Palm Sugar.


Asombrosamente, no sé si era por la felicidad de tener las valijas, de andas de nuevo de viaje y aventuras con ella, de que me habían dicho que los helados eran feos o no sé qué- wathever, NYC dixit) , pero al probarlo la felicidad se apoderó de mí. Mi primer helado de la temporada en la Ciudad.

El ginger, era la mezcla perfecta entre el jengibre y la crema, el ardor, el picante y lo duilce. Los excéntrico con lo conocido por estos tiempos.

La caña de azucar, gusto latino, el recuerdo de la caña con Cotto en Ecuador, muy dulce, crema. Rico, nada de otro mundo.

Crítica: Todos los gustos tienen el mismo color y nunca puedo decidir cuál comer.

Segundo día, seis horas de caminata, aún no conozco el subte. Empezamos a las 9 y terminamos a las 6 de caminar. Un agotamiento, solo recordar que hicimos sirve de consuelo. Fuimos hasta el lower east side, la punta sur de la isla. Recorrimos el World Trade Center, Wall Street, Batery Park-el Puerto Madero de NYC-. Vimos un outlet que se llama 21 Century. No puedo dejar de contar como me sentí. El consumismo se apoderó de mí. Sentí que lo barato poseyó mi cuerpo, pero al entrar en la mente el cuerpo se marió, taquicardia, se me fue un poco la voz, mucha información, muchas posibilidades, mucho, muchom mucho.

Para descansar caminamos hasta el China Town, Es igual que el argentino pero con el tamaño yanqui. Recordé que cuando googlee las mejores heladerías había una que quedaba en el barrio chino: Ice Cream Chinesse Factory. No habíamos almorzado pero el hambre se apoderaba de nosotros, restaba ir al barrio italiano y luego por el pastrami de Kat´s. Decidí que para probar muchos gustos y matar el hambre me iba a pedir three scoop. Elegí sesamo negro y luego le dije que lo que ella quería. Me ofreció Lichi y almendras.

El sesamo era una mezcla de comida oriental árabe con crema, y un toque chino. El lichi lo dulce de la fruta y las almendras, una crema que sólo podía dejar espacio para decir: qué rico, por favor. Laura me dice: barbie, como este helado y se muere. Entonces, en su honor lo comimos. De ahí a una plaza del barrio para sentarnos a la sombra. Comí helado chino en el barrio chino en el medio de un festival dominical de esa comunidad. Cinco palabras: im-pre-sio-nan-te