Casi un mes sin escribir en el blog. Sr/Sra Lectora/a no piense que mi cuerpo se despidió del helado. La boca se le haga un lado y si lo piensa y no lo dice, los pensamientos que se hagan a un lado.
Empiezo por el final, como todo ansioso en recuperación. Lo hago pero me doy cuenta, es un avance!
En NYC tomé helados por todos los lados. Siguiendo la recomendación de Gargarella, Grom, logró posicionarse segunda, detrás de Cones. La heladería perfecta en NYC. Cuando las ganas de dulce de leche se presentan es un refugio para el alma (qué frase de Victor Hugo, no?).
Luego tomé en otros lado, siempre probando helados mientras que caminaba. Otras veces comíamos twist o snicker helado con mi amiga querida Flor Sotelo, en el Deli cercano.
Comimos en Williamsburg, ese espacio donde "los niños/as bien" son los nuevos jipis. Ese espacio donde la moda es colorida y uno que se viste en el mismo local palermitano hace 10 años, ve los colores como un pajuerano. Donde los marcos de los anteojos, son la moda y uno que ve bien querría ver mal para usarlos porque lo hacen moderno e intelectual, al mismo tiempo. Posmoderno, tal vez. Pero prefiero, no ser posmo, la verdad. No me sale, me encantaría, tal vez, pero no me sale.
Hace un mes llegué a Argentina por diversas cosas. Desde mi desembarco tomé helados todos los días. Al llegar, comí sand de miga en el auto de mi hna que me fue a buscar al aeropuerto. Deseo que se le cumple a cualquier hermano menos que llega luego de no verse por dos meses. El primer día fue en una heladería que pasé por callao y córdoba y que me gusta. Luego Persicco, Cadore, el dios Freddo y hoy Rapa Nui!
NYC es una hermosura, un encuentro con la multiplicidad, con la cultura, con el individualismo, con el egoismo en el subte, con la comida étnica pero sin duda no es la ciudad del helado. Si en argentina hubiera una estatua de la libertad, le ponría el helado en la mano. Un cucurucho de freddo para que todo aquel que quiera habitar el suelo argentino, pueda tener derecho a ser feliz!
En fin, NYC tendrá lo suyo (mucho!) pero el helado argentino es un abrazo tranquilizador donde calmar las angustias, donde reírse. Es la felicidad hecha postre!