Soy uno de esos estudiantes que sufrió la carrera de Derecho de la UBA. Sabía que me interesaba el derecho público, quería seguir eso desde el primer día pero no entendía que hacía sentado ahí tantas horas (aunque no tantas comparativamente), escuchando dinosaurios que hablaban sobre la naturaleza jurídica y sobre la pureza del derecho. Sin embargo, seguí yendo y un día la carrera se terminó. No sin antes conocer, el último año, algunas cátedras y personas más que interesantes a las que posteriormente seguiría viendo y trabajando conjuntamente. A la facultad y a mi familia machista le debo mi feminismo militante, mi argumentación jurídica.
Unos días después del suceso del recibimiento, me contacté con una profesora que luego sería mi gurú profesional que me recomendó hacer el master de la Universidad de Palermo. Como un corderito ahí me dirigí. Me anoté y aprendí a amar el derecho, conocí a la gente más interesante que había conocido, me encantó la filosofía, en fin me volví esto que hoy soy profesionalmente. Nada de otro mundo, sino simplemente esto que soy.
Bueno, pero como este es un blog de helados y no mis memorias que creo que a nadie le interesarían y ni yo me sentaría a escribir, estoy obligado a hacer el link con este alimento. Yo vivía en Mansilla y Jean Jaures, trabajaba en San Andrés, en mi casa, luego en unas ONG´s y mil etcéteras. El asunto es que todos los caminos me dirigían por la Avenida Coronel Díaz hasta que se convirtiera en Mario Bravo. Pero unas cuadras antes de esta mutación, se encontraba un local en el cual compraba la compañía de las últimas cuadras: la heladería Fratello.
Cada vez que pasaba me compraba un helado chico y caminaba pensando en lo que discutiría en la clase. Los gustos iban cambiando pero cuasi titular de ese local era el coco Fratello. Que me parecía excelente. Probé casi todos los gustos.
Hoy iba a terapia, pensando en el cierre y de pronto me bajé del colectivo unas 15 cuadras antes porque me acordé de ese local. Fui y me compré un cucurucho. Pedí dulce de leche granizado y chocolate blanco. Quería algo bien dulce que me acompañara el gusto amargo del proceso de alta.
Recordé esos momentos de enamoramiento profesional, recordé mi barrio de soltero, recordé que me encanta el helado como compañía del caminar.
El helado es el típico helado artesanal. Rico, sabroso y sincero. Poca artificialidad, aunque esa zona se preste para eso.
El dulce de leche, me pareció nuevamente muy rico. No de los mejores que probé pero rico al fin.
El chocolate blanco, primera calidad. Gusto perfecto, cremosidad respetuosa del gusto. Blando y crocante por pedacitos de chocolate blanco perdidos entre medio.
Una característica del lugar: decoración semi tradicional. No es la madera típica de la heladería italiana atendida por sus dueños, no es, tampoco, la moderna industrial. Es Fratello, un lugar típico.
Una nota de color: siguen colocando el protector plástico del cucurucho. Muy lindo, lindo.
- Valor del Kilo: 60
- Relación precio calidad: 8/10
- Ambiente: 6/10
- Atención (ansiedad del heladero por servir): 4/10 (se resta del total)
- Colocación del helado (si el heladero lo coloca correctamente): 9/10
- Dulce de Leche: 6/10
- Variedad de sabores: 10/10
- Consistencia (si se derrite al servirlo): 4/10 (se resta del total)
- Cremosidad: 4/10 (se resta del total)
- Resistencia de la cuchara: 8/10
- Nivel de regreso: 10/10
- prolijidad higiénica (J indicator): 8/10
TOTAL: 65 – 12 pts: 53 pts.
Contacto: http://www.heladeriafratello.com