martes, 24 de abril de 2012

1 año.

El primer post del blog, hace un año, trato sobre el nacimiento de mi amor por el helado. En el por qué supongo que me encanta, además de su exquisito sabor. Contaba algo de la familia de mi madre, especialmente de mis abuelos y tia. El festejo fue solitario, el sábado me fui a la heladería de mi infancia que queda en la calle Esmeralda 962, justo frente a la casa de ellos y comí helado.
En este año probé 45 heladerías, hice 67 post. Va el del año...

Glassmenyn på Heladeria Esmeralda

Evita tirándose a los pies de mi tía abuela, oración con la que podría comenzar la historia de mi vida. El asunto es que no fue así…fue mi tía abuela la que se tiró a los pies de Evita para pedirle que deje entrar a su hermana, es decir mi abuela, al país. Que en Turquía pasaban hambre. Supongo que no es cierta la historia pero en este punto poco importa. Así me la contaron. La imaginación es gris, ni blanca ni negra, gris como todo intermedio, pasar desapercibida, es el cometido.
Mi abuelo, cansado de la guerra que su país natal empezaba cada rato, se hizo pasar por médico. Que no sabía, que no comprendía la medicina es evidente, solía ser comerciante. Pero, obvio que no fue insultado, obvio que no fue vapuleado en el frente, como iba a ser tratado como a los afros en la guerra, nunca iban a confesar eso. No, se hizo pasar por médico, toda la noche estudiaba porque la primera consulta siempre resultaba en lo mismo. Morfina, para calmar el dolor, compañero, mañana lo vuelvo a ver. Pocas palabras, como recorrió toda su vida. Sentado con sus piernas altas. Su revolución era decirme Boludo. La única mala palabra que le escuché decir. Ni una más.
50 años después, en una playa se decidió a comentar, a relatar. Me invitó a pasear y nos sentamos en unos médanos. Empezó a contar su vida. Podría ser que se ponga en revisionista, supongo que es el destino que nos espera a todos. Decidió contarme toda su vida. Desde que trabajó para el Estado de Israel, que habría sido masón, que la guerra, que la medicina. Un tipo muy alto, bonachón, de limones agarrar.
Argentina, luego fue el destino. Dos hijas, un hijo. Mi mamá es la menor, como yo.
Una nena de tres años, una borda, una mirada de desconsuelo por abandonar su país. Tiró el zapato para que se vaya a su tierra. Así es mi mamá. Claro que la historia no es así de cierta. 10 años de terapia me permiten comprender que no, que así seguro no.
Crecí con todo esto, con lo cierto y lo no tan cierto. Con la invención y con la imaginación. Soy producto de la prudencia y de la imaginación. De la abundancia, del marxismo de los sentimientos. Propiedad privada sí, autonomía no, esa es la proclama.

 El sábado fui a esa heladería, pedí dulce de leche granizado y frutilla a la crema. Un gusto que nunca pido pero que solía hacerlo cuando era un nene. Ese día solo valían esos gustos.
Al tener el helado en mi mano, le pregunté: te acordas de mi? Me dijo, claro, le dije, a ver quién soy? me dijo, vos tenías tu tía que vivía en frente. Le dije, qué memoria, me dijo, estás igual pero más viejo. Hace mucho que no venía, le agregué, vos tenías mellizos? no, me contestó, era el dueño, el que está ahí- me señala un pibe que miraba Real-Barca- es uno de ellos. No lo podía creer! le comenté que recuerdo cuando nació, que era un suceso porque el heladero amigo había tenido mellizos. Cuántos años tenes, le consulté. Me dijo 22. Silencio.

Me resulta complicado criticar esa heladería. Seré bueno. El dulce de leche, normal, peor que lo que recordaba, la frutilla a la crema, rica. punto. emoción.
Feliz año!

lunes, 16 de abril de 2012

Tino. Almagro y un nuevo repaso...


Un barrio donde hice los primeros años de mi secundaria. Una decisión que tomé y que cambió el rumbo de mi personalidad. En segundo año le dije a mis padres que quería cambiarme de colegio, que en el que estaba no tenía nada que hacer. Que me anoté porque quería ser arquitecto pero con el tiempo me di cuenta que no era mi voluntad. Era un colegio técnico y requería que a uno le guste esas actividades. Me fui, la única condición era ir a la psicóloga del colegio y explicarle y hablar sobre el asunto. Psicóloga que conocía porque si bien hay curso de ingreso en matemática y lengua, mi ingreso fue condicionado a una entrevista con la terapeuta de la institución. Eso es lo que me dijeron en la escuela. La causa: terminaba los exámenes muy rápido y por tanto cometía errores. Ingresé, parece que no era un síntoma de un asesino serial o por lo menos aún no se despertó.
Caminaba hoy, con el estómago vacío, eran las 6.30 de la tarde y solo había consumido un yogurt. Me esperaba unas dos horas más en la calle. Mientras caminaba y pensaba en todo lo que me estuvo pasando en estas semanas, orgullo, enojo, frustración, amor y demás, me encontré con una heladería. Decidí que iba a comer un cuarto y aguantar el hambre hasta la cena. Entre a Tino, una famosa de Almagro que queda sobre Diaz Velez y Yatay.
Ando con poca paciencia, estoy cansado y entonces, mi filtro social no se anula pero se apacigua. Cuando pago el helado en la caja, el heladero me esperaba con sus armas preparadas. Le digo: "por favor, dame unos minutos que no pude ni mirar".
Entonces, pido dulce de granizado, y le pregunté si había algún gusto que caracterizara al lugar. Duda unos instantes y me dice que el Don Pedro. Nunca lo pediría pero lo probé y necesitaba comer algo distinto. Cansado de lo monotemático. Lo acepté. Luego pedí, limón granizado, a lo que me dijo, también granizado? Le dije, tenés razón, gracias. Frutilla, le corrijo, no me corrijo, melón. Se ríe, me río. Me voy.
Salgo caminando y lo primero que pruebo es el DDL granizado. Como el nombre y la estética del logo del lugar es infantil. Es un dulce de leche de sabor intermedio-ni tan fuerte ni tan suave- que tiene chocolates en tamaño enorme, como antes que se profesionalizara el asunto del granizado. Saqué una cucharada- me olvidé de decir que pedí dos por su clara flacidez- y me llevé un pedazote de chocolate. En suma, rico, nada de otro mundo, una buena heladería de barrio.

El melón, culpa mía. claramente. Cometí un error infantil. No es una fruta que esté presente en esta estación, entonces es obvio que es artificial. No era malo, pero se notaba que el gusto salió de una botellita, no de la fruta.

El Don Pedro, yo que sé. no me gusta ese sabor. Me imagino que no era lo suficientemente malo porque pude comerlo. Pero me sentí adulto, comiendo un sabor que no lo hubiese pedido hace unos años.
on eso me fui caminando por la calle a la espera de la charla de mi querido amigo mariano. Un encuentro de Literatura interesante donde se intentará romper los prejuicios y juicios sobre los autores y sus obras. Un orgullo ver al amigo con el que comíamos alfajores con cindor a los 8, en una mesa de adelante haciendo reír a los presentes y todos confirmado lo interesante que es leer y disfrutar de discusiones colectivas.

Más tarde. Cena con un amigo, Misa. Una hermosa charla, una impresionante comida. Encuentro adulto. Revisionismo!

sábado, 14 de abril de 2012


En la próxima semana, el blog cumple 1 año. Acepto kilos de helado de regalo, coimas para que hable bien de alguna heladería.
Estoy viendo la forma de festejar. Creo que se viene la gran cata colectiva.

martes, 10 de abril de 2012

Tiberio. Congreso


Narda dispone el camino gastronómico. Sin duda es de mis preferidas en el área.
En su guía de compras recomienda ir a Tiberio. Había ido muchísimas veces cuando trabajaba en el Congreso Nacional, quedaba a la vuelta. No tenían envío y por lo tanto íbamos a buscar. Remedio para esos momentos del trabajo en el despacho. No la recordaba de calidad, sino simplemente de paso.
Ayer, luego de una maratón de reuniones y luego de un almuerzo tarde con un amigo (MV) nos partimos a esa heladería. Pedí un vaso grande para sentir dos gustos de manera intensa.
Le pregunté: además del dulce de leche granizado, el que vos me digas que es el característico del lugar. Me contesta, tenemos todos los gustos básicos, nada de otro mundo. Me angustió su frase. Pero así como nada, me dice: crema Rhodesia, podría ser. Le dije, dame esos dos, entonces.
El dulce de leche era rico, recordé su sabor. Es sabroso intermedio. Ni un dulce de leche de local de antaño, ni de los modernos. El resultado de una mezcla de ambos. Lo bueno, posee muchos chocolates granizado. El suficiente para que sea DDL y no chocolate.
El de Rhodesia, me gustó. Me sorprendí porque no me gusta ni ese chocolate ni la Tita (sé que es polémico. Odiaba cuando en los cumpleaños solo había eso porque a todos les encantaba). Este tenía un sabor a crema con un trasfondo de chocolate.
Al terminar este recorrido, recuerdo a Rachel, contando su relación con el Maracuyá y los perros de Pablov.
Si trabajan en el centro, recuerden Narda, dispone. Vayan!

miércoles, 4 de abril de 2012

La revolución heladera viene del Sur: Rapa Nui


Días complicados, movidos, movilizantes, el estrés fue el compañero constante, el helado su constante remedio. Ayer, luego de rendir un examen difícil, muy difícil, caminamos por la calle, tomando una, cambiando por otra, volviendo atrás para no caminar de más. De repente, me agarra hambre, solo había comido una tarta en todo el día y eran las 18.40.

Paso por una pastelería que tiene mucha pinta, me tiento pero recuerdo que no me gustan mucho las facturas, sigo caminando esperando encontrar algo que me tiente. Y como esas cosas que pasan en las películas románticas nos chocamos con un local nuevo, grande y lindo, un poco “barilochense”, un poco porteño. Veo a un chico sirviendo helados-caigo en que es una heladería-, vea el aspecto de la heladería y me digo: no puede ser muy malo, nuevamente, me auto persuado, es el remedio para mi hambre, mi mal humor, mi dolor de cabeza y todo.

Laura me desasna y me dice que Rapa Nui, nombre del local, es una casa de chocolates famosa en el sur, sino una de las más importantes. Qué felicidad pienso, aunque sabía que chocolate negro no iba a pedir.

Tengo dos señoras mayores pidiendo cuartos para llevar, no se ponen de acuerdo cuál era el gusto que disfrutaba la hija de una de ellas. Tardan una eternidad. En general no apuro a las personas que piden helado porque no me gusta que lo hagan conmigo. Pero mi cabeza empieza decir algo, mi cabeza piensa: mi sobrino está esperando que lo vayamos a buscar al cumpleaños. No puedo tardar tanto! Se van con su helado y empieza la deliberación robusta con Lau sobre los gustos que íbamos a pedir. Dos de ellos son titulares, dos decidimos probar para no molestar demasiado.

La atención del chico que no tarda dos minutos en decir que él también es de Bariloche, voz a la que se suma la cajera que está a pocos metros diciendo: “acá todos somos de Bariloche”. No sé si es verdad, no sé si es que la empresa, por ser de esa zona, los obliga a ponerse la camiseta local, en fin, simplemente sonrío.

El listado de sabores es impresionante. Tiene variedad, con nombres extraños pero bien explicados en la pizarra. Hay cinco o seis variedades de dulce de leche que tientan, más de chocolates, otros tantos de frutas del sur, cremas para todos los gustos.

Pedimos dulce de leche casero con leche de cabra. El heladero, como buen informante, nos dice: es suave, eh! Más suave que los comunes. Igual lo pedimos.

Pedimos chocolate blanco Rapanui, que contiene pedacitos de crocante de chocolate negro, otros blancos y dulce de frambuesa casera. Probamos el tiramisú, probamos Raspberry.

Nos vamos caminando, probamos el chocolate blanco. No tardamos en decir, “no puede ser más rico”. Lejos el mejor que probé a la fecha, es impresionante, es manteca, es dulzura, el leche, es placer en estado puro.

El dulce de leche con leche de cabra, es tal como nos adelantó, es suave, cremoso en su justa medida pero pasa desapercibido junto a los otros dos gustos que lo invaden. Laura, muy acertada me dice: es parecido al dulce de leche de Duo, la heladería que probamos por la avenida Santa Fé. Claro, le digo, es que tiene gusto al dulce de leche de heladería antigua. Igual lo recomiendo, eh! No vayan a creer que no!

El tercer gusto el Raspberry, es increíble, es fuerte, es colorido, es violeta-mi color feminista – preferido. Es intenso, es refrescante.

El cuarto no es caro, comparado con los precios de hoy en día, $ 24 pesos de puro sabor, pura felicidad empaquetada.

Una recomendación, si van a pedir un cuarto para tomar caminando, pidan unas cucharitas de repuesto, lo hice ni bien la agarré, su fragilidad amenazaba mi felicidad, estuvo a punto de romperse.

Contacto: http://www.chocolatesrapanui.com.ar/